Evangelio según San Juan 6,16-21. Evangelio según San Juan 6,16-21.
bajaron a la orilla del mar y se embarcaron, para dirigirse
a Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya era de noche
y Jesús aún no se había reunido con ellos.
El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.
Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo.
Él les dijo: “Soy yo, no teman”.
Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde
iban.
Comentario
Este día la Iglesia hace memoria de Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia. En el evangelio
que nos ofrece la liturgia para este día encontramos una breve plegaria de agradecimiento
de Jesús al Padre
ante esa revelación que es acogida con gozoso por los desheredados del mundo.
En la sociedad tremendamente
clasista en la que vivía Jesús la ignorancia era vista no solo como ausencia
de conocimiento era una marca que excluía a los pobres. Jesús denuncia esa falsa religiosidad que consideraba
“malditos” a las personas
que no conocían la Ley en profundidad.
Pero son los empobrecidos
quienes mejor acogen el mensaje de Jesús. Los pobres eran quienes esperan
siempre un milagro, los que tienen una mayor capacidad
para recibir la Buena Noticia. Los desposeídos, los desheredados, los últimos
son los que hacen suyo
el mensaje de Jesús. Los sabios y entendidos se cierran
con su autosuficiencia a la revelación del Reino, su orgullo y egoísmo les impide ver la asombrosa novedad de Jesús. Esa prepotencia de los que se creían saber les impedía acceder al mensaje
del Padre
Jesús ofrece a todas las personas que están abatidas,
agobiadas por los mecanismos
de exclusión social
y religiosa, llevar un yugo de libertad que se encuentra
en el camino de la humildad y la sencillez. Ahí donde se intuye el sentido profundo de nuestra vida y las actitudes que nos disponen
para enfrentar las dificultades de la vida. En las personas sencillas, en los pobres, en los humildes descubrimos un gran potencial
humanizador. Son personas abiertas a la gratuidad
de Dios y nos ayudan
a descubrir su presencia
incluso cuando parece escondido. l





