VIDEO: Mariana Arias, la evolución de la modelo que se convirtió en actriz y hoy se siente plena como periodista VIDEO: Mariana Arias, la evolución de la modelo que se convirtió en actriz y hoy se siente plena como periodista
“Hay que abrir el corazón y dejarse llevar”. Contundente y clara es la frase de Mariana Arias, modelo, actriz y periodista argentina que, en su entrevista para el ciclo “A solas con EL LIBERAL, abrió su corazón y se dejó llevar para revelar cómo fue su infancia, la relación con sus padres, su vínculo con su abuela, su primer paso en el mundo de la moda, su protagónico en un filme que abordó la reencarnación y la muerte, su fértil presente como periodista, la espiritualidad que marca de su ser, la vida misma.
¿Cuánto ha influido tu abuela en la decisión de que te conviertas en modelo?
El trabajo como modelo, que en aquél momento era una profesión vista de una manera distinta a como la vemos hoy, vino desde afuera. No es que yo lo elegí, me eligió a mí. Tenía la contextura física y las características para hacerlo, me propusieron hacerlo, empecé a hacerlo y me fue muy bien, muy bien porque trabajé muchos años. Viajé a Europa y a Estados Unidos. Trabajé en Europa y EE.UU. Lo hice profesionalmente, muy seria. Yo me tomo las cosas en serio y me da resultados. Cuando uno pone mucho trabajo en algo y trata de aprender cuales son los mejores tips para hacerlo de la mejor manera también tiene su buen resultado. Y eso me pasó con la modelo. Mi abuela estaba encantada, le divertía muchísimo que yo lo hiciera como a mi papá y mamá también. Siempre estaban en la primera fila de los desfiles. En esa época yo trabajaba como mannequin. Era una época muy rica en la moda argentina. Uno de los vínculos más importantes que tuve fue con Gino Bogani (diseñador de alta costura), que fue también mi maestro en mucho que tiene que ver con la cultura. Cada uno de sus desfiles era un show que no solamente era su vestido sino que, además, tenía un entorno que hacía que tuviese un gran concepto cada una de las pasadas. Aprendimos mucho con él y sigue siendo mi amigo hoy.
No todo es color de rosas en la vida. Y en el mundo de la moda, algunos dolores existen. ¿Tuviste que atravesar por alguna etapa que te incomodó?
No. Eso es una fantasía. Fue todo bueno. La pasé muy bien desde el principio. Me fue muy bien y todo fue fluyendo. Y también tengo amigas que son hoy mis amigas. Nosotras éramos veinte modelos que íbamos de un lado para otro, nos hicimos amigas y seguimos siendo amigas. No existió en esa época esa competencia desleal. Fue muy buena esa época en vida. Después tuve la necesidad de que fuese una etapa, de que terminara porque tenía otras expectativas, tenía ganas de seguir creciendo, evolucionando. La vida es tan larga que no hay nada mejor que buscar los sueños todo el tiempo.
En esa búsqueda de sueños, a los 30 años, cerraste una etapa de tu vida para enfrentarte a un nuevo desafío como fue la actuación. ¿Qué te llevó a elegir este reto?
Yo soy introspectiva y me gusta mucho analizar. Me analizo desde muy chica. Me gusta mucho la evolución del ser humano. Y la actuación es eso, es el trabajo y el instrumento sos vos. Tenía una cosa que ya venía trabajada, en un punto, y me parecía interesante estudiar y me puse a estudiar con uno de los mejores maestros que es Julio Chávez, Fue eso de un crecimiento enorme porque ahí trabajas mucho con vos mismo, con tus sentimientos, con tus sensaciones, con tus dolores, con tus fracasos, con las tristezas para poder después expresarlo en la actuación. Lo que me pasó es que me llegó muy rápido una oportunidad muy grande como fue que Eliseo Subiela (cineasta argentino) me eligiera para hacer la película “No te mueras sin decirme a dónde vas”. Por algo llegan las cosas.
En esta película de Subiela sos Raquel donde, simbólicamente, representas a la reencarnación. ¿Crees en la reencarnación? ¿Cuál es tu opinión sobre la muerte?
