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Sergio Massa acelera hacia su candidatura o hacia el abismo

14/05/2023 13:13 Opinión
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Sergio Massa acelera hacia su candidatura o hacia el abismo Sergio Massa acelera hacia su candidatura o hacia el abismo

Por Marcos Novaro

En las últimas semanas, se ha tensionado cada vez más el rol de Sergio Massa como ministro con el de aspirante a la presidencia. Lo prudente sería un giro pragmático a una gestión más 'técnica'. Pero hace lo contrario. Como suele suceder, la ambición puede más que la razón.

El sueño de salvar a último momento la gestión del Frente de Todos del colapso y ser recompensado a continuación con el premio mayor del sillón de Rivadavia, de consuno por un peronismo unido y una sociedad agradecida, sigue empujando a Massa hacia delante. Ya no camina entonces, corre, hacia lo que él cree es la puerta de la gloria, pero que en verdad se parece más y más al barranco y los siete círculos del infierno.

Una historia conocida

Dos semanas atrás, sentimos en la piel el borde del abismo económico, empujados por el descontrol del dólar, que nuestra propia propensión a escapar de la moneda nacional alimenta. Es un círculo vicioso que combina ya el cuarto y quinto círculo, codicia e ira, y se repite cada vez que vemos avanzar la cuenta regresiva para el modelo kirchnerista.

Es una situación que se viene repitiendo desde hace una década más o menos. En una muerte lenta, lentísima, y cada vez más agobiante. Así que conocemos y sabemos anticipar cómo se desatan los episodios de crisis, cómo a duras penas se contienen en un nivel más precario de gobernabilidad y más bajo de ingresos. Y prevemos también cómo va a terminar inevitablemente esta historia. En unas semanas o dentro de unos meses.

El Ejecutivo, en pie de guerra contra la Corte

Esta última semana el agobio económico, sin embargo, dejó de estar en el centro de nuestras preocupaciones. Pero no porque lo interrumpiera una buena noticia, sino simplemente porque lo desplazó, de momento, el agobio político e institucional.

Un fenomenal despiole se desató cuando la Corte puso coto, tardío, a la manipulación de las reglas electorales a la que es cada vez más afecta la dirigencia oficialista en las provincias que controla. El Ejecutivo en pleno se declaró en pie de guerra contra los jueces. Algunos kirchneristas duros llamaron abiertamente a la rebelión.

Ciertos dirigentes provinciales afectados, o no tanto, se prepararon, un poco más prudente o pragmáticamente, para acomodarse al límite impuesto.

Ante tanta desorientación, Massa quiso ganar protagonismo, lo que tiene su lógica, siempre es conveniente que se llene el vacío antes de que se agrande. Pero lo hizo de un modo que en vez de calmar las aguas para que el avispero político no conspire aún más contra el precario orden económico, implicó lo contrario. Apretó el acelerador de la competencia electoral, decidió por primera vez desde que es ministro de Alberto Fernández, por decir así, privilegiar abiertamente su apuesta electoral a toda otra consideración.

En realidad, sería más correcto decir que sería la segunda vez. La primera fue cuando anticipó la inflación de abril por debajo del 4 por ciento. Entonces la pifió fiero. Ahora puede ser aún peor.

Jugar con fuego

Poner su candidatura presidencial sobre la mesa y como prioridad de su accionar, en otras circunstancias menos extremas, digamos a fines del año pasado, hubiera sido temerario pero habría tenido algún sentido. Debido a lo que todavía hoy debe estar calculando Massa, que si se consolida como candidato oficial para la sucesión, entonces van a mejorar sus chances de controlar las variables económicas, porque se alinearía todo el gobierno y el frente oficialista detrás suyo.

Pero en un contexto de extrema precariedad como el actual, implica jugar con fuego. Da a entender que se apuesta a todo o nada en una última ronda, con la expectativa de, contra todas las probabilidades, sacar la grande. Dicho de modo más directo, hacer depender la suerte de la gestión económica de los resultados que arrojen las urnas, con altas chances de que salga 'nada'.

Eso revela un temerario voluntarismo, la autopercepción de ser un actor tan intuitivo, que podrá torcer a último momento de un destino que parecía sellado. Al mismo tiempo de la gestión de la economía y de la suerte electoral del Frente de Todos. Desestimando por completo el escenario más probable, que los resultados de su gestión económica sigan siento decepcionantes, eso motive un mal resultado electoral en las PASO, lo que a su vez, si él es candidato, debilitará tal vez decisivamente sus chances de conservar algún control de la economía a partir de agosto. Y entonces en vez del circulo virtuoso entre economía y elecciones con que él sueña, tengamos un círculo vicioso de debilitamiento de la gobernabilidad en ambos terrenos y nos vayamos sin paradas intermedias al último círculo, el de la violencia y la desesperación.

Un ministro que privilegie las chances de sostener un mínimo control de las variables económicas de aquí a diciembre debería estar haciendo lo contrario de lo que hace Massa. Y 'no comprarse ningún quilombo más'. Porque si, como él mismo dice, no les entra otro, tienen ya demasiados, lo razonable y prudente sería no tratar de ser, además de ministro, candidato, y dejarle entonces este segundo trabajo a otro, tal vez a Scioli, a Rossi o a quien sea. Aclarando que solo el primero, ningún otro, es su prioridad. Que entre juntar votos o asegurarse llegar a fin de año, no quepan dudas, solo lo segundo es su deber irrenunciable. De otro modo, lo más probable es que se quede sin el pan y sin la torta.

Fuente: TN

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