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Arturo Frondizi: la crónica de una oportunidad perdida

23/12/2017 21:46 Santiago
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Arturo Frondizi: la crónica de una oportunidad perdida Arturo Frondizi: la crónica de una oportunidad perdida

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Arturo Frondizi, el único presidente constitucional

correntino de nuestra historia, nace el 28

de octubre de 1908 en una familia de inmigrantes

italianos formada por Julio Frondizi e Isabel Ercoli,

ambos de Gubbio, donde se casaron y partieron

hacia la Argentina a principios de la década de

1890. Sus primeros hijos nacieron en Italia y los

siguientes entre Olivos, Paso de los Libres y Posadas.

Don Arturo solía contar a sus íntimos que

en los aÑos que los Frondizi-Ercoli vivieron en Paso

de los Libres, no había matronas, por lo que los

seis vástagos que nacieron allí lo hicieron realmente

en el Brasil, en Uruguayana, y luego fueron

anotados en el Registro Civil argentino. Solía

bromear diciendo que era el primer presidente argentino

nacido en Brasil, el anteúltimo hijo de una

familia numerosa.

Don Julio se dedicaba a la construcción y pudo

dar, en el marco de la Generación del '80 y

a pesar de su vida trashumante, una educación

formal bastante buena a sus hijos. Arturo estudió

sus primeras letras en Concepción del Uruguay,

y allí fue alumno del Colegio Nacional, siendo uno

de los cuatro primeros mandatarios que estudiaron

en el “heredero de Urquiza”, tal como el prócer

llamaba al primer colegio laico del país. Tres

alumnos presidieron la Argentina y el cuarto fue

presidente del Paraguay. Finalizó los estudios secundarios

en Buenos Aires, en el Colegio Nacional

Mariano Moreno, en Almagro. Influyó, sin duda,

en el carácter y la inteligencia de Arturo, la

condición de libre pensador de su padre severo y

la bondad y religiosidad de su madre.

Llega a pensar en la idea de ingresar al Colegio

Militar, pero su afición por las actividades

intelectuales y su participación en los temas

estudiantiles, lo lleva a la Facultad de Derecho

de la Universidad de Buenos Aires, donde

se recibe en tres aÑos de abogado, con diploma

de honor. Tenía 22 aÑos recién cumplidos.

Los tiempos de estudiantes lo mostrarán interesado

en el deporte: fue boxeador y futbolista.

Es extraordinario saber que practicó el fútbol

y llegó a la primera división del Club Almagro,

lo que lo hace el único presidente que llegó a

competir en un campeonato argentino. Hoy, en

la localidad de José Ingenieros, en el partido de

Tres de Febrero, a metros de la Capital Federal,

el estado del Club Almagro lleva su nombre.

POLíTICA Y AMOR

El golpe de Estado de 1930, encabezado por

José Félix Uriburu, fue el llamado a la política para

Arturo Frondizi. Desde ese momento, se convertirá

en militante y dirigente para toda la vida.

En 1931, cuando correspondía que el presidente

de facto le entregara el diploma de honor por su

título universitario, se negó a recibirlo. Dirá con

claridad: “La hora no es de premios ni halagos…

Mi conciencia no admite otra satisfacción que…

una Universidad en que el derecho a pensar no

sea delito”. Poco tiempo después era arrestado

y no será la única vez en su vida política. En 1932

se afilia a la Unión Cívica Radical.

En estos tiempos conoció a Elena Faggionato,

una muchacha cuya familia también era

de Gubbio. Rápidamente se enamoraron y poco

tiempo después formalizaron el compromiso

el día en que Arturo cumplió 24 aÑos. El casamiento

de Arturo con Elena se formalizó en

la iglesia de San Carlos de Almagro, el barrio

que marcó su vida porteÑa. Fue el 5 de enero

de 1933. Una curiosidad es que esa iglesia es la

misma en que tres aÑos después iba a ser bautizado

un niÑo llamado Jorge Bergoglio, hoy papa

Francisco. Tendrán una hija: Elena, que será

la luz de los ojos de Arturo. Supo encontrar toda

su vida un momento de calma y distracción

tomando un café en la confitería Las Violetas,

en la esquina de Medrano y Rivadavia, siempre

en una mesa sobre las ventanas. Su aspecto

ascético será una característica que lo acompaÑará

siempre. Sus anteojos destacados, su

calvicie, su elegancia, su delgadez y su mirada

profunda eran la expresión transparente de

un intelectual agudo, de un hombre preocupado

y sobre todo, de un político que mostraba en

su austeridad la pasión por la cosa pública. Con

sus manos construyó una casa en Pinamar que

hoy es un museo en su homenaje: “La Elenita”.

