“Que mi alegría esté en vosotros” “Que mi alegría esté en vosotros”
En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre
me ha amado,
así os he amado yo;
permaneced en mi
amor.
Si guardáis mis
mandamientos ,
permaneceréis en
mi amor; lo mismo
que yo he guardado
los mandamientos
de mi Padre y
permanezco en su
amor.
Os he hablado de
esto para que mi alegría
esté en vosotros,
y vuestra alegría llegue
a plenitud”.
Os he hablado de esto para que mi alegría
esté
en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud
Una vez más Juan recoge
palabras de Jesús
en las que insiste en el
amor. Un amor que se inicia
en el amor del Padre a
él, que Jesús transmite a
los discípulos. Amor, que
no es amorío de tanta intensidad,
como perentorio
es amor que exige fidelidad,
madurez, compromiso
de todo el ser,
que se manifiesta en las
obras, en lo que piden
los mandamientos, que el
mismo Jesús guardó. Ser
fiel a estos mandamientos
asegura la permanencia
en el amor. La reacción
a este amor, que se
manifiesta en obras, es la
alegría.
Esta última apreciación
merece una leve consideración.
La alegría no
ex ige la correspondencia
en el amor. Esta es reacción
lógica que espera
el que ama, ser amado
por quien ama. Pero
no es imprescindible: el
hecho de amar, de amar
con un sentimiento sincero
que impulsa a la acción,
a la generosidad, a
darse, a entregarse, es ya
motivo de alegría, sin exigir
la compensación afectiva
del otro..., que siempre
se agradecerá. Es una
manifestación más de que
obrar bien, actuar de manera
propia de la dignidad
humana, nuest ra y
de los demás, vista a luz
del mensaje y vida de Jesús,
es hondo motivo de
alegría. En nuestra espiritualidad
hemos juzgado
necesario con la compensación
o premio de nuestras
buenas obras, sea
aquí en la tierra o en el
cielo, y nos olvidamos de
que la bondad es la razón
más fuerte para la alegría.
Que nada nos ha de alegrar
más que actuar, sentir
de acuerdo con los valores
del Evangelio.
El texto nos invita a
que esa palabra tan usada,
manoseada, abusada,
como es el amor, la reconsideremos.
¿Qué es el
amor en nosotros? Qué
exigimos del amor: ¿compensaciones
o solo eso,
amar? Si es sentimiento
auténtico y hondo, ¿cómo
se manifiesta en la vida de
cada día, en concreto respecto
a los demás?
Hoy celebra la Iglesia y
de modo especial las Dominicas
de la Anunciata la
fiesta de su fundador San
Francisco Coll. La Familia
dominicana se une a la celebración.
El P. Coll pasó
por dificultades para llegar
a ser dominico. Ya dominico,
predicador, sufrió
la disolución de las comunidades
por las leyes de la
desamortización. Ello no
evito que se dedicara a la
predicación popular, desde
un sentir cariñoso hacia
su pueblo. Que se manifestó
en buscar cómo
dar educación a la infancia
desatendida, pobre.
De ahí surgieron la Dominicas
de la Anunciata. El
P. Coll se movió por amor
a los sencillos, pobres, en
ellos amó a Dios. Y vivió la
alegría de amar.