¿Comercial o literaria?: una herida que la Feria del Libro no logra curar ¿Comercial o literaria?: una herida que la Feria del Libro no logra curar
POR MERCEDES EZQUIAGA.
¿Cuál es el rol en la actualidad
de la Feria del Libro?
El discurso inaugural
a cargo de Guillermo Saccomanno
cuestionó, de manera tan controversial
como eficaz, la función de un
evento cultural ineludible en la agenda
local, de insoslayable carácter comercial
aunque ese afán ¿desmerece las
otras funciones posibles de este masivo
encuentro? ¿La Feria está llamada a delimitar
qué es la literatura y qué no? ¿O
puede ser también puente para acercar
a los libros a un público que no tiene relación
fluida con la lectura? Los escritores
opinan al respecto.
-“Toda feria tiene un propósito
comercial. Hasta la de artesanos
de Plaza Francia, no hay que ser
hipócritas con esto, porque si no,
no avanzamos en la discusión”,
advierte el escritor Edgardo Scott en
diálogo con Télam.
Y, señala: “Creo que el malentendido
viene por el aura mainstream, por esos
grandes stands de los grandes grupos
o multimedios, por los auditorios,
que puede mover multitudes justamente
a partir de ‘espectáculos’ o libros que
quizá no tienen un valor literario. Para
la literatura esa es la herida que la Feria
nunca logra curar: que se la invoque
como su más alto valor, pero después
quede muy relegada en convocatoria
respecto de otros eventos”.
Oriundo de Lanús y afincado en
Francia, el autor de “Cassette virgen” y
“Contacto” supone que “la Feria deberá
resolver esa contradicción, pero también
creo que era mucho pedir que lo resolviera
en esta edición”.
“Hace décadas que la Feria es menos
una feria de la literatura que, como
su nombre no miente, ‘del libro’, de
la industria del libro. Y sabemos que
el libro ‘literario’ si bien es la parte
acaso más representativa o prestigiosa,
también es la que menos
rédito da a la industria. Creo que
la Feria debería explotar más el
hecho de toparse con mucha gente
que durante el año no va a una
librería”, recomienda Scott.
“El problema está en pensar que la
Feria es una librería más grande. Las librerías
son como las iglesias: solo van
los fieles, los que ya tienen un entrenamiento
de lectura. La feria se ha
convertido en un lugar mucho
más amplio, con una gran cantidad
de materiales que oscurecen
el panorama, que no dejan ver la
literatura. Y ahí hay una pelea que
dar: podés llegar a personas que quizás
van a leer un único libro en el año, entonces
propongamos una instancia de
señalamiento para que puedan llegar a
un buen libro, a una propuesta literaria.
Es una batalla que vale la pena dar: tratar
de ganar lectores para la literatura”,
sugiere por su parte Guillermo Martínez.
En ese sentido, el escritor plantea
que la Feria del Libro debería repensar
los beneficios de su proyección masiva
e incluso capitalizarlos en otras estrategias
y dice: “La Feria debería
hacer un señalamiento sobre
lo que es literatura, dentro
del caos, del pandemónium
de cosas que hay,
debería existir una instancia
donde diga ‘la literatura
está por acá’”.
“Se podría hacer
algo similar a la entrega
de los Premios
Oscar, incluso con el
glamour, pero de premios
a la literatura. ¿Viste que la gente va
a mirar las películas de los Oscar, para
poder opinar? Bueno, que sea lo mismo,
que el público tenga claro que hay
algunos libros que la gente de la literatura
recomienda”, afirma Martínez.
Para el autor de “Crímenes imperceptibles”
y “Borges y la matemática”
podría funcionar como un premio anual,
que incluya una selección de los diez libros
más votados, “como pasa con las
películas de Hollywood, y deberían estar
esos 10 libros en todos los stand.
No imponiendo, sino señalando. Aunque
luego una gran mayoría vaya corriendo
a comprar astrología o tarot que también
son libros, podremos ganar una
parte de esos lectores hacia la literatura.
