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EL LIBERAL . El Evangelio

“No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”

08/11/2020 21:19 El Evangelio
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“No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre” “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:

“Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”.

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: “El celo de tu casa me devora”.

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:

“¿Qué signos nos muestras para obrar así?”.

Jesús contestó:

“Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”.

Los judíos replicaron:

“Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”.

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Destruye las raíces, la esencia 

Destruye las raíces, la esencia 

La Pascua... Jesús sube a Jerusalén al templo, a la realidad del pueblo judío, se inserta porque su Revelación es continuidad, completamiento para la Plenitud del Reino. Pero se encuentra el panorama de la deformación de lo que tenía que ser: un mercado, un cumplimiento externo sin alma.

Sólo dos veces se le ve a Jesús airado: en este pasaje y con los fariseos y sale su ira santa, su indignación, porque aprobarlo, seguir la corriente, sería claudicar de la verdad, porque sabía bien que el horizonte de estos judíos y sus dirigentes se había deformado y acomodado al mundo que aparta de Dios: “el celo por tu Casa me devora”.

¡Esto no puede ser! Destruye las raíces, la esencia, la realidad del judaísmo y cristianismo, que es un culto bueno (aunque incompleto).

¿Señales? Todavía interpelan a Jesús, el Señor de los señores : “destruido este templo y en tres días lo levantaré”, es Su RESPUESTA, la respuesta de las respuestas, la definitiva, la que ilumina y da sentido a todo, la que vale la pena escuchar, por la que conviene orientar todo el vivir, el poseer y el dejar , porque la RESURRECCIóN es la perla preciosa, el Tesoro escondido que se nos revela en el Señor Jesús que asume conscientemente todo lo que nos puede separar de su Cruz y de su Triunfo; asume y por eso rechaza esa comercialización de nuestra vida y de su culto para que despabilemos el oído y el corazón ante su SIGNO, que es garantía real de nuestra salvación.

Así los discípulos, cuando resucitó, “se acordaron de lo que había dicho...” . En nuestra historia también hay ese momento de acordarnos y darnos cuenta de que Jesús nos lo había regalado.

Hoy celebramos la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán en Roma. Es la Basílica más importante de Roma y la sede del obispo de Roma, es decir, del Papa. Esta basílica es de alguna manera la cabeza de todas las iglesias del mundo.

Lo que hace que una iglesia sea realmente una iglesia, no es la forma ni las piedras ni los arcos ni los altares ni las estatuas. Una Iglesia es iglesia porque en ella sea reúne el pueblo creyente para escuchar la Palabra, para compartir el pan de la Eucaristía, para alabar y dar gracias, para sentir en toda su riqueza la fraternidad de los hijos e hijas de Dios. Esa es la verdadera riqueza. Sin ella, una iglesia, cualquier iglesia, no es más que un montón de piedras más o menos bonitas. Dependiendo de su antigüedad y belleza, podrá ser una especie de museo enorme. Pero nada más. Un cascarón sin nada dentro.


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