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EL LIBERAL . Opinión

Los 200 años de Perú

28/07/2021 01:56 Opinión
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Los 200 años de Perú Los 200 años de Perú

En el centro del sol de Cuzco habitaba Pirua, era un Dios como Júpiter, para nuestros incas era el gran guardián de los campos repletos de frutos, los españoles repitieron macarrónicamente Perú y conquistaron ese granero que alimentaba el Tawantisuyo.

La conquista fue una tremenda carnicería dijo el filósofo indigenista José Carlos Mariategui, en su obra “Siete Ensayos de interpretación de la realidad peruana”. El 10 de noviembre de 1780, nueve años antes de la Revolución Francesa, José Gabriel Condorcanqui, más conocido como Túpac Amaru encabezaba la gran rebelión del pueblo indoamericano. Fueron oscuros meses de justicia, a diferencia del cuento de Rodolfo Walsh, no fue solamente un día, cuando el pueblo despertó sin ser llamado.

Más adelante en la historia de la patria grande, nuestro prócer tucumano Bernardo Monteagudo, activista fundamental de ese grito de libertad e independencia, aquel luminoso 25 de Mayo de 1809, en la ciudad de los cuatro nombres: Chuquisaca, se había ganado el odio de las autoridades virreinales, con ese extraordinario documento político “Dialogo entre Atahualpa y Fernando VII”.

El movimiento emancipatorio en su Patria Grande hizo regresar a San Martín, en su cerebro privilegiado ya tenía la estrategia continental. Una vez realizada la ilíada sanmartiniana a través de los Andes y la liberación chilena, firmada el Acta de Rancagua para legitimar jurídicamente su expedición al norte, el día 21 de agosto de 1820 nuestro gran Libertador zarpa de Valparaíso con 24 buques y casi cinco mil soldados rumbo a la independencia del Perú.

La guerra de zapa utilizada antes del cruce de la cordillera de los Andes, se repite en las aguas del Pacífico, el inglés lord Thomas Cocharne, célebre por sus hazañas navales contra la escuadra de Napoleón, es contactado en Inglaterra por el brillante agente de inteligencia y Ayudante de Campo del General San Martín, el Coronel José Antonio álvarez Condarco, un prócer tucumano escasamente reconocido, miembro de la Logia Lautaro, sus restos quedaron abandonados en algún ignoto camposanto chileno. El “Diablo” como se decía a sí mismo el gran marino inglés, realizó dos incursiones previas para generar confusión y desaliento entre las tropas del Virrey Joaquín de La Pezuela, mantuvo bloqueado el puerto del Callao y otros puertos, mientras arengaba a las poblaciones de la costa peruana para que se sumen al Ejercito Libertador.

Paralelamente el genio militar del “Santo de la Espada”, también acechaba por vía terrestre, ordenando una campaña a la sierra para levantar e insurreccionar a las poblaciones indoamericanas, comandada por el jefe militar Juan Antonio álvarez de Arenales, y secundados entre otros por Juan Lavalle, Federico Brandsen y Manuel Rojas, logrando triunfos militares en Nazca, Jauja y Tarma. El imperio virreinal español agonizaba lentamente.

El día 7 de septiembre de 1820, la escuadra emancipadora desembarca en Paracas y se apodera del puerto El Pisco, ya estaba muy cerca de Lima, la sede del Virreinato, solamente 256 kilómetros. La presencia de las fuerzas patriotas en los dominios del inca genera un estado de ebullición guerrillera por toda la región.

San Martín nuestro gran héroe es la alegoría del pueblo en armas. Las masas indígenas sintieron en sus entrañas y en sus cerebros aquellas pulsiones ancestrales de las rebeliones calchaquíes y tupamaras. Por esos días una gran historia como dice Rodolfo Kusch, merece ser contada, la del pueblo mestizo morocucho de Cangallo, liderado por su jefe Basilio Ausqui, fue dos veces masacrado e incendiado con sus ancianos, mujeres, niñas y niños.

Los genocidas generales españoles Mariano Ricafort y José Carratalá intentaron representar una nueva Cartago, pero muy cerca de allí, tres años más tarde, el 9 de diciembre de 1824, en los campos de Ayacucho ocurrió un acontecimiento capital, la última batalla de la independencia, decisiva y definitiva derrota española.

En medio de la embestida se escucharon los gritos del Gran Mariscal Antonio José Sucre y sus morocuchos, el héroe de esa jornada el General colombiano José Maria Cordova, a quien le latía la libertad agazapada, envuelto de ira de la patria exclamó: “A paso de vencedores carajo”, inmortalizado posteriormente en un bello vals de Chabuca Granda. Tierra en rescate, clarines de la dignidad, olores de revolución, patria en barbecho, el vals sigue sonando en los fogones de Pampa Cangallo.

Nuestro es el fuego, campesino triunfador, hermano nuevo, sigue cantando Chabuca y nuestro egregio General ingresa triunfante a Lima. Es designado Protector del Perú y declara su Independencia el 28 de julio de 1821. Unos días más tarde de esa declaración cumple con una reivindicación histórica, sacudiendo el yugo colonial manifiesta también envuelto en libertad agazapada: “La humanidad ha sido altamente ultrajada y por largo tiempo…Los hombres han comprado los hombres y no se han avergonzado de degradar la familia….Las instituciones de los siglos bárbaros apoyadas con el curso de ellas, han establecido el derecho de propiedad en contravención al más augusto que la naturaleza ha concedido.” (Declaración del fin de la esclavitud, 12 de agosto de 1821). Han pasado 200 años, a paso de vencedores el resplandor sanmartiniano es nuestro mejor horizonte.


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