ENTREVISTA

"Sentí miedo, creí que nos iban a matar; ellos también estaban nerviosos"

"Todo el tiempo teníamos las armas en la cabeza y ante cada pregunta, nos golpeaban", relató el joven que vivió una noche de terror en el mercado.

Recuperándose en su casa del Bº Villa Rosita, a raíz de las heridas que le provocaron los asaltantes, Rubén Fernando Díaz -el empleado de seguridad que fue reducido en Comeco- dialogó en exclusiva con EL LIBERAL tras el millonario robo.

"Estaba completando una planilla, dentro de la garita, cuando advertí que de la zona del Bº Salta Prolongación, una persona corría en dirección hacia mí, apuntándome con un arma de fuego. No me dio tiempo a nada. Me gritó: quedate quieto, ¿Cuántos son? ¿Están armados? y comenzaron a golpearme", dijo Rubén al iniciar el relato acerca de cómo ocurrió el dramático episodio.

El empleado, quien trabaja como sereno con horarios rotativos desde hace 9 meses en el predio de Comeco, continuó: "Rápido, apareció otro; los dos tenían armas, me apuntaban a la cabeza. Me golpean y me tiran boca abajo, me piden que mire al piso, que no levante la cabeza y me atan las manos".

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Con el primer "obstáculo" resuelto, los delincuentes ingresan al predio. "Me llevan con ellos al interior del mercado donde estaba mi compañero, que tampoco logra verlos y ahí lo reducen. Nos llevan hasta el puesto 51 y ahí terminan de atarnos de pies y manos. Usaron cintas de "Peligro", buzos, y los cordones de nuestros borcegos; solo uno quedó a cuidarnos y los otros salieron", narró la víctima.

Los maleantes comenzaron a buscar el botín. "Todo el tiempo teníamos las armas en la cabeza. Uno de ellos, que es el único que habló, nos preguntó de dónde se apagaba la luz, mi compañero le indica dónde está el tablero y que toque cualquier botón. Ellos apagaron las luces de afuera, por lo que comenzaron a pegarnos otra vez, diciendo que les mentíamos", relató Rubén.

"Por cada pregunta que hacían recibíamos un golpe. Finalmente lograron apagar la luz del pasillo y nos preguntaban dónde estaba la plata. Nosotros no sabíamos porque no conocemos los manejos. Querían que le abriéramos las puertas de la administración", contó el empleado de Comeco.

En penumbras, los ladrones rompen las puertas de los puestos. "Al parecer abrieron donde no había plata y comenzaron a hacer tiros. Uno que hablaba como porteño se acercó hasta donde estábamos y nos dijo que si no le decíamos dónde había plata íbamos a ‘terminar mal’", manifestó el guardia.

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Continuando con el relato del atraco, recordó: "En un momento pareció que iba a entrar algún vehículo, pero el porteño ese gritó que no era nada. Después escuchamos que seguían rompiendo cosas. Diez minutos después el que estaba de custodio hizo un chiflido, le respondieron y se fue. Cuando todo quedó en silencio nos desatamos y salimos a pedir ayuda".

Antes de finalizar, la víctima remarcó que sintió miedo. "Cuando nos apuntaban en la cabeza pensábamos que nos podían matar porque ellos también estaban nerviosos", sentenció.

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