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EL LIBERAL . El Evangelio

“El Padre mismo os quiere”

27/05/2022 23:52 El Evangelio
Escuchar:

“El Padre mismo os quiere” “El Padre mismo os quiere”

En aquel tiempo, dijo

Jesús a sus discípulos:

«En verdad, en verdad

os digo: si pedís algo

al Padre en mi nombre,

os lo dará.

Hasta ahora no habéis

pedido nada en mi

nombre; pedid, y recibiréis,

para que vuestra

alegría sea completa.

Os he hablado de esto

en comparaciones; viene

la hora en que ya no

hablaré en comparaciones,

sino que os hablaré

del Padre claramente.

Aquel día pediréis en

mi nombre, y no os digo

que yo rogaré al Padre

por vosotros, pues

el Padre mismo os quiere,

porque vosotros me

queréis y creéis que yo

salí de Dios.

Salí del Padre y he

venido al mundo, otra

vez dejo el mundo y me

voy al Padre”.

Jesús no va a intervenir ante el Padre por

nosotros; no es preciso que haga de filtro

“En mi nombre”.

¿Qué quiere decir esta

fórmula? Quizá lo primero

que nos viene a

la mente es que equivale,

cuando se trata

de pedir, a hacerlo

por medio de Jesús,

tomándolo como

intercesor. Pero

en este mismo pasaje

del evangelio afirma

Jesús que no va a

intervenir ante el Padre

por nosotros; no

es preciso que haga

de filtro, ponga el sello

a nuestra petición

y le dé curso oficial

con una señal aprobatoria.

Y cuando el Padre

da en nombre de

Jesús (v. 23b, según

cierta traducción),

tampoco sería necesario

que Jesús hiciera

de portador de los

dones del Padre hasta

nosotros.

En ese caso, ¿Qué

significa la fórmula

en cuestión? Sencillamente,

estar adheridos

por la fe y el amor

a Jesús, creer que ha

salido de Dios (v. 27),

pertenecerle de verdad.

Por la fe y el amor,

él está en nosotros

y nosotros en él. Y si

lo hemos acogido y él

habita en nosotros, el

Padre nos ama y nos

atiende. Tenemos hilo

directo con el Padre.

Sin embargo ûdiréisû,

la práctica de la

liturgia es constante:

la de pedir “por Jesucristo

nuestro Señor”.

De acuerdo, y seguiremos

ejercitándonos

en ella, porque

Jesús es el Mediador

y el que intercede ante

Dios Padre por nosotros.

Pero aquí se

nos da un toque de

atención para que vivamos

toda súplica

desde la fe en Jesús y

el amor a Jesús. Y ese

es el punto sobre el

que nos podemos examinar.

Sin esa raíz y clave,

sin esa comunión

vital, toda petición

pierde su sentido. Fe

y amor son el sello

que la hace cristiana

y la vuelve aceptable

ante el Padre.

Jesús, en este pasaje,

nos apremia a

que activemos esos

dinamismos b á s i -

cos que son como las

alas de toda súplica

(sea breve o no tanto,

tenga un contenido u

otro, la hagamos en

soledad o en comunidad,

la musitemos o la

expresemos en voz alta);

esas alas la llevan

ante el acatamiento

del Padre.

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