Creo en la evolución. Creo que estamos en esta vida para evolucionar, para ser mejores personas. Trabajo mucho para que eso suceda. Me equivoco un montón. Uno tiene cosas que hay que mejorar como egos, narcisismos. Lo bueno es trabajarlo, identificarlo. Me gusta mucho la terapia, el análisis. Me analizo desde chica. Es un sitio de mucho crecimiento y conocimiento personal. Creo en la evolución. Estamos acá para evolucionar y para ser mejores. En cuanto a la reencarnación, es posible, es posible que sea así.
¿Consideras que Eliseo Subiela vio en vos esas cualidades para darte el papel de Raquel en el filme “No te mueras sin decirme a dónde vas”?
Eliseo era una persona muy espiritual. La película habla de la reencarnación. Mi padre se estaba muriendo en ese momento, tenía una enfermedad terminal. Yo lo sabía. Me llevó el guión en el que estaba hablando de la muerte. Creo mucho en que nos teníamos que encontrar con Eliseo y Eliseo también creyó en eso. Recién había comenzado a estudiar teatro con Julio Chávez. Julio me dijo “te vas a meter en un lío porque todavía no está preparada”. A Eliseo se lo dijo que yo no podía hacer un protagónico en ese momento. Fue a buscar otras actrices y volvió y me dijo: “Yo siento que tenes que ser vos”. Era algo que tenía que suceder. No era algo tan pensado. él sentía que yo era Raquel. Yo me sentí segura haciendo la película con él. Esa película fue muy transformadora y muy buena para mí crecer en muchos aspectos. Pasé toda la enfermedad de mi padre. Se hablaba mucho de la transformación, de la reencarnación. Eso me ayudó a transitar ese momento. Mi padre no pudo ver la película, se murió antes. Además, Eliseo tuvo un ataque cardíaco en medio de la posproducción. Pasaron muchas cosas, y muchas cosas relacionadas con el tema de la película que fue muy mágico todo, para bien y raro también. Creo, y cada vez mucho más, en no intelectualizar los encuentros, las relaciones sino que hay que sentirlas también. Hay que abrir el corazón y dejarse llevar. Quizá no te hubiera dicho esto hace dos o tres años, pero hoy siento que la cosa va por ahí.
¿Cómo te llevas con los preconceptos acerca de que una modelo no puede ser actriz?
Ahora me llevó muy bien, ya no me interesan. Me parecen pequeños, poco inteligentes. Los prejuicios nunca te llevan a un buen lugar. Creo que cambió mucho todo. Hoy todo está más aceptado. No hay tanta estricticidad con respeto al tema. Uno puede salir de un lugar y entrar en otro siempre y cuando se prepare y lo haga con responsabilidad. Me parece interesante que alguien pueda evolucionar y que pueda hacer diferentes cosas en la vida. La vida es más larga. Tenemos más posibilidades de vivir hasta los 80 años.
Buscó un analista cuando tenía 10 años, cultiva la espiritualidad, acepta las terapias alternativas y aboga por una mejor calidad de vida
¿Qué otros elementos hicieron que eligieras una vida más espiritual? Vives un presente, pero no dejas de indagar, de hacer una introspección.
Siempre fui así. Busqué mi primer analista a los 10 años, lo busqué yo. Se ve que tenía un problemita. Es algo que no lo puedo explicar. Es parte de mi personalidad. Me interesa mucho o que le pasa al otro. Es más, quería ser psicóloga cuando era chica. Terminé siendo modelo, pero me anoté en la universidad para hacer el ingreso a la Universidad de Psicología. Empecé a trabajar tanto que lo dejé. Es mi naturaleza el indagar en lo más profundo del ser humano.
Hoy tienen una mayor visibilidad las terapias alternativas. ¿Todas contribuyen a ese objetivo puntual del ser humano que es buscar una mejor calidad de vida?
Yo creo que sí. Yo creo que todo lo que te haga bien, si realmente te está haciendo bien, hay que chequear, ¿no?, pero sirve, por supuesto que sí. No hay que dejar de lado la medicina, ni ir al médico, ni atenderse con lo científico. Todo puede complementarse. El análisis freudiano, que por ahí es lo más clásico, con la meditación puede ser un buen complemento. Para mí, todo lo que te haga bien es bienvenido.
