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¿Comercial o literaria?: una herida que la Feria del Libro no logra curar

07/05/2022 23:28 Viceversa
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¿Comercial o literaria?: una herida que la Feria del Libro no logra curar ¿Comercial o literaria?: una herida que la Feria del Libro no logra curar

POR MERCEDES EZQUIAGA.

¿Cuál es el rol en la actualidad

de la Feria del Libro?

El discurso inaugural

a cargo de Guillermo Saccomanno

cuestionó, de manera tan controversial

como eficaz, la función de un

evento cultural ineludible en la agenda

local, de insoslayable carácter comercial

aunque ese afán ¿desmerece las

otras funciones posibles de este masivo

encuentro? ¿La Feria está llamada a delimitar

qué es la literatura y qué no? ¿O

puede ser también puente para acercar

a los libros a un público que no tiene relación

fluida con la lectura? Los escritores

opinan al respecto.

-“Toda feria tiene un propósito

comercial. Hasta la de artesanos

de Plaza Francia, no hay que ser

hipócritas con esto, porque si no,

no avanzamos en la discusión”,

advierte el escritor Edgardo Scott en

diálogo con Télam.

Y, señala: “Creo que el malentendido

viene por el aura mainstream, por esos

grandes stands de los grandes grupos

o multimedios, por los auditorios,

que puede mover multitudes justamente

a partir de ‘espectáculos’ o libros que

quizá no tienen un valor literario. Para

la literatura esa es la herida que la Feria

nunca logra curar: que se la invoque

como su más alto valor, pero después

quede muy relegada en convocatoria

respecto de otros eventos”.

Oriundo de Lanús y afincado en

Francia, el autor de “Cassette virgen” y

“Contacto” supone que “la Feria deberá

resolver esa contradicción, pero también

creo que era mucho pedir que lo resolviera

en esta edición”.

“Hace décadas que la Feria es menos

una feria de la literatura que, como

su nombre no miente, ‘del libro’, de

la industria del libro. Y sabemos que

el libro ‘literario’ si bien es la parte

acaso más representativa o prestigiosa,

también es la que menos

rédito da a la industria. Creo que

la Feria debería explotar más el

hecho de toparse con mucha gente

que durante el año no va a una

librería”, recomienda Scott.

“El problema está en pensar que la

Feria es una librería más grande. Las librerías

son como las iglesias: solo van

los fieles, los que ya tienen un entrenamiento

de lectura. La feria se ha

convertido en un lugar mucho

más amplio, con una gran cantidad

de materiales que oscurecen

el panorama, que no dejan ver la

literatura. Y ahí hay una pelea que

dar: podés llegar a personas que quizás

van a leer un único libro en el año, entonces

propongamos una instancia de

señalamiento para que puedan llegar a

un buen libro, a una propuesta literaria.

Es una batalla que vale la pena dar: tratar

de ganar lectores para la literatura”,

sugiere por su parte Guillermo Martínez.

En ese sentido, el escritor plantea

que la Feria del Libro debería repensar

los beneficios de su proyección masiva

e incluso capitalizarlos en otras estrategias

y dice: “La Feria debería

hacer un señalamiento sobre

lo que es literatura, dentro

del caos, del pandemónium

de cosas que hay,

debería existir una instancia

donde diga ‘la literatura

está por acá’”.

“Se podría hacer

algo similar a la entrega

de los Premios

Oscar, incluso con el

glamour, pero de premios

a la literatura. ¿Viste que la gente va

a mirar las películas de los Oscar, para

poder opinar? Bueno, que sea lo mismo,

que el público tenga claro que hay

algunos libros que la gente de la literatura

recomienda”, afirma Martínez.

Para el autor de “Crímenes imperceptibles”

y “Borges y la matemática”

podría funcionar como un premio anual,

que incluya una selección de los diez libros

más votados, “como pasa con las

películas de Hollywood, y deberían estar

esos 10 libros en todos los stand.

