Un debate constructivo alejaría el fantasma de la reforma laboral Un debate constructivo alejaría el fantasma de la reforma laboral
Mucho se habla a favor y en contra de la reforma
laboral como un título vacío de contenido,
pero nadie define a qué se refiere cuando apuntan
a ese concepto. Mucho menos se debate en
profundidad y con la profesionalidad de un tema,
que aunque político, merece un tratamiento
técnico adecuado.
Lo que sí está claro es que la Argentina necesita
imperiosamente cambiar su legislación
laboral para adaptarse el mundo moderno, generar
trabajo y lograr financiar los sistemas jubilatorios
y de salud.
Ese cambio debería provenir de un debate
serio y profundo entre la dirigencia política, para
alcanzar consensos lo suficientemente amplios
como para que se convierta en una política
de estado permanente y protegida de los vaivenes
políticos circunstanciales impregnados
de oportunismo y demagogia.
Queda claro que una reforma
laboral no debe tratarse
como una política
aislada, que se contradiga
con el resto de las políticas
sociales y económicas. Requiere
acuerdos más amplios
e imaginarse una realidad
superadora, distinta a la del
escenario de crisis permanente.
Ello es justamente lo que traba el debate
y ha sumergido al país en un reiterado círculo
vicioso de la falta de crecimiento económico,
mengua de los puestos de trabajo registrados,
reducción del poder adquisitivo de los salarios,
caída de la productividad empresarial y la
multiplicación de los planes sociales en medio de
un constante crecimiento de la pobreza.
No es que la reforma laboral va a revertir
mágicamente todos estos recurrentes problemas,
pero junto a otras reformas de igual magnitud,
impulsadas en conjunto, conforman sin dudas
el principio de la solución de un largo camino
de recuperación.
Para entender la gravedad del problema laboral
es necesario puntualizar algunos inconvenientes
y contradicciones que se presentan
a diario.
a) La población crece y la economía debería
crear unos 200.000 puestos de trabajo por año
como mínimo.
b) La economía argentina no crece hace
más de diez años, ello significa que el sector privado
no genera los puestos de trabajo y que ese
déficit es compensado con más empleo estatal,
más planes sociales y más empleo informal.
c) Hoy 25 millones de personas reciben un
cheque del Estado argentino y solamente hay alrededor
de 6 millones de personas con empleo
registrado.
d) En algunos sectores de la producción privada
se necesita mano de obra calificada y no
calificada, pero no se consigue. La primera por
falta de capacitación o salarios poco atractivos
y la segunda por temor a perder el plan social.
e) El sistema jubilatorio, para ser sustentable,
requiere de cuatro trabajadores aportantes
por cada jubilado. Hoy esa proporción es 1 a 1.
Ello genera bajas jubilaciones y mayores aportes
del Estado.
f) El sistema de salud de obras sociales debe
sostenerse con el aporte del trabajador y la
patronal al sindicato. Como cada vez hay menos
trabajadores y con remuneraciones en caída, el
déficit es creciente y el Estado debe subsidiarlo.
g) Mayores aportes del Estado al sistema
previsional y de obras sociales significan mayor
endeudamiento e inflación.
h) La economía argentina es una de las más
cerradas al mundo, impidiendo el crecimiento de
las exportaciones. Exportamos la misma cantidad
de bienes que hace 17 años. Crece o baja su
monto en dólares de acuerdo al precio internacional,
fundamentalmente de las materias primas
(soja).
i) En el mundo, el crecimiento real de los salarios
proviene fundamentalmente de la mayor
productividad de las empresas exportadoras.
j) En la Argentina los salarios suben nominalmente
por la inflación y por eso caen constantemente.
Este año algunos sindicatos lograron 7
incrementos en el año, sin embargo el poder adquisitivo
caerá por la creciente inflación.
Todos estos problemas y muchos más se
generan en una economía que no crece, en un
país donde la dirigencia política no se pone de
acuerdo en temas tan importantes como éste
y tantos otros. Con este marco, es natural que
muchos trabajadores vean a una reforma laboral
como una amenaza y muchos sindicalistas
como una reducción de
su caja. Y les asiste la razón si
el debate se centra solamente
en la reforma laboral aisladamente
de otras reformas
profundas, que debe
realizar el país para crecer
como el resto de los países
del mundo.
Justamente de lo que se
trata es de realizar un cambio
de tal magnitud que el círculo vicioso
se transforme en virtuoso.
Esto es, si la
economía crece, es porque se exporta más, ello
demanda mayores puestos de trabajo en blanco
y con altas remuneraciones. Más trabajo registrado
significa mayores ingresos al sistema
previsional (el salario futuro de los trabajadores)
y menos gasto estatal. Asimismo significa
mayores aportes al sistema de las obras sociales
(la salud de los trabajadores) y menos subsidio
estatal.
Las empresas para exportar invierten fuerte
en capacitación de sus recursos humanos, en
un mundo cada vez más tecnológico. Ello significa
que el trabajador se capitaliza y puede acceder
a mejores remuneraciones por mayor productividad,
tanto dentro de la empresa que lo
capacitó como en otra que lo tiente con mejores
ingresos.
El conocimiento se los lleva el trabajador.
Es el debate que hay que dar seriamente si
queremos empezar a crecer y dejar atrás la decadencia
que suma décadas.
Todo lo contrario
de lo que se hace ahora por oportunismo político,
sembrando fantasmas que asustan y paralizan
los acuerdos.
Pero mientras todo ello ocurre, la argentina
no crece, no genera trabajo, paga sueldos y jubilaciones
bajas, no capacita, aumenta la pobreza,
multiplica planes sociales, se endeuda y genera
inflación, que a su vez nos conduce al problema
inicial: no crece.
(*) Prosecretario de Redacción