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EL LIBERAL . Santiago

Los presidentes argentinos sus conmemoraciones. Cuarta Parte: Sus estatuas en todo el país

31/07/2022 04:48 Santiago
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Los presidentes argentinos sus conmemoraciones. Cuarta Parte: Sus estatuas en todo el país Los presidentes argentinos sus conmemoraciones. Cuarta Parte: Sus estatuas en todo el país

El paso del tiempo suele ubicar los acontecimientos históricos en su correcta valoración. Incluso en aquellos casos en que se concretaron acciones para desviar el relato del pasado con una intencionalidad política, el peso de la historia hace que todo vuelva a su espacio y lugar correspondiente. Es por eso que la prudencia en los homenajes es necesaria para evitar el arrepentimiento social respecto de algún personaje alabado prontamente, cuya actuación en la vida argentina debe esperar el juicio de la historia.

En los inicios de la vida nacional los padres fundadores, entre ellos Cornelio de Saavedra, Juan José Passo y Manuel Belgrano, se negaron a aceptar monumentos en su honor y sólo aceptaron la conmemoración de la Revolución de Mayo por medio de una pirámide inaugurada el 25 de mayo de 1811 y que aún hoy es el gran monumento de la Plaza de Mayo en Buenos Aires.

Ya en los tiempos constitucionales, el sentido republicano, claramente expresado por Mariano Moreno en el decreto de supresión de honores, cuando escribió “Si deseamos que los pueblos sean libres, observemos religiosamente el sagrado dogma de la igualdad. ¿Si me considero igual a mis conciudadanos, porque me he de presentar de un modo que les haga pensar que son menos que yo?”, sólo fue afectado en pocos casos, donde la actuación del personaje no admitía dudas, como en el caso de Bartolomé Mitre, que fue homenajeado en 1901 al llegar su octogésimo cumpleaños, con la imposición de su nombre a la antigua calle Piedad. Pero es bueno destacar que su primer monumento fue inaugurado en San Andrés de Giles a diez meses de su muerte, ocurrida en 1906.

Hoy transitaremos por la historia de estatuas presidenciales que se tomaron su tiempo para el homenaje y son hoy un hito conmemorativo inexcusable de la vida y la obra de argentinos ilustres.

Sarmiento en San Juan

 A fines de abril de 1884 regresó Domingo Faustino Sarmiento a su tierra natal, con 73 años y a 20 de su última presencia allí. Su recibimiento fue apoteótico y se alojó con humildad en la casa familiar en la que aún vivían sus hermanas. Las flores que los sanjuaninos le llevaban al patio de la higuera, donde había transcurrido su infancia, eran llevadas al cementerio para ser depositadas en la tumba de sus padres. En el momento de su llegada, el primer presidente que Cuyo dio a la Argentina pronunció una frase llena de sentimiento: “Si, soy Sarmiento que ha vuelto y estoy entre vosotros. ¡Viva el pueblo de San Juan!”e inmediatamente se puso a llorar.

El 10 de mayo iba a ser el gran día festivo de los sanjuaninos. Se inauguraba la Casa de Gobierno, el primer edificio de dos plantas en la ciudad y el gran coterráneo iba a dirigir su palabra desde el balcón de la nueva construcción. Ya había Sarmiento mostrado su carácter tratando con desdén al nuevo gobernador Carlos Doncel al considerarlo su adversario con las palabras de su discurso: “Gobierne usted señor Doncel con las leyes, y no por medio de sus amigos”. Y al terminar la alocución, sentenció que la plaza mayor de la ciudad debía llamarse “25 de mayo”, que frente a la Catedral debía instalarse una estatua de homenaje a fray Justo Santamaría de Oro y una propia frente a la gobernación. Sarmiento elevó su dedo índice y dijo: “Ahí”. Todo lo que pidió Sarmiento se cumplió y ha llegado hasta nuestros días.

La provincia de San Juan encargó la realización del gran monumento de Sarmiento al escultor Víctor de Pol, un veneciano compañero de Lola Mora en el atelier de Giulio Monteverde, quien se había radicado en el país desde 1887. De Pol es el autor de la cuadriga que corona el Congreso Nacional, de los tigres “dientes de sable” del Museo de La Plata y de las estatuas que ornamentan la tumba de Sarmiento en el cementerio porteño de la Recoleta.

De Pol diseñó una escultura sedente del prócer, rodeado de niños, facturada en bronce estatuario, que fue inaugurada el 17 de noviembre de 1901 en el exacto lugar señalado por el gran sanjuanino, cuya mirada está orientada hacia el balcón desde el cual Sarmiento dirigió sus últimas palabras públicas a su pueblo natal. Vale decir que la Gobernación fue destruida por el terremoto del 15 de enero de 1944 y en su lugar se levantó el Hotel Provincial. Como curiosidad de aquel día fray Marcolino Benavente, obispo de Cuyo, no pudo bendecir el monumento porque la noche anterior sufrió un repentino malestar que las malas lenguas atribuyeron al disgusto de participar en un homenaje a quien había sido un convencido anticlerical. La estatua de Sarmiento tiene su pedestal convertido en el soporte material de las decenas de placas de bronce que se han colocado en su honor a lo largo de los ciento veinte años desde su inauguración.