No imponiendo, sino señalando. Aunque

luego una gran mayoría vaya corriendo

a comprar astrología o tarot que también

son libros, podremos ganar una

parte de esos lectores hacia la literatura.

Yo lo haría de esa manera”.

Se sabe que la Feria Internacional

del Libro de Buenos Aires es un mega

evento con más de 1.500 actividades,

en una superficie de más de

45.000 metros cuadrados, -la más

concurrida en el mundo

de habla hispana-, que

en sus casi tres semanas

de duración suele

recibir la visita de

más de un millón de

lectores y doce mil

profesionales del libro,

como editores,

libreros, distribuidores,

agentes literarios,

ilustradores, bibliotecarios,

diseñadores, traductores

y escritores provenientes de

23 países.

“Esta es la gran oportunidad que te

da la Feria, el único evento de rock masivo

que tienen los libros es la Feria, entonces

¿se lo vamos a regalar a los de

la televisión? ¿a los de redes sociales?

¿a los que ya tienen todo? No, ahí hay

que dar una pelea de la literatura,

y es una instancia legítima para

dar una pelea, porque esta feria la

crearon los escritores, los editores.

¿Vamos a regalar eso a los mismos

de siempre?”, se interroga Martínez.

Por el contrario, para Ana María

Shúa la Feria no tiene por qué señalar

qué es literatura y qué no lo es: “Como

su nombre lo indica es una feria, por lo

tanto, lo que tiene que hacer es vender

muchos libros, todos los libros posibles.

No veo que tenga que tener otro rol que

eso, y ya es bastante”, asegura.

La autora de “La muerte como efecto

secundario”, “La sueñera” y “Casa de

geishas” se extiende en su definición y

sostiene: “No es una feria de literatura,

se venden todo tipo de libros, de cocina,

ensayos, fotografía, de cualquier cosa,

y eso no la vuelve ofensiva ni objetable.

No tiene nada de malo que tenga un

propósito comercial, y el hecho de que

lo tenga no quiere decir que al mismo

tiempo no pueda proponer una aproximación

cultural al fenómeno del libro.

Las dos cosas son ciertas”.

“Cualquier cosa que sirva para

atraer hacia el libro a gente que

habitualmente no entra a una librería

-que es lo que pasa un poco con

el público de la Feria- me parece maravilloso

y es justamente una de

las cosas buenas de la Feria, que

promueve el libro entre personas

que no son lectores habituales.

Los booktubers y los tiktokers son fenómenos

que están presentes en la feria

porque cumplen esa misma función”,

destaca la escritora y guionista.

Otro escritor que se posiciona frente

al fenómeno de la Feria del Libro y

los diferentes sentidos que este masivo

evento instala o que pone en disputa

es Hernán Vanoli: “Creo que la

Feria debe ser un evento dedicado

a la difusión de la literatura argentina

y un punto de confluencia

regional, pero no es ninguna de

estas cosas. Me gustaría que hubiera

una programación un poco más conceptual

y vinculada a problemáticas nacionales”,

señala el novelista.

Autor de “El amor por la literatura

en tiempos de algoritmos”, “Pinamar” y

“Varadero y Habana maravillosa”, Vanoli

cree que en lo que respecta a la Feria

como un espacio señalador de lo que es

literatura “podría hacer cosas para remediar

esto, pero no lo hace, y no sé si

es porque no puede, por falta de imaginación

o de interés. Es una feria netamente

comercial, que corona lo que funciona

en el mercado, con algunos arrestos

individuales de políticas culturales

que son valiosos pero insuficientes”.

Para el escritor, el acercamiento a

la lectura de nuevos públicos que la Feria

consigue a través de fenómenos como

por ejemplo el de redes sociales “es

interesante aunque está pensado con

la lógica de un gran supermercado con

sus cabezas de góndola, sus saldos a

vender, sus pequeños productores de

nicho”.

“La Feria es un supermercado

y no veo que eso esté mal; un supermercado

donde todos tienen

un espacio para hacer su gracia”,

desmenuza.

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