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Investigan una herencia en el caso del médico preso por muerte de su hermano

27/07/2023 00:17 Policiales
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La entrega o venta de un automóvil amenaza con agravar la imputación que pesa en contra del médico cardiólogo, José Antonio Chávez Espinoza. Si la Justicia acredita que esa venta gravitó en el asesinato de su hermano, Daniel Enrique, los cargos pueden llevarlo hacia una futura pena de prisión perpetua.

Se trata de un rodado propiedad de la anciana madre de los hermanos Chávez Espinoza. La unidad es investigada por el grupo de policías que reconstruye las últimas horas de la víctima y del victimario.

Según la causa que timonea el fiscal Hugo Herrera, el crimen fue perpetrado el 5 o el 6 de julio pasado. El horror fue precedido de una cena familiar; luego, el joven asesinado habría sido drogado (se sospecha para lograr indefensión), muerto de un tiro en la cabeza y quemado en el paraje La Victoria, departamento Banda.

Prima facie, hasta anoche los investigadores arriesgaban que el cardiólogo "vendió" el coche de su madre a una concesionaria. El auto era utilizado por su hermano muerto. En perspectiva, ¿el sospechoso intentó hacerlo desaparecer por ambición, avaricia o estrategia?

Para bien o mal, el vehículo gravitaría en un abrupto cambio de criterio y, por lógica, amaga con ampliar los cargos contra el galeno: nadie lo niega, pero de "homicidio simple" le sería agravada la imputación a "homicidio calificado críminis causa", y hasta el agravante de la "alevosía", conjeturó un experto anoche. De una pena tentativa máxima de 25, el médico quedaría expuesto a una de perpetua.

De cualquier forma, si mató al hermano para encubrir la maniobra del auto, lo acusarían por "homicidio críminis causa": matar para ocultar otro delito.

Con perfiles antagónicos, uno médico y el otro a cargo de un albergue transitorio, el abanico de hipótesis incluiría también, como móvil posible, una presunta herencia del padre fallecido. Trascendió que en los días venideros serían enviados oficios a los juzgados civiles.

El fin sería indagar en la existencia, o no, de juicios sucesorios abiertos que involucre a los hermanos, cuyo difunto padre era oriundo del Perú. Una declaratoria de herederos, con o si testamento (ab-intestato) podría definir la brújula penal y agrietar la estrategia de Chávez Espinoza.

Otro aspecto que desvela y condiciona hoy la acusación, es la prueba científica vital. Los analistas creen que los informes estarán listos -como máximo- en 30 días, período en que el fiscal requerirá la prisión preventiva. Nadie descarta que si los forenses establecen que Daniel Enrique estaba vivo al ser quemado, se impondría una acusación contundente capaz de desembocar en una casi segura prisión perpetua.

Pruebas claves, "blindadas" en masa encefálica de víctima

Los forenses trabajan con mucho detenimiento y esmero. En principio, el cuerpo quemado ha inutilizado pruebas sustanciosas, pero el optimismo es que la masa encefálica haya "blindado" sangre y otros jugos, capaces de delatar, o exponer, químicos u otros componentes, preciados por los expertos.

Allí sustentaría la expectativa el Ministerio Público. Arribar a audiencia, subrayar las imputaciones más graves, que en el peor escenario (con orfandad de pruebas científicas) el solo hecho de ser hermano de la víctima lo sitúa en un "homicidio calificado agravado por el vínculo", que es igual a perpetua.

Uno, amante de la libertad y el otro, leal a la medicina

Todos los familiares, amigos y quizá vecinos que frecuentaron a los dos hermanos, son citados para declarar en la compleja investigación.

Tan misteriosa como impactante, la historia de los hermanos pareciese desnudar dos personalidades diametralmente opuestas: el galeno, abocado de lleno a su trabajo y un distinguido rol social. Enfrente, a la víctima, más inclinado y familiarizado a muchos amigos del ambiente futbolístico y amante de los viajes sin fecha de aparente retorno.

Desde esa personalidad carismática en Daniel Enrique, es que José Antonio (según una de las teorías investigativas) habría ensayado una coartada: fingir que su desaparición era propia de un hombre de eterna libertad, un errante sin ataduras laborales ni familiares.

Quienes se pliegan a esa hipótesis, también deslizan, por lo bajo, que era vital hacer desaparecer el automóvil. Esos mismos policías arriesgan -también- en que la muerte fue resultante de una discusión por el mismo vehículo.

Sin embargo, los funcionarios reconocen que si la verdad se asocia a esa probabilidad, fue demasiado torpe y fácilmente "desbaratable".


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