“El que pueda entender, entienda” “El que pueda entender, entienda”
En aquel tiempo se acercaron a Jesús unos fariseos
y le preguntaron, para
ponerlo a prueba: “¿Es lícito
a un hombre repudiar a su
mujer por cualquier motivo?”.
él les respondió: “¿No
habéis leído que el Creador,
en el principio, los creó
hombre y mujer, y dijo: “Por
eso dejará el hombre a su
padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y serán los
dos una sola carne”? De modo
que ya no son dos, sino
una sola carne. Pues lo que
Dios ha unido, que no lo separe
el hombre”.
Ellos insistieron: “¿Y por
qué mandó Moisés darle acta
de divorcio y repudiarla?”.
él les contestó:
“Por la dureza de vuestro
corazón os permitió Moisés
repudiar a vuestras mujeres;
pero, al principio, no
era así. Pero yo os digo que,
si uno repudia a su mujer
—no hablo de unión ilegítima—
y se casa con otra, comete
adulterio”.
Los discípulos le replicaron:
“Si esa es la situación del
hombre con la mujer, no trae
cuenta casarse”.
Pero él les dijo:
“No todos entienden esto,
solo los que han recibido
ese don. Hay eunucos que
salieron así del vientre de su
madre, a otros los hicieron
los hombres, y hay quienes
se hacen eunucos ellos mismos
por el reino de los cielos.
El que pueda entender,
entienda”.
COMENTARIO
El que pueda con esto, que lo haga
El desafío del evangelio
nos lanza a la aventura dignificante
del don que significa
ser, ser humano, más allá
de las coyunturas sociales,
morales, estructurales e incluso
biológicasànos sitúa
frente a dos realidades: la
alianza que parte de la unión
de un hombre y una mujer,
como proyecto de Dios, “lo
que Dios ha unido que no lo
separe el hombre” y el don
de la alianza del que deja todo
por el Reino.
“No todos entienden esto,
solo los que han recibido
ese don. Hay eunucos que
salieron así del vientre de su
madre, a otros los hicieron
los hombres, y hay quienes
se hacen eunucos ellos mismos
por el reino de los cielos”.
En ambos casos la iniciativa
siempre es de Dios.
Lo sorprendente del relato,
es la actitud moralizante
de los fariseos, que solo
aceptan como falta la infidelidad
de la mujer, del varón
infiel ni palabra.
Es imagen
de la forma solapada que tenemos
para afirmarnos en
nuestras teorías condenatorias,
que nos llevan a acciones
extremas, convenciéndonos
de estar en la verdad:
“Si esa es la situación del
hombre con la mujer, no trae
cuenta casarse”.
Pero la lógica de Dios
tiene otro sello, el sello del
Espíritu, que sondea lo profundo
del corazón para ayudarnos
a ver con los ojos del
alma y descubrir que su proyecto
es un proyecto eterno,
que nos une con El irresistiblemente,
que va más allá de
lo que percibe nuestra pobre
mirada humana.
Es un proyecto de amor,
que da consistencia a esa
alianza:
“Por eso dejará el hombre
a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer”.