En 1937 participa de la fundación de un periódico

llamado “País Libre”, que será un órgano

de propagación de las ideas del radicalismo

moderno. Comienza a consolidarse la imagen

de Frondizi como un hombre de doctrina, y un

promotor de instituciones de inspiración intelectual,

como el Colegio Libre de Estudios Superiores

y la Asociación Cultural de Doctrina

Radical. En la elección presidencial de ese aÑo

el radicalismo es derrotado. Eran los tiempos

del mal llamado “fraude patriótico”.

OPOSICIóN Y PERSECUCIóN

En 1944, el radicalismo enfrenta al único

golpe exclusivamente militar de nuestra historia

comenzando una gran discusión doctrinaria

fomentada por la desaparición de sus dos líderes

durante medio siglo: Yrigoyen y Alvear. En

la convención de Avellaneda, Frondizi redacta

la declaración final que es el primer programa

ideológico que se presenta a la sociedad por

parte de la UCR. En 1946 la Unión Democrática,

alianza de los partidos tradicionales en contra

de la candidatura de Juan Perón, heredero de la

Revolución de 1943, es derrotada provocando

una crisis que permitió el surgimiento de nuevos

liderazgos, entre ellos los de Ricardo Balbín

y Arturo Frondizi.

Frondizi es diputado nacional entre 1946 y

1952, siendo vicepresidente del bloque radical,

al mando de Balbín. Cuando éste es despojado

de los fueros y puesto preso por el gobierno,

Frondizi asume la titularidad del bloque y se convierte

en la principal voz opositora. Fue natural

su candidatura a vicepresidente de la República

para las elecciones de 1951 acompaÑando al

“Chino” Balbín. Fueron derrotados pero la voz de

Frondizi fue la más clara en contra del régimen

peronista, no confundiendo nunca los aspectos

de la cuestión. Lo dirá así, con claridad: “Una cosa

es el país, una cosa es la Nación, una cosa es

su pueblo, y otra cosa es el régimen peronista”.

Luchó siempre para evitar la confusión entre el

estado, el gobierno y el partido.

La imprevista muerte de Moisés Lebensohn

deja en sus manos la presidencia de la UCR,

en 1954. Era delegado por la minoría, pero su

prestigio y las disidencias entre otros sectores

radicales lo consagran. Publica en estos tiempos

el libro “Petróleo y Política”, cuando le faltaban

aún dos capítulos para su terminación.

Siempre se discutirá porque lo hizo. El 27 de julio

de 1955, un mes después del bombardeo a la

Casa Rosada y a la Plaza de Mayo, y el incendio

de las iglesias céntricas de Buenos Aires, será

llamado a dar el primer discurso en 10 aÑos de

un dirigente opositor por las radios controladas

por el gobierno. Ya era el jefe de la oposición.

El golpe de Estado del 16 de setiembre de 1955

puso al radicalismo en una encrucijada. La proscripción

del peronismo le dio el papel principal en

la discusión política, pero las posturas divergentes

entre los dos grandes sectores frente al gobierno

de facto, produjo la división de la UCR.

Balbín postulaba la colaboración con Aramburu

y Frondizi negaba cualquier compromiso que no

fuera la rápida normalización institucional. Llamadas

las elecciones para febrero de 1958, la fractura

radical se patentizó en las formulas Balbín-Del

Castillo por la UCR del Pueblo y Frondizi-Gómez

por la UCR Intransigente. En estos tiempos nació

la gran amistad política entre el candidato intransigente

y Rogelio Frigerio, uno de los más grandes

y discutidos intelectuales políticos del siglo XX,

quien pactará el apoyo de Juan Perón, desde el

exilio, para la UCRI, a cambio de la legalización del

movimiento peronista.

LA PRESIDENCIA

Con el 45% de los votos, Frondizi fue consagrado

presidente. Asumió el 1° de mayo de

1958, y su discurso inaugural fue extraordinario.

Fue un plan de gobierno explícito que tuvo

logros formidables en la economía y el desarrollo

social, que no fueron óbice para los graves

problemas políticos surgidos por la proscripción

del peronismo, que el presidente trató de

levantar pero los mandos militares no aceptaron

de ninguna manera.

