El rencor perpetuo entre Salvador María del Carril y su esposa Tiburcia Dominguez El rencor perpetuo entre Salvador María del Carril y su esposa Tiburcia Dominguez
Ya retirado Del Carril de la vida pública,
no logró restablecer la relación con su esposa.
En 1862 Salvador había publicado una carta
que decía que él no iba a pagar las deudas de
Tiburcia desde ese momento. Lo hizo a través
de los diarios porteños, lo que provocó un escándalo.
Su esposa le respondió por una carta
privada en la que le prometió que esas “eran las
últimas palabras que le iba a dirigir en la vida”.
Y cumplió. No se hablaron, viviendo en la misma
casa de la calle Alsina, en Buenos Aires, durante
los siguientes 21 años.
Cuando Salvador del Carril murió el 10
de enero de 1883, se levantó un monumento
espléndido en el cementerio de la Recoleta,
con una estatua del prócer realizada por
Camilo Romairone. Al morir Tiburcia, el 19
de setiembre de 1898, su voluntad fue que
el busto que la recordara debía ser realizado
por otro escultor. Resultó elegido José Arduino.
Y que el monumento debía ser emplazado
dando la espalda al de su marido. Hace
más de un siglo las marmóreas estatuas de
Tiburcia y Salvador, esposos por 52 años, se
dan la espalda, esperando una reconciliación
que aún hoy no ha llegado. La vida pública
de un hombre y una mujer a veces no se corresponde
con la privada… O muchas veces...
O quizá siempre.