En esta indagación interior que hiciste, ¿Qué exorcizaste y que dejaste?
Quizás dejé el hecho de juzgarme mucho a mi misma. Los prejuicios que a veces uno ve afuera son los que uno tiene de sí misma. Fui adquiriendo más seguridad. La universidad me dio mucha seguridad, me dio herramientas, me metió en otro mundo totalmente distinto a pesar de que siempre me interesó el arte, la música, la literatura, pero el hecho de ir a la universidad fue muy determinante y muy bueno para mí. Ahí exorcicé los prejuicios, estos prejuicios que nos limitan, que nos empobrecen. Exorcicé y evolucioné es el no sentirme sapo de otro pozo. Antes era muy insegura y lo tengo mucho más trabajado ya.
¿Y el periodismo que es lo que te está dando?
Un lugar de placer, de interés, un lugar en el que uno puede cambiar muchas veces la realidad dándole luz a alguna noticia, buscando las fuentes, entendiendo la realidad de un país, estar más cerca de la verdad. Me da, además, una posibilidad de proyectarme hacia el futuro, de seguir evolucionando, de seguir creciendo. Tengo mucho por hacer. Una de las cosas que más me gustan son las entrevistas porque ahí meto esto que me interesa del ser humano y también la información. Es un momento de muchísimo placer hacer una entrevista en la que uno respira lo que está pasando ahí, te conecta y busca la información y trata de escuchar.
¿Qué entrevistas destacas de la que hiciste?
Todas las entrevistas tienen algo de interesante, no todas pero muchas. No sé, conocer a Rosa Montero, la escritora española, al escritor Pérez-Reverte y a políticos como Lilita Carrió y músicos como Gustavo Cerati. Esa fue una entrevista muy mágica porque tardé un año en conseguirla. Soy muy perseverante. La conseguí y fue una de las pocas entrevistas que Gustavo dio, así tan larga y con más profundidad.
Mariana no puede vivir sin amor
“Yo no tengo problemas en abrir mi intimidad”, sostiene sonriente Mariana Arias. Y es así como la abrió para EL LIBERAL y conocer su pensamiento sobre el amor, la amistad y la relación con Paloma, su única hija.
¿En qué momento de tu vida llegó el amor?
Creo que nunca estuve sin amor. Me gusta mucho el amor. Es un estado de mucho crecimiento, de mucha evolución, de mucha creatividad, de mucho encuentro con uno mismo, de darse cuenta cuales son las cosas que con el otro se pueden iluminar o no. Es un trabajo lindo el tema de la pareja. Mi madre siempre estuvo en pareja con mi padre. Mi abuela también estuvo siempre en pareja. Creo en la pareja como un buen equipo, pero tiene que haber amor. Uno no se puede quedar donde ya no hay amor. Pueda ser que uno mismo lo pueda erosionar también. A veces, el amor se erosiona por las actitudes de uno y de otro, pero a veces las parejas tienen un cambio muy grande y no pueden seguir juntas porque no cambian en el mismo sentido. También creo que eso es una buena decisión. Si hay que separarse para volver a encontrar el amor hay que volver a encontrar el amor. No se puede estar sin amor (empieza a tararear la canción “No se puede vivir sin amor”).
¿La maternidad ha contribuido a esa evolución que remarcas?
Sí, absolutamente. Fue un quiebre muy grande cuando nació Paloma (Cepeda, fruto de su relación con el fotógrafo Marcelo Cepeda). Yo tenía 26 años. Ahí decidí que iba a dejar de ser modelo. Tardó un poco porque me iba bien y tenía que vivir, pero lo empecé a pensar desde ese momento por cuando la vi a Paloma dije que yo tenía que seguir adelante con cosas que quiero hacer porque tengo que darle un ejemplo que tenga que ver con el estudio, con el trabajo. Entonces, empecé a pensar por ese cambio. Pasé por la actuación y la actuación no era lo que estaba buscando. Me dio muchas satisfacciones, hice cosas interesantes, pero no era lo que yo quería porque no quería estar tan en el centro. Busqué otra cosa que tuviera que ver con mi naturaleza, con mi curiosidad, con mis ganas de conocer. Decidí meterme en la carrera de Periodismo en UCA. Lo hice y encontré lo que realmente me hace feliz. Me siento muy a gusto con lo que está pasando hoy con respeto a mi profesión. Me siento súper plena. En ese sentido, Paloma me marcó el camino porque los hijos te exigen, te miran. Busqué lo mejor para que ella tuviera un buen ejemplo.
