Un padre y su hijo vivieron experiencias similares con ovnis

Abel Cancio Dorado padre tiene 72 años, es jubilado, trabajó muchos años en el Inta y hoy reparte sus días entre la relativa soledad de su casa en La Tijera, a pocos kilómetros de La Banda, alguna que otra visita a los médicos en la ciudad, y a sus extraños acompañantes.

él y su hijo que lleva el mismo nombre, pero tiene 50 años y es empleado de la comuna bandeña, comparten una historia totalmente fuera de lo común. Oír el relato de ambos, con diferencias en datos accesorios, pero totalmente coincidentes en lo medular, es adentrarse en una especie de universo paralelo por lo inverosímil que suena todo. Pero las versiones de uno, además del testimonio documentado por el Dr. Andrés Miotti, empujan la razón hacia la presunción de que no se trata de invenciones o alucinaciones.

La primera en referirse al extraño caso de padre e hijo fue la ufóloga Andrea Pérez Simondini, destacándolo como el primer caso ovni judicializado en el mundo, precisamente por iniciativa del Dr. Miotti, que por entonces era juez en La Banda. Consultado sobre el caso, el Dr. Miotti lo recordó de inmediato y brindó las precisiones que permitieron ubicar a los protagonistas.

Dorado hijo

Con herramientas en su mano, Abel Dorado hijo recibe a EL LIBERAL en su casa de la localidad de La Tijera y al mencionársele el tema pregunta si el periodista es investigador del fenómeno Ovni, ya que en su momento, hace tres décadas, fue centro de mucha atención ufológica y su historia se replicó en medios locales y nacionales.

“Ahora tengo 50, eso fue como hace 30 años, tendría 20 más o menos. Yo era tractorista y ese día salí a la madrugada a trabajar en un campo del otro lado de la ruta 11. Ahí la vi. Era una esfera que estaba muy arriba en el cielo. Como el faro de atrás del tractor era giratorio, lo di vuelta y alumbré esa esfera. En segundos se posó sobre un ceibo, como a 80 o 100 metros de donde yo estaba, pero no lo tocaba. Era noche clara, no había luna. Abajo tenía como una luz amarilla, no encandilaba la planta. Yo seguí trabajando y como para volver a la casa tenía que pasar por ahí me quedé trabajando. Hasta que se ha ido eso, pero ha estado más de 10 minutos. De repente hizo un movimiento veloz y se fue, desapareció velozmente”, recordó.

Dorado no recuerda ninguna interacción con el objeto ni con el haz de luz que despedía, pero sí relata que luego del incidente tuvo algunas manifestaciones físicas inexplicables: “Meses anduve después de eso con un zumbido fuerte en la cabeza. Mi viejo tenía una antena de 12 metros en la casa, donde yo vivía en esa época del otro lado de la ruta, y de noche me empezaba a zumbar la cabeza, era como cuando uno sintoniza esas radios extranjeras, un ruido terrible que tenía adentro. Era como si se me conectara algo en la cabeza. Todos los días a la noche”.

Pero eso no fue lo único: “Me ha quedado en esta parte de la columna (cerca de la cintura), una sensación helada, que no se me iba. Recuerdo, sinceramente te digo que del tractor no me podía bajar (la madrugada del avistamiento), Me agarré del volante para bajar porque tenía movimiento en la parte de arriba del cuerpo, pero de la cintura para abajo no sentía nada, estaba como adormecido. No tenía reacción de nada. No me asusté. Mi hermano me llevó mate cocido a las 7 de la mañana y me encontró ahí. A él le conté todo”, resumió.

Luego confirmó el relato de su padre: “Y ese día, mi viejo cuando se iba a trabajar al Inta, había visto que en una parte del cableado de alta tensión ha hecho unos chispazos fuertes, era como luz, y coincidía con lo que yo había visto”.

El relato de su padre, coincidente en partes, será presentado en otra nota a continuación. l