06/08/2016 19:37 Viceversa
Escuchar:
PELEAS PELEAS
debajo del cobertor y esperar. Aprieto
mis manos contra las orejas y cierro los ojos para
desaparecer. Lentamente la oscuridad raya la
noche y sorbe el compás de la estridencia. Sólo
mis dientes rechinan hasta que sale el sol. Los
oigo preparar el desayuno y aparezco otra vez.
“¡Buen día, hijo!”, me dicen con tono menguado,
como si hubiéramos podido dormir toda la
noche.l