Sus grandes realizaciones fueron la radicación

masiva de terminales automotrices, mayormente

en Córdoba, el autoabastecimiento

petrolero en sólo tres aÑos (aunque la estrategia

de asociación de YPF con empresas privadas

fue motivo de una agria discusión que llega

hasta hoy), el incremento de la producción

de acero producido en el país, y sobre todo una

normalización de las relaciones económicas

del país con el mundo y el intento de reordenamiento

de las variables alteradas por las políticas

fiscales de los gobiernos anteriores.

El conflicto desatado por la discusión sobre

la educación privada fue impresionante. El

presidente sostuvo la libertad de las instituciones

no estatales para brindar servicios educativos,

que provocó un gran enfrentamiento con

los sectores reformistas, encabezados por su

hermano Risieri, entonces rector de la Universidad

de Buenos Aires. La renuncia del vicepresidente

Alejandro Gómez debilitó el apoyo partidario

a Frondizi, lo que abrió el camino de los

planteos militares, que se contaron por decenas,

contra las políticas de pacificación y reconciliación

propuestas por el presidente. El

alejamiento de Rogelio Frigerio por las presiones

castrenses y la llegada de álvaro Alsogaray

al ministerio de Economía y Trabajo marcaron

los límites de maniobra del gobierno frente

a las presiones corporativas. Lentamente Frondizi

iba dejando jirones de sus ideas en el ejercicio

del poder.

En Santiago del Estero fueron los tiempos

de Eduardo Miguel, aliado del presidente Frondizi.

Durante su gobierno, se produjo el primer

ataque de la organización guerrillera Uturuncos,

en Frías. Las convulsiones de ese tiempo

político no le impidieron inaugurar el Hospital

Regional de Santiago del Estero. El triunfo del

peronismo en las elecciones de 1962 hizo que

Frondizi interviniera la provincia, en un intento

de evitar el golpe de estado. No lo logró.

Su encuentro furtivo en la residencia de Olivos

con el dirigente de Cuba, Ernesto “Che”

Guevara, donde la esposa del presidente le sirvió

un café con leche con medialunas a quien

consideró “un hombre desesperado”, fue el

hecho que agotó la paciencia militar. El 29 de

marzo de 1962 fue derrocado Arturo Frondizi.

La demora de los militares en tomar el poder hizo

que la Corte Suprema de Justicia, siguiendo

la idea de uno de sus miembros Julio Oyhanarte,

tomara juramento al presidente del Senado,

José María Guido, y así un civil quedó a cargo

del país, en un momento de convulsión que anticipó

tragedias mayores.

SUS úLTIMOS AÑOS

Frondizi fue puesto preso en la isla de Martín

García, luego en San Carlos de Bariloche, y

una vez liberado fundó el Centro de Estudios

Nacionales, de ahí en más su centro de actividades.

Fue su secretario Alberto Taddei. Fue

para siempre una figura destacada de la vida

pública argentina. Se convirtió en un opositor

duro del gobierno de Arturo Illia. Será parte de

la “Hora de los pueblos” en 1972. Se encontrará

con Perón, a su regreso a la Argentina. Vendrán

tiempos duros para Arturo Frondizi.

Su hermano Silvio fue asesinado por la Triple

A en 1974. A pesar de los comentarios mal

intencionados, don Arturo asistió al sepelio,

mostrando que las distancias políticas no tenían

que ver con los afectos. Apoyó tibiamente

el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976,

siendo siempre crítico de sus políticas económicas.

El 19 de agosto murió su hija Elena, un

golpe del que nunca se repuso. Fue de los pocos

que con claridad patriótica se opuso a la

guerra de las Malvinas desde el primer momento.

Supo soportar los ataques más viles. En

1983 su partido, el Movimiento de Integración

y Desarrollo fue el primero en obtener la personería

para participar de las elecciones nacionales,

donde su viejo amigo Rogelio Frigerio fue

candidato a presidente.

La soledad de sus últimos aÑos impidió que lo

protegieran de la exhibición de su deterioro físico

e intelectual. Su esposa Elena Faggionato murió

en 1991 y él lo hizo el 18 de abril de 1995, en

su departamento de la calle Berutti. Fue velado

en el Congreso Nacional y sus restos se encuentran

en el Cementerio de Olivos, junto a sus hermanos

Risieri y Silvio. Aún se nota la ausencia de

un gran homenaje al último presidente que quiso

ser estadista, y en parte lo logró.

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