Urquiza en Entre Ríos

El homenaje estatuario del pueblo entrerriano a su máximo prócer, Justo José de Urquiza, demoró más de la cuenta. Recién en 1893 un intendente paranaense decidió crear un espacio público con el nombre del Organizador, para lo que pidió a su esposa, doña Dolores Costa, la donación de un terreno costero sobre las barrancas del río Paraná. El 24 de diciembre de 1895 se inauguró el parque Urquiza a unas veinte cuadras del centro de la ciudad y con 44 hectáreas de extensión. Había pasado un cuarto de siglo de su asesinato en el Palacio San José y recién entonces recibió el primer homenaje en la capital de su provincia. Al cumplirse el centenario del nacimiento de Urquiza, una comisión de vecinos colocó al final de la Alameda de la Federación la piedra fundamental de su monumento.

Se realizó un concurso internacional de escultores que fue ganado por el catalán Agustín Querol y Subirats, un afamado artista que realizó el diseño y gran parte del monumento a la Carta Magna y las 4 Regiones Argentinas, conocido en Buenos Aires como el “de los españoles”. Querol muere en 1909 y el monumento es continuado por su discípulo Mariano Benlliure, autor de la estatua de San Martín ubicada en Lima, Perú. El 11 de noviembre de 1920, en conmemoración del Pacto de San José de Flores, cimiento de la unión nacional, se inauguró la portentosa escultura de Urquiza con la presencia de autoridades nacionales, provinciales y municipales, sobrevivientes de las batallas de Caseros, Cepeda y Pavón, varias delegaciones extranjeras y decenas de miles de ciudadanos. El monumento, de 17 metros de altura, había llegado a Paraná el 22 de febrero de 1910 y se tardaron 10 años en ensamblar y montar sus ochenta y ocho partes. Es el más bello monumento que homenajea al gran entrerriano.

En Buenos Aires se tardó mucho más en levantar una estatua de Urquiza, inaugurada recién en 1958, y que tiene un defecto notable ya que la montura del monumento ecuestre muestra la falta de la cincha, lo que daría con el prócer por el suelo si se moviera.

Roca en Santa Cruz

El personaje histórico que durante más de un siglo fue un indiscutible en la Patagonia es el general Julio Argentino Roca. De hecho, varias estatuas lo homenajean en el sur argentino, como la ecuestre del Centro Cívico de San Carlos de Bariloche, la gigantesca columna de Choele Choel, la de porte militar que se ubica en Neuquén y la de Río Gallegos. La polémica política actual sobre su figura se ha ido equilibrando gracias a la participación de historiadores y de comunidades en la discusión. Vale destacar que nunca es bueno que se haga desaparecer un tiempo de la historia sino que debe ser recordada en su totalidad, sobre todo respetando su contexto y su temporalidad. En la capital del entonces territorio nacional de Santa Cruz se decidió levantar una estatua en homenaje al primer presidente argentino que en 1899 visitó la Patagonia y Río Gallegos en particular.

Por esa razón se optó por un monumento del personaje vestido de civil, tal como se lo vio en la ciudad cuando la recorrió rumbo a Punta Arenas, donde se entrevistó con el presidente chileno Federico Errázuriz, deteniendo la guerra en ciernes por los problemas limítrofes entre las dos naciones. También se conserva como monumento histórico nacional el balcón de la antigua gobernación, desde el cual el presidente se dirigió al pueblo santacruceño. El escultor belga Louis Bruninx diseñó un gran pedestal con dos bajorrelieves y la imagen de Roca incrementada en un 50% del tamaño natural, que fue ubicada en el centro de la ciudad e inaugurada el 14 de febrero de 1941, en conmemoración del abrazo del estrecho entre los presidentes Roca y Errázuriz. En 1960 fue trasladada al centro de la ciudad, en el cruce de las avenidas José de San Martín y Julio Argentino Roca, de donde fue removida sin consenso, a fines de 2020. Pero la sorpresa vino de su nueva ubicación en la Costanera de la ciudad, donde se la ubicó en un complejo estatuario dedicado a los presidentes de la democracia.

Puede verse al general Roca, esculpido en bronce ahora reluciente protegido por un muro, observando a la distancia a quienes ejercieron la presidencia desde 1983: Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández. El acto de inauguración de las estatuas realizadas por el artista Miguel Villalba fue en marzo de este año. Además de la omisión de Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde, es notable el hecho de homenajear con estatuas a quienes aún viven, lo que no ha sido ni es común en nuestro país, y además que la factura de las obras haya sido realizada en resina plástica, lo que ha provocado la rotura de varias de ellas en poco tiempo.

Hay quien ha dicho que el bronce de Roca intimida a las estatuas modernas, pero eso no es más que una interpretación, quizá maliciosa. El próximo domingo, desde estas páginas de “EL LIBERAL”, evocaremos a los presidentes cuyas estatuas los homenajean en la “Madre de Ciudades”, si Dios quiere.


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