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Río Salado del Norte

30/07/2023 03:11 Viceversa
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Río Salado del Norte Río Salado del Norte

El primer río que vio Homero Manzi fue el Salado del Norte, en Añatuya, su pueblo natal y este río, años más tarde, en 1937, entrará en sequía y lo reunirá con Roberto Arlt, que erraba por Santiago Del Estero haciendo crónicas sobre esta tragedia. Curiosamente un porteño como Arlt, en medio de la sequía provinciana se encuentra con Manzi, poeta santiagueño que trazara las auténticas fronteras de la ciudad de Buenos Aires: “Pompeya y más allá la inundación”. Eran tiempos de misachicos, en que campesinas y campesinos sacaban a santos y vírgenes de las parroquias y en procesión y con rezabailes, cantando, danzando, llorando y orando, los llevaban frente al río para que con sus ojos de yeso y de milagros vieran el drama de la sequía. Y paradójicamente, este Salado que fuera protagonista de aquella sequía histórica fue también el de la trágica inundación que el 29 de abril de 2003 arrasara la ciudad de Santa Fe. Por este acontecimiento Horacio Guarany escribió la Carta Abierta Al Río Salado: “Viejo río salado/ Que mal que te portaste/…El llanto no aguantabas/ Y te echaste a llorar/ Y ahogaste las semillas/ Del niño que dormía/ Del abuelo que hacía/ De tu cauce su pan/ Y a tus pobres vecinos/ Le arriaste las banderas/Su rancho hoy es tapera/ Un páramo total/ ¿Acaso te vengaste?/Talaron tanto monte/Te hicieron tanto mal…” Cabe destacar también el libro Por encima de los techos que el poeta santafesino Roberto Daniel Malatesta compuso recordando cuando el Salado arrasó su casa: “...no se parecía al río manso de mi infancia,/más bien era el mismo demonio/que estiraba la lengua sobre nosotros./Todos los vecinos subieron a los techos,/y yo juro, y mi perro jura,/vimos a Dante y a Virgilio/pasar en bote por mi calle/rumbo al Purgatorio”

Fronteras y confines son dos palabras fundamentales para contar la historia del Río Salado del Norte, y no sólo por ese carácter de ir de una sequía histórica a una inundación catastrófica, sino también por haber sido un natural límite de culturas, el representante de un punto lejano que los ojos de la cultura occidental no llegaba a ver: el más allá de este río que nace en las alturas andinas, en el Nevado de Acay, Salta, al que los calchaquíes consideraban cerro sagrado, por lo que entre antigales y pueblos de adobe este río aprende a caminar entre culturas ancestrales para ya adentrarse en el chaco santiagueño, en las manifestaciones de sus pueblos, los lules, los vilelas, los tonocotés, los diaguitas, los abipones, los mocovíes, los guaycurúes y los sanavirones, para acabar en el Paraná, esa rebelión de pájaros, memorias guaraníticas y barro del Litoral. Es importante señalar que el Río Salado Norte, con una extensión de 2.210 km es el segundo río más extenso de la Argentina, después del Paraná.

Fueron varias expediciones de españoles, criollos y aventureros de muchas nacionalidades para comprobar la navegabilidad de este de este río,   también de misioneros franciscanos y de jesuitas encargados de las reducciones, de militares y sus fortines, y de las guerras por la “civilización” en las que siempre pierden los mismos. El Salado lleva este registro, tan es así que el poeta santafesino José Pedroni escribió: “En tu sal, la amargura del indio”

Como la mayoría de los ríos argentinos, el Salado del Norte ha sido nombrado de muchas maneras, generalmente con denominaciones indígenas, muchas de ellas se las ha llevado HuayraPuca, diosa del viento, otras han sido registradas. Tal vez el Río Salado del Norte alguna vez fue nombrado Caballo muerto, Padre de pueblos, Pájaro de Agua, pero eso no lo sabemos, aunque sí podemos acreditar sus otros nombres: río Calchaquí, río de las Conchas, río Guachipas, río Juramento, río Pasaje,  hasta llegar al Paraná con su nombre definitivo, el Salado del Norte. Conviene destacar que en su paso por el territorio mágico de Santiago Del Estero, el Río Salado recibe el nombre de “Cachi Mayu”, río Salado en quichua, pareciera que esta denominación viene acompañada de acontecimientos asombrosos, porque en esta zona del Salado son innumerables las leyendas, mitos y milagros populares que acontecen. Vitillo ábalos, integrante de esa cofradía cultural que fuera Los Hermanos ábalos sostenía que a orilla del Cachi Mayu el latir del legüero llegaba más lejos. En aquellas riberas hechizadas en las que el pueblo cuando pierde ovejas, vacas o algún objeto valioso, organiza, como una promesa, una Teleseada, fiesta con bailes y bebidas ofrecidas a La Telesita, patrona pagana que halla lo perdido, alma milagrosa que muriera quemada en el monte, en eso que Ricardo Rojas llamó: “El País de la Selva”. Del mismo modo a orillas del Cachi Mayu, dos pájaros se vuelven leyenda: el Kakuy y el Crespín, el primero producto de una controversia entre hermanos, que acaba con el alarido  nocturno de la muchacha que a modo de castigo ha sido convertida en ave, y el segundo un conflicto de una pareja, que la mujer abandónica también termina como un pájaro lamentándose por la noche: “¡Crespín!, ¡Crespín!” No tan curiosamente, en ambas leyendas las condenadas son mujeres, el Salado también sabe de malas costumbres o de Folklore malo .Podríamos añadir la presencia de La Mayupmaman, una sirena que según los pescadores aparece en las aguas del Cachi Mayu, para advertirles acerca del abuso de la pesca. Es interesante cómo la cultura popular tiene base ecológica.

Ser orilleros del Salado también ha sido una cualidad, tan es así que Manuel Belgrano llamaba "el saladinoIbarrita" a Felipe Ibarra, el caudillo federal santiagueño que había crecido entre malones indígenas y venganzas atroces de “los civilizados”, por esto el creador de la bandera lo consideraba un hombre de coraje por lo que le confió la instrucción cientos de sus soldados. Sin duda el río Salado también ha sido una escuela de supervivencia o al decir de Roberto Arlt: “Es verdad que el Nilo es un río gentleman; sus inundaciones tienen lugar periódicamente en la segunda mitad del año, todos los años… En Santiago del Estero, ni el Dulce ni el Salado son gentlemans”

Para las y los santiagueños el Cachi Mayu es un changuito santiagueño, protegido por el Señor de Mailín y el diablo de la salamanca, hijo de las alturas de la indoamérica, padre de todo eso que nace cuando se encuentra con el Paraná.

El Río Salado del Norte es la memoria de las hijas e hijos de la sequía, de la inundación y de aquellos pueblos que en sus orillas soñaron, forjaron y defendieron sus identidades.


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