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EL LIBERAL . El Evangelio

“Yo les doy la vida eterna”

09/05/2022 22:09 El Evangelio
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“Yo les doy la vida eterna” “Yo les doy la vida eterna”

Se celebraba en Jerusalén

la fiesta de la Dedicación del

templo. Era invierno, y Jesús

se paseaba por el pórtico de

Salomón.

Los judíos, rodeándolo, le

preguntaban: “¿Hasta cuándo

nos vas a tener en suspenso?

Si tú eres el Mesías,

dínoslo francamente”.

Jesús les respondió: “Os

lo he dicho, y no creéis; las

obras que yo hago en nombre

de mi Padre, esas dan testimonio

de mí. Pero vosotros

no creéis, porque no sois de

mis ovejas. Mis ovejas escuchan

mi voz, y yo las conozco,

y ellas me siguen, y yo les

doy la vida eterna; no perecerán

para siempre, y nadie

las arrebatará de mi mano.

Lo que mi Padre me ha dado

es más que todas las cosas,

y nadie puede arrebatar nada

de la mano de mi Padre”.

Las ovejas distinguen la voz de su pastor

La escena del evangelio

tiene lugar en el templo, durante

la fiesta de la Dedicación

al mismo.

En ésta se

conmemoraba la nueva consagración

del altar del santuario

que había sido profanado

años antes por Antíoco

Epífanes (164 a. C). Jesús se

pasea por el pórtico de Salomón

que rodea la gran explanada,

situada al lado Este

del templo.

Los enemigos hacen corro

a su alrededor, en cierta

manera, acosándolo como

hacen los hombres violentos

contra el justo del Sal. 22, y

provocándolo a fin de que

diga una palabra que sirva de

excusa para la condenación

oficial: «¿Hasta cuándo nos

vas a tener en suspenso?

Si

tú eres el Mesías, dínoslo

francamente”.

En el fondo, el conflicto

viene dado porque la imagen

del Mesías de aquellos coetáneos

de Jesús dista mucho

de la imagen del Mesías con

la que se autopresenta el

Maestro de Nazaret.

Mientras

la primera responde a

un líder nacionalista y político

contra la ocupación romana,

Jesús se identifica con

el Mesías de la promesa davídica

encarnado en el pastor

de Ezequiel, que “apacienta

a sus ovejas y las hace

reposar, busca la oveja

perdida, recoge a la descarriada,

venda a las heridas,

fortalece a la enferma” (Ez

36,15-16). Sus obras, los signos

realizados, han ido mostrando

esa realidad, pero no han

querido creerle porque no

son de sus ovejas. En cambio,

sus ovejas escuchan su

voz, y él las conoce en sus

luces y sus sombras. Las

ovejas del rebaño de Jesús

distinguen la voz de su pastor

entre las miles de voces

que escuchan (Jn 10,3) y van

tras él porque saben que solo

él puede ofrecer la vida

para siempre , esa que

transforma toda la existencia,

aquí ahora, y luego en “la

otra vida” o mejor en “la vida

otra”; esa vida eterna no es

ni más ni menos que sumergirse

en la comunión amorosa

del Padre y del Hijo, participar

de su vida divina, unirse

a la danza eterna del Dios

Trinidad.

El evangelio me interpela

¿soy de las ovejas de Jesús

Pastor? ¿Reconozco su voz

entre otras muchas? ¿Qué

signos experimento que me

hacen saberme sumergido

en el Dios Trinidad? ¿Cómo

ayudo a otros a encontrarse

con ese Pastor cuidadoso

que da vida y vida en abundancia?

Lo que debes saber
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