La afinación del bombo, un sello distintivo

Desde hace décadas que permanece intacta una tradición familiar, a partir del elemento central para la construcción del instrumento: el ceibo. Pero también las hachas, los cortafierros, martillos y gubias, son las herramientas que forman parte de su universo artesanal, centrales a la hora en que la inspiración del artesano comienza a rodar para empezar a arrancarle los secretos a la madera, hasta lograr la perfección sonora deseada.

Ese es quizás el sello distintivo del trabajo del Indio: el sonido que el instrumento va adquiriendo una vez que toma forma. “Aprendí a graduar los tonos guiándome por el espesor que tiene el parche. Sobre la base de este criterio le corto el pelo a cierta altura”, explica, entre uno de los tantos procedimientos para la creación del bombo.

Froilán cuenta la anécdota de una fábrica de bombos, denominada “Bombos del Valle” (a la altura de avenida Sáenz Peña y 12 de Octubre), que con máquinas especiales lograban construir numerosos bombos, dejando atrás la originalidad de crear el instrumento de manera artesanal, como se conoció siempre en Santiago.

Hacia fines de los años 60, la fábrica santiagueña exportaba bombos y “con sus máquinas especiales sacaban varios bombos de cada tronco de ceibo”, recuerda Froilán, de aquel instrumento que llevaba el sello “Del Valle”.

Cuando al Indio le llevaron para arreglar un bombo producido por esta fábrica, comprobó que “algo apagaba el sonido”, y así se dio con que los “vellos” de la parte interna del cilindro era lo que dificultaba su sonoridad. “Al pulir esos vellos, descubrí que el bombo debía tener afinación para alcanzar un mejor sonido”, señala el experimentado luthier, entre tantos detalles que luego fue descubriendo con los años y que hacen a la calidad del instrumento de percusión.

“Todo lo que fui encontrando en el camino lo fui volcando en el armado del bombo. Conocí el árbol cuando al cortarlo, comprendí que tenía que superar los 25 años para que pueda ser maduro, y sea mejor la caja sonora”, reconoció el artesano, en base a la cascara que el ceibo va desprendiendo con sus años.

También, explica que las gubias las elabora junto a sus colaboradores del taller. “Cuando falleció don Pedro Díaz, herrero de gran técnica, empezamos a hacer las herramientas aceradas aquí en el patio, siguiendo su técnica”, indicó.