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Salir del armario

13/05/2023 22:36 Opinión
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Salir del armario Salir del armario

Una de las situaciones más difíciles que sufrimos las personas es tener la vivencia de no poder hablar de algo que es importante para nosotros. Es una experiencia que, estoy seguro, todos hemos vivido. Por alguna razón queremos decir algo que sentimos como esencial y, ya sea por el contexto, por sentir que nos verán diferente, por creer que no nos comprenderán o que no sabrán escucharnos, en definitiva, que decirlo nos afectará peor, eso nos frena, nos impide decir lo que, de algún modo, nos explota el alma.

Esta situación se agrava cuando a quienes sentimos que no podemos contarles son las personas que sentimos como nuestra familia o nuestro grupo más íntimo. Aquellas personas que son las que quisiéramos tener más cerca y que desearíamos poder confiar para no sentirnos solos, aislados o criticados.

Ahora pensemos que uno puede estar siendo quien impide que la otra persona, a quien decimos querer, alguien que consideramos importante, no puede contarnos lo que siente y que ese silencio le hace daño, le afecta, le produce un sufrimiento innecesario. Lo podemos estar haciendo por la forma de dar las opiniones tajantes, por las críticas que hacemos sentenciando, por las actitudes despreciativas, por tener una ceguera emocional y por otras razones.

Aunque esto que estamos mencionando pasa en muchas situaciones, en ciertas sociedades con costumbres más conservadoras está muy relacionado con la expresión conocida de “salir del armario”.

Una expresión que representa cuando una persona cuenta a su grupo de cercanos que no tienen la orientación sexual mayoritaria en la comunidad donde vive, o sea, integran la comunidad LGBTIQ+. Esta expresión surge en la literatura en los años 60 y estaba relacionada con dos cosas: de un lado el verdaderamente salir a manifestaciones públicas en defensa de derechos civiles y/o participar de actividades sociales de esa comunidad.

La segunda era una expresión anglosajona que decía que “todo el mundo tiene un cadáver en el armario”. Esa asociación libre que se hizo quedó representado el “salir del armario” como un gesto personal de revelar la orientación o identidad sexual cuando alguien pertenece al colectivo LGBTIQ+. Ahora bien, lo que nos interesa es comprender que hay personas que aún no pueden expresar esa vivencia a su grupo cercano y eso genera un malestar persistente. Por ello sugiero que pensemos en algunas cosas sobre estos.

En primer lugar, como siempre debemos hacer, es reflexionar sobre nuestras actitudes que impiden que los demás sean capaces de contar con nosotros. Hay una sutileza, yo puedo creer que los demás pueden contar conmigo siempre, pero, al mismo tiempo, tener actitudes que alejan a las personas. Todos sabemos que eso no es algo inusual. Revisar nuestro comportamiento para facilitar la comunicación es una obligación moral que debemos considerar.

Segundo elemento, nunca la violencia. En esta temática la violencia se la conoce como outing y se trata de “sacar del armario” a la fuerza a aquel que no se expresó públicamente sobre el tema, es un acto de violencia porque, en definitiva, se termina decidiendo acerca de la sexualidad ajena, sin su consentimiento.

Finalmente, para quienes deben salir del armario, los especialistas realizan algunas sugerencias concretas, pero siempre recordando que no hay recetas mágicas, sino posibilidades que puedan ayudar.

En esto, quienes pasaron el trance aconsejan: 1. Elige bien el momento, o sea se hace cuando uno está preparado, no confundido, ni presionado. 2. Prepara el terreno, allí es donde los demás debemos comprender que nuestras actitudes cierran puertas. A veces, los prejuicios de algunos desaparecen cuando las personas involucradas son muy cercanas. 3. Busca aliados: es la confianza en el hecho humano, siempre alguien nos puede ayudar. 4. No lo hagas si...estás discutiendo o enojado. Salir del closet no es un arma para la discusión, sino una posibilidad de crecimiento y salud. 5. Sube escalón tras escalón. Salir del armario no es cuestión de un día ni dos. No es una curita, es la búsqueda personal para conciliar lo interno con nuestro medio. Es un proceso de reconocimiento, pero sobre todo para buscar armonía y paz. 6. La ‘desarmarización’ no tiene edad: Hacer visible tu homosexualidad es una decisión personal, por lo que no hay una edad prescrita para hacerlo. Por eso debemos ser cautos frente a los demás, como todos sabemos, nadie sabe el sufrimiento que los demás soportan. Pero no importa si debería haberlo hecho antes, comprendamos que mirar siempre al futuro y no al pasado, implica creer que lo que viene, cuando lo hagamos nos dará más bienestar. 7. Recuerda: no compensa vivir en el armario, es aquí donde todas las personas que pasaron coinciden “tener miedo o angustia al afrontar este momento es normal, pero cuando se supera merece la pena”. Seamos conscientes que el “armario” para muchas personas es “como una jaula de oro que te protege porque no se sufre las consecuencias de la homofobia.

Se puede vivir en el armario, la mayoría que está en esta comunidad lo ha hecho, pero esas personas reconocen, al salir que no compensa. Personalmente creo que si aún hoy cuesta salir del armario es un indicador que como sociedad debemos evolucionar más, para ello, la respuesta sigue siendo obvia, aunque parezca reiterativa: ¡Educación Sexual Integral, ya! Moralmente nos la debemos. 

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