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ELECCIONES SORPRESIVAS Y SORPRENDENTES: UN REPASO POR LA HISTORIA ARGENTINA

19/08/2023 22:43 Viceversa
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ELECCIONES SORPRESIVAS Y SORPRENDENTES: UN REPASO POR LA HISTORIA ARGENTINA ELECCIONES SORPRESIVAS Y SORPRENDENTES: UN REPASO POR LA HISTORIA ARGENTINA

POR Eduardo Lazzari, Historiador

El pasado domingo 13 de agosto se realizaron las elecciones nacionales, primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias que constituyen el inicio del ritual rumbo a la consagración de un nuevo presidente en el país. Pero los resultados causaron una sorpresa mayúscula, incluso en los especialistas del tema político: dirigentes, analistas, periodistas; pero sobre todo los votantes amanecieron el lunes 14 frente a un escenario político electoral que nadie había previsto. Es muy interesante ver que la lectura de los resultados tiene mucho que ver con las expectativas previas. Una elección donde los tres candidatos más votados tienen una diferencia de votos menor al 3% entre los tres fue significada como un gran triunfo del primero y una derrota de las coaliciones que lo secundaron. Pero ese es el terreno del análisis político y esta es una columna de historia.  A lo largo del siglo XX en la Argentina hubo varias elecciones que no fueron lo que se esperaba. Y la sorpresa siempre generó nuevos escenarios imprevistos. Para hacer un recorrido histórico por las sorpresas más “sorprendentes” del pasado institucional, recorreremos hoy dos elecciones que marcaron un antes y un después en la vida política nacional. Una elección de nivel provincial y una nacional que son la demostración de que “Vox populi, vox Dei” (la voz del pueblo es la voz de Dios): todo se puede analizar, todo se puede discutir pero nadie duda que un resultado electoral se debe aceptar y respetar. Sabattini, la sorpresa cordobesa  La provincia de Córdoba no resistió la avalancha radical que se consolidó con la presidencia de Hipólito Yrigoyen en 1916. Desde 1874 el Partido Autonomista Nacional había dominado la política cordobesa y en 1912, aplicado el voto secreto, universal y obligatorio consagrado constitucionalmente, se impuso como gobernador Ramón José Cárcano, quien venció al radicalismo por 176 votos sobre 70.030 sufragios. En 1916 sería elegido el primer gobernador radical Eufrasio Loza. Pero en 1919 la reacción conservadora, ahora con el nombre de Partido Demócrata, recupera el poder con la sucesión durante casi una década de Rafael Nuñez, Jerónimo del Barco, Julio Argentino Roca (hijo del general) y Ramón Cárcano nuevamente. En 1928 los radicales imponen a Enrique Martínez como gobernador, pero éste renuncia al cargo para asumir como vicepresidente en reemplazo de Francisco Beiró, acompañante de Yrigoyen en la fórmula, quien murió antes de asumir. Esta decisión del radicalismo no cayó bien en los ambientes cordobeses.  Luego del golpe del 1930, se suceden tres interventores federales hasta llegar a las elecciones de noviembre de 1931, donde el radicalismo se abstiene por la proscripción de su fórmula presidencial encabezada por Marcelo T. de Alvear. El Partido Demócrata, dentro de la Concordancia a nivel nacional que incluía a los radicales antipersonalistas y a los socialistas independientes, consagra gobernadores a Enrique Olmos, Pedro Frías, Julio Torres y Luis Frías hasta 1936. Pero el año anterior (1935) las negociaciones entre el presidente conservador Agustín P. Justo y el líder radical Alvear concluyen con el compromiso gubernamental de respetar los resultados en elecciones limpias y a cambio los radicales levantaron la abstención.  En Córdoba los conservadores estaban convencidos de ganar “caminando” la elección a gobernador y por eso descartaron, en forma pública, la “aplicación de métodos que restrinjan la realidad de los votos”, en un claro reconocimiento a que anteriormente se recurría al fraude. Se presentaron cinco fórmulas para gobernar la provincia y nadie esperaba otra cosa que el triunfo conservador de la mano de José Aguirre Cámara. Los radicales consagraron a Amadeo Sabattini como candidato, los socialistas al héroe de la reforma universitaria Arturo Orgaz, un partido local llamado Agrario propuso a Remo Copello y los antipersonalistas a Ernesto Echeverría. Las discusiones previas a la elección del 3 de noviembre de 1935 rondaban acerca de los ministros conservadores a nombrar, de la diferencia que obtendría el oficialismo y cosas por el estilo.  