Semblanzas de la fiesta patronal

Entre las reminiscencias de la fiesta patronal que vencieron al tiempo, se encuentra una postal imaginaria de la plaza de Loreto con unas hamacas gigantes hechas de caños grises como las de las escuelas nacionales, algunos pequeños arbustos que contrastaban con eucaliptos inmensos de los cuales apenas sobreviven unos pocos, en ese marco se desarrollaba la fiesta de la Virgen de Loreto, animada por pobladores de los barrios, quienes realizaban distintos tipos de expresiones artísticas, patios criollos, desfiles, bailes, chacareras, músicos, actores desfilaban por un pequeño escenario que era organizado y conducido por Jesús “Negro” Avellaneda.

El pequeño tablado fue mandado a construir por el padre Olegario Seri,  quien además ordenaba la platea infantil con un pasaje de velos dejando al viento su sotana marrón y, propinando micoquis (golpe de nudillo en la cabeza de efecto reflexivo inmediato) a quien osara superar la barrera imaginaria del proscenio. Este pintoresco párroco además fue el impulsor del fútbol infantil en esta ciudad, fue técnico de los Cañoneros del Centro, hincha confeso de Racing Club y de Alberdi.

En horas de la mañana después de misa, los Cañoneros del Centro se enfrentaban a estadio lleno con los Titanes del Barrio Casas Baratas, después la quermés organizada por las damas de la parroquia, y el sobrevuelo de los aviones comandados por pilotos santiagueños, entre ellos el genial Mateo Boix, quien hacía sus piruetas en el cielo loretano en honor a María de Loreto. Este aviador ingresó a la historia de la aviación por realizar 1.385 loopings (una arriesgada acrobacia aérea que consiste en dominar el avión de tal suerte que dé vueltas hacia atrás).

Por último, la pequeña talla de madera era sacada en procesión por las calles del pueblo y la fiesta terminaba con las bombas que eran encendidas por los hermanos Inocencio (fallecido) y “Negro” Rojas. En el escenario, además de los talentosos músicos loretanos, se recuerdan las memorables actuaciones de Héctor Sierra y el mentalista Tapita, quien hacía estallar botellas de vidrio en su cabeza, luego de la frase de advertencia: “Esto no deben hacer los niños en su casa”.

Claro que hay cientos de nombres y de historias de esta fiesta patronal que se pierde en el tiempo y que, según sus historiadores, proviene de la novena que se rezaba en la Villa Loreto y de la que participaban hombres y mujeres de distintos puntos de la provincia, los que compartían rezabailes y momentos de esparcimiento con juegos y deportes tradicionales de la época, organizados para la ocasión. Etas actividades fueron rescatadas en la década de los años 70 por el padre Alberto Menrrad. Muchas cosas cambiaron, tampoco nada queda el escenario del padre Seri, claro que todos los 10 de diciembres algunos Cañoneros y Titanes reeditan desde sus recuerdos los clásicos para sus nietos.