“¡Ay de ti!” “¡Ay de ti!”
En aquel tiempo, se
puso Jesús a recriminar
a las ciudades donde
había hecho la mayor
parte de sus milagros,
porque no se habían
convertido: «íAy
de ti, Corozaín, ay de
ti, Betsaida! Si en Tiro
y en Sidón se hubieran
hecho los milagros
que en vosotras, hace
tiempo que se habrían
convertido, cubiertas
de sayal y ceniza.
Pues os digo que el
día del juicio les será
más llevadero a Tiro y
a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún,
¿piensas escalar el
cielo? Bajarás al abismo.
Porque si en Sodoma
se hubieran hecho
los milagros que
en ti, habría durado
hasta hoy.
Pues os digo que el
día del juicio le será
más llevadero a Sodoma
que a ti”.
Mateo propone a sus oyentes un
paso más hacia Jesús: ¿Es el Mesías?
Las dos primeras ciudades
nombradas Corozaín y
Betsaida han sido el escenario
de muchos de los milagros
de Jesús. Sin embargo, estas
ciudades no se han convertido,
no han creído en la predicación
del Mesías. Ambas
han escuchado su mensaje
de conversión, y a diferencia
del Sermón de la Montaña,
donde el Maestro critica
a los que ayunan y hacen manifestación
pública de su penitencia,
aquí echa de menos
el sayal y la ceniza como símbolos
de la conversión. Aún
resulta más sorprendente
la comparación con las ciudades
paganas de Tiro y Sidón
que nunca se convirtieron.
Las palabras de Jesús no
dejan lugar a dudas, si estas
ciudades tan pecadoras hubiesen
presenciado los milagros
de Jesús y escuchado
sus palabras, se hubieran
convertido al Señor. De ahí, la
sentencia, habrá mayor benevolencia
en el día final para
Tiro y Sidón que para las
dos ciudades de Galilea, testigos
de la presencia de Jesús
en medio de ellas.
La última
ciudad es Cafarnaúm.
Aquí la acusación es diferente,
este pueblo está henchido
de orgullo: ¿pretendes encumbrarte
hasta el cielo? Este
encumbrarse hasta el cielo
nos recuerda a Babel y a diversas
manifestaciones idolátricas.
En esta ocasión, Mateo
la compara a Sodoma,
ciudad soberbia y orgullosa
que no dio la mano al pobre
y al desgraciado. Aun así,
si Sodoma hubiera visto los
milagros de Jesús se hubiera
convertido y se mantendría
en pie. Todos necesitamos
el camino de la conversión
para que nuestra fe nos
sostenga y nos mantenga vivos.
La amenaza del castigo y
la comparación con los pueblos
paradigma del pecado es
un recurso del profetismo para
provocar un cambio.
Estamos en el capítulo once
del evangelio de Mateo,
donde el evangelista después
del discurso de misión abre
una nueva sección en la que
va a presentar distintas reacciones
ante Jesús.
Hasta ahora Jesús ha sido
presentado como el Mesías
poderoso en obras y palabras,
que llama a sus discípulos
y los envía a las ovejas
perdidas de Israel.
Las reacciones no se han
hecho esperar, desde aquellos
que han creído y desean
seguirle a los que desconfían
de él y lo han rechazado.
En esta sección, Mateo
propone a sus oyentes un paso
más hacia Jesús, una opción
por su persona cada vez
más radical: ¿Es Jesús el Mesías
esperado?
El evangelio de hoy nos
presenta a tres de las ciudades
de Galilea visitadas por
Jesús, en las que ha realizado
innumerables signos y ha
predicado su palabra, sin embargo,
todas ellas se obstinan
y se niegan a convertirse,
es decir, a volver su corazón
hacia el Mesías.