Al abrirse las urnas en el atardecer de aquel domingo la sorpresa fue mayúscula, incluso a nivel nacional, ya que resultó elegido Sabattini con la escueta diferencia de 3.002 votos sobre 222.401 sufragios emitidos. Los conservadores, a pesar de la derrota, mantuvieron el control del Senado provincial, desde donde obstaculizaron la gestión radical al menos por dos años. El triunfo de Sabattini fue leído como el nacimiento de un nuevo liderazgo radical de nivel nacional, el primero del interior. La relación de Sabattini con Alvear no fue fácil pero esa, es otra historia. Perón, el triunfador que muchos no vieron venir  El proceso político desencadenado por el golpe de Estado del 4 de junio de 1943 fue imprevisible, cuando fuera derrocado el último presidente elegido en elecciones fraudulentas Ramón S. Castillo, sucesor de Roberto M. Ortiz, quien delegara la presidencia por su enfermedad que lo llevaría a la muerte. Las circunstancias mundiales producidas por el desarrollo de la 2ª Guerra Mundial iban a tener un impacto múltiple en el país. La cercanía del gobierno militar con los regímenes autoritarios de Alemania e Italia iba a actuar como revulsivo y provocaría un agrupamiento de todos los partidos políticos para oponerse y lograr el fin de la llamada “Revolución del 43”  Desde 1942 los partidos radical, socialista y comunista (éste en la clandestinidad) comenzaron a coordinar sus acciones políticas con el fin de consagrar un candidato único para las elecciones presidenciales de septiembre de 1943, en la que los conservadores gobernantes llevarían a Agustín P. Justo como candidato. La fatalidad hizo que en sólo 10 meses murieran los tres líderes: el antipersonalista Roberto M. Ortiz, el radical Marcelo T. de Alvear y el conservador Justo. Eso dejó libre al presidente Castillo para intentar una candidatura poco popular como fue la de Robustiano Patrón Costas, un buen gobernador salteño pero identificado con el patriciado desprestigiado de entonces.  La acción más espectacular de la Unión Democrática, nombre que los partidos opositores al gobierno adoptaron, fue la Marcha por la Libertad y la Constitución que en septiembre de 1945 hizo trastabillar al gobierno y casi logra el traspaso del poder a la Corte Suprema. Los eventos de octubre de ese año: la destitución de Juan Domingo Perón de todos sus cargos oficiales, su detención y su posterior encumbramiento como candidato oficialista después del 17 de octubre provocaron un cambio dramático en la escena político rumbo a las elecciones presidenciales a celebrarse en febrero del año siguiente.  Sólo se presentaron dos fórmulas para competir en los comicios. Por la Unión Democrática (UCR, PS, PC y Partido Demócrata Progresista) fueron postulados los radicales José Pascual Tamborini y Enrique Mosca. El coronel Perón, acompañado por el radical antipersonalista Hortensio J. Quijano fueron los candidatos de la Junta Nacional Coordinadora, formada por los partidos Laborista, Independiente y la UCR Junta Coordinadora. El gran ausente fue el partido Demócrata Nacional, que había regido los destinos del país durante largos períodos, y que no fue aceptado por ninguna de las coaliciones y sólo tuvo candidaturas legislativas, provinciales y municipales.  A pesar de que Perón había sido un integrante importante del gobierno, la dictadura cumplió su compromiso de garantizar la limpieza electoral. La votación transcurrió en un clima de normalidad y tranquilidad, sólo perturbada por los calores de ese 24 de febrero de 1946. Cuando comenzaron a llegar los resultados de todo el país al Correo Central de Buenos Aires, sede habitual de las tareas de recuento de los votos, comenzó a palparse la sorpresa. La Unión Democrática llegó a anunciar algunos ministros del futuro gabinete porque la victoria era segura y sólo faltaba el trámite formal. Al culminar el escrutinio definitivo, el triunfo de Perón – Quijano, con 1.485.468 votos, que significaron 299 electores, fue contundente por sobre la fórmula Tamborini – Mosca, que obtuvo 1.262.630 sufragios y sólo 66 electores. El impacto en la oposición fue demoledor. Todas las gobernaciones quedaron en manos del partido triunfante, salvo Corrientes, pero que sería intervenida rápidamente por el gobierno de Perón. En la Cámara de Diputados sólo obtuvieron 45 sobre 158 miembros, y en el Senado 28 respondían al nuevo gobierno, con la peculiaridad que la abrumadora mayoría oficialista no dejó asumir a los dos senadores elegidos por la legislatura correntina.  No es aventurado decir que el cambio del escenario político producido en 1945 tardó varios años en ser digerido por quienes no adherían al gobierno. Y a la UCR le costó mucho tiempo encontrar un lugar de oposición al gobierno que pudiera ser visto como constructivo. Quizá la máxima expresión del desconcierto opositor fue la frase del diputado radical Ernesto Sanmartino, que acusó al peronismo de ser un “aluvión zoológico”, despreciando así en forma brutal el ejercicio libre del voto por una parte importante del pueblo argentino, confundiendo a la gente con sus mandatarios que debieron ser los destinatarios del insulto si lo merecían.  Quedan para el próximo domingo algunas otras elecciones sorpresivas, como la que protagonizara Juan Manuel de Rosas a mediados del siglo XIX y la de Raúl Alfonsín en 1983. Si Dios quiere, en estas páginas de El Liberal.

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