Recurro a Joan Manuel Serrat con esa bella canción “Esos locos bajitos” cuando dice “A menudo los hijos se nos parecen. Así nos dan la primera satisfacción…” ¿Cómo es tu caso con la llegad de Paloma a tu vida?
El tema del parecido con Paloma es un tema porque somos muy parecidas. Estábamos muy unidas, muy pegadas y hubo que hacer un trabajo para que ella pudiera volar. Y ella lo tuvo que hacer también. Ella tuvo que ponerme límites a mí para que yo no fuera tan exigente, no la acosara tanto con lo que había que hacer. Fue muy interesante el momento de soltarla. Fue un punto de partida para su crecimiento muy grande y para su diferenciación y para ser ella misma. Hoy tenemos una relación mucho más respetuosa y mucho más de intercambio de cosas y de crecimiento y de muchísimo amor siempre porque creo que no hay otro amor tan grande y tan fuerte que uno tiene con los hijos. Por eso uno quiere que todo salga bien y a veces se desespera. Y, a veces, hay que soltar.
A propósito de soltar, ¿sufriste con el síndrome del nido vacío?
Sufrí muchísimo porque Paloma se fue chica, se fue a los 20, 21 años. A veces uno hace las mismas cosas que los padres. Yo también me fui chica. Sufrí mucho al comienzo porque me daba mucho miedo que ella esté sola. Fue lo que tenía que pasar. Sufrí en ese momento, pero hoy, realmente, fue positivo.
¿Qué valor tiene la amistad para vos?
La amistad es una de las relaciones y de los vínculos más importantes porque un amigo es aquél que se alegra con lo que te pasa, que te escucha, que aguanta que llores con él, que aguanta tus problemas y también, a veces, tus cosas que no son tan buenas. Me parece uno de los vínculos más importantes de la vida.
“Mi infancia tuvo mucho que ver con mi abuela”
Todos conocen tu trayectoria profesional como modelo, actriz y ahora periodista, pero me gustaría indagar, con tu permiso, acerca de tu infancia.
Mi infancia ha sido una infancia buena, muy buena. Mi infancia tuvo mucho que ver con mi abuela. Mi abuela era una persona muy libre, muy evolucionada tanto espiritualmente como intelectualmente. Era una mujer que le gustaba lo nuevo, le gustaba divertirse, le gustaba la moda y también era muy profunda. Siempre que necesitaba un consejo o una ayuda estaba cerca de ella. Mis padres (Juan Carlos "Cacho" Arias y Teté Riquebourg) eran más niños, más inmaduros, pero eran muy buenos padres. Siempre me dieron muchísimo amor. Mi infancia tuvo algunos momentos de soledad porque al ser única hija yo no siento que haya sido el mejor momento de mi vida salvo este gran encuentro con mi abuela que si fue un gran encuentro y una mujer que, para mí, fue un faro porque me enseñó a cocinar, a que me guste mucho la vida, a que me guste las cosas lindas, la curiosidad. Tenía mucha vida interior y me la transmitió y eso me hizo mucho bien. Mi padre y mi madre eran mis padres. Siempre es distinto, siempre te ponen límites, te dicen “esto sí y esto no”. La infancia no fue el mejor momento de mi vida. Creo que después, cuando tomé la decisión de cambiar de colegio, que fue una decisión personal y empezó la secundaria, ahí entré en la vida de otra manera y empecé, de alguna forma, a conectarme con las amistades, con la vida afuera de mi familia, con la vida social digamos. Cambió totalmente mi vida.
¿Dónde naciste y en qué lugar cursaste tus estudios primarios y secundarios?
Nací en el barrio de Colegiales (el 15 de agosto de 1965), en la ciudad de Buenos Aires. Estudié en dos colegios religiosos. El primero se llama Corazón de Jesús y el segundo Las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Siempre, todas mujeres. Fue una buena formación en valores, una formación interesante en ese sentido.