Yo lo haría de esa manera”.
Se sabe que la Feria Internacional
del Libro de Buenos Aires es un mega
evento con más de 1.500 actividades,
en una superficie de más de
45.000 metros cuadrados, -la más
concurrida en el mundo
de habla hispana-, que
en sus casi tres semanas
de duración suele
recibir la visita de
más de un millón de
lectores y doce mil
profesionales del libro,
como editores,
libreros, distribuidores,
agentes literarios,
ilustradores, bibliotecarios,
diseñadores, traductores
y escritores provenientes de
23 países.
“Esta es la gran oportunidad que te
da la Feria, el único evento de rock masivo
que tienen los libros es la Feria, entonces
¿se lo vamos a regalar a los de
la televisión? ¿a los de redes sociales?
¿a los que ya tienen todo? No, ahí hay
que dar una pelea de la literatura,
y es una instancia legítima para
dar una pelea, porque esta feria la
crearon los escritores, los editores.
¿Vamos a regalar eso a los mismos
de siempre?”, se interroga Martínez.
Por el contrario, para Ana María
Shúa la Feria no tiene por qué señalar
qué es literatura y qué no lo es: “Como
su nombre lo indica es una feria, por lo
tanto, lo que tiene que hacer es vender
muchos libros, todos los libros posibles.
No veo que tenga que tener otro rol que
eso, y ya es bastante”, asegura.
La autora de “La muerte como efecto
secundario”, “La sueñera” y “Casa de
geishas” se extiende en su definición y
sostiene: “No es una feria de literatura,
se venden todo tipo de libros, de cocina,
ensayos, fotografía, de cualquier cosa,
y eso no la vuelve ofensiva ni objetable.
No tiene nada de malo que tenga un
propósito comercial, y el hecho de que
lo tenga no quiere decir que al mismo
tiempo no pueda proponer una aproximación
cultural al fenómeno del libro.
Las dos cosas son ciertas”.
“Cualquier cosa que sirva para
atraer hacia el libro a gente que
habitualmente no entra a una librería
-que es lo que pasa un poco con
el público de la Feria- me parece maravilloso
y es justamente una de
las cosas buenas de la Feria, que
promueve el libro entre personas
que no son lectores habituales.
Los booktubers y los tiktokers son fenómenos
que están presentes en la feria
porque cumplen esa misma función”,
destaca la escritora y guionista.
Otro escritor que se posiciona frente
al fenómeno de la Feria del Libro y
los diferentes sentidos que este masivo
evento instala o que pone en disputa
es Hernán Vanoli: “Creo que la
Feria debe ser un evento dedicado
a la difusión de la literatura argentina
y un punto de confluencia
regional, pero no es ninguna de
estas cosas. Me gustaría que hubiera
una programación un poco más conceptual
y vinculada a problemáticas nacionales”,
señala el novelista.
Autor de “El amor por la literatura
en tiempos de algoritmos”, “Pinamar” y
“Varadero y Habana maravillosa”, Vanoli
cree que en lo que respecta a la Feria
como un espacio señalador de lo que es
literatura “podría hacer cosas para remediar
esto, pero no lo hace, y no sé si
es porque no puede, por falta de imaginación
o de interés. Es una feria netamente
comercial, que corona lo que funciona
en el mercado, con algunos arrestos
individuales de políticas culturales
que son valiosos pero insuficientes”.
Para el escritor, el acercamiento a
la lectura de nuevos públicos que la Feria
consigue a través de fenómenos como
por ejemplo el de redes sociales “es
interesante aunque está pensado con
la lógica de un gran supermercado con
sus cabezas de góndola, sus saldos a
vender, sus pequeños productores de
nicho”.
“La Feria es un supermercado
y no veo que eso esté mal; un supermercado
donde todos tienen
un espacio para hacer su gracia”,
desmenuza.