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EL LIBERAL . Santiago

El Banco Santiago del Estero cumple hoy 100 años

17/12/2011 00:57 Santiago
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El Banco Santiago del Estero cumple hoy 100 años El Banco Santiago del Estero cumple hoy 100 años

A los cien años no se llega sin cicatrices, máxime cuando de finanzas se trata, en un país que ha hecho de las crisis una política de Estado. Con todo, el Banco Santiago del Estero es de las pocas empresas del país que pueden decir que perduran, pero además están en una etapa de expansión como nunca antes en la historia.

Con el aporte de capital, la aplicación de tecnología, la modernización informática, la remodelación edilicia, la capacitación de los recursos humanos y la visión de futuro de sus propietarios, se ha transformado en una sólida entidad que ha multiplicado sus servicios exponencialmente.

El reconocimiento del público y autoridades de las distintas provincias donde opera, es un orgullo que comparte con un Santiago del Estero en crecimiento, a tal punto que traspasa sus fronteras. Porque una provincia, al igual que un país, demuestra su desarrollo cuando sus empresas salen a competir exitosamente con sus pares consolidados en sus propios territorios.

La transformación se inicia con la privatización mediante licitación pública nacional e internacional, en 1996, se adjudicó el Banco de la Provincia al Grupo Ick y al Banco Florencia S.A. La entidad estaba quebrada, como en su momento la provincia, que venía del estallido social de 1993 y la Intervención Federal.

El país atravesaba dificultades luego de la crisis de México, llamada “efecto Tequila”, Brasil había practicado una gran devaluación, la convertibilidad comenzaba a mostrar sus dificultades para sostenerse.

No eran épocas en las que muchos decidían invertir en el país, mucho menos en una de las provincias menos desarrolladas. Hubo pocos interesados por el Banco. Las empresas Sudecor, Mercado Abierto, Banco Patricios, el Banco Bisel y el Banco Florencia - Grupo Ick compraron el pliego de condiciones. Incluso muchos empresarios locales esquivaron el desafío y decidieron no arriesgar sus dineros.

Fue entonces cuando el actual grupo inversor aceptó el desafío sin el acompañamiento de muchos santiagueños que se habían comprometido a participar pero que a último momento desistieron y prefirieron adoptar una actitud conservadora.

El señor Jorge González, el Dr. Nestor Ick y el Lic. Gustavo Ick asumen el compromiso de conducir el Banco de Santiago del Estero (BSE) S.A. hasta la actualidad. En los últimos 15 años evolucionó de 22 a 40 sucursales incluyendo la Casa Central, además de 13 sucursales más de su Banco controlado, el Nuevo Banco de La Rioja.

El BSE avanzó en un gradual, pero muy sostenido proceso de expansión regional que lo lleva a contar actualmente con sucursales y 140 cajeros automáticos en 8 provincias del país (Santiago del Estero, Tucumán, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Catamarca, La Rioja, Salta y próximamente Jujuy), procesando con alta tecnología bancaria más de 42 millones de operaciones anuales, pagando a 350.000 beneficiarios de la Anses (80.000 en nuestra provincia), asociando una tarjeta de crédito a 255.000 clientes, adherida a 15.000 comercios en toda la región.

Actualmente el BSE se posiciona entre los 15 primeros bancos más confiables de la Argentina, según distintas variables analizadas por el BCRA tales como el nivel de los depósitos, de los créditos otorgados, etc. Con activos totales por $ 2.570 millones al año 2010, unos 650 millones de dólares, marca la importante recuperación y luego el crecimiento experimentado por el BSE durante los últimos 15 años.

Sus inicios en 1911

En 1910, con la instalación del Banco Español del Río de la Plata primero y el 18 de diciembre de 1911, con la inmediata creación privada local del entonces llamado “Banco Comercial y Edificador de Santiago del Estero”, nuestra provincia se incorporaba plenamente al naciente sistema bancario argentino, por la iniciativa de un joven emprendedor santiagueño de sólo 37 años, Don Luis Suárez, que junto a un grupo de vecinos lo fundó con un capital inicial de m$n 500.000, que pronto debió ser ampliado a m$n 1 millón.

Para valorar en su justa medida relativa la envergadura de aquella iniciativa, téngase en cuenta que toda la recaudación publica provincial de entonces no alcanzaba a los m$n 1,5 millones por año.

Considerando el tipo de cambio en el año 1911 y corrigiendo por inflación al día de hoy, aquella capitalización inicial fue superior a los 220.000 dólares actuales, e incuso luego ampliada al equivalente de casi medio millón de dólares de hoy.

También aquel año el mundo observaba con suma preocupación la guerra ítalo-turca, previa a la Primera Guerra Mundial, con una fuerte raíz de diferencias religiosas entre católicos y musulmanes. En nuestro país, ingresaba al Congreso Nacional, bajo la presidencia de Roque Sáenz Peña, el proyecto de ley de reforma electoral que llevaría después su nombre y que, aprobado al año siguiente, en 1912, creaba el sufragio universal, obligatorio y secreto, en la progresiva evolución de nuestro sistema democrático.

En nuestra provincia, el entonces gobernador Manuel Argañaraz creaba las jefaturas políticas departamentales en el interior, pero a su vez, también resultaba un problema la existencia de un reñidero de gallos a sólo 1 cuadra y media de la plaza principal. Acompañaron a Luis Suárez en la creación del primer Banco santiagueño, personalidades tales como el Ing. Baltasar Olaechea y Alcorta, Pablo y Jaime Verdaguer, el Dr. David García, Juan Berraondo, Enrique Ballestrini (h), Modesto González, Manuel Suffloni, Augusto Helman, Alfredo Ricci y Manuel Ruiz, entre muchos otros.

Es necesario recordar aquel contexto socioeconómico, para apreciar adecuadamente el tremendo esfuerzo realizado. Nuestra ciudad capital contaba entonces con solamente poco más de 20.000 habitantes, aun cuando la provincia ya tenía una población de 285.000 personas. Ello habla de la escasa incidencia de los servicios en la actividad económica de aquellos años y del divorcio que existía entre las zonas rurales productivas y las ciudades.

El comercio urbano de Santiago era aun muy incipiente y la industria había declinado mucho, luego de un interesante desarrollo que habían tenido los ingenios azucareros, las bodegas, el sector textil, las curtiembres y los molinos harineros, alrededor de 30 años antes. La principal actividad económica ahora estaba radicada en el interior de la provincia, más precisamente en la actividad forestal, con la producción de carbón, leña, tanino y los durmientes para los ferrocarriles.

Sin embargo, la evolución del Banco resultó de tal magnitud que, a poco más de una década de su fundación, ya en el año 1923 y siempre bajo la gerencia de Luis Suárez, ahora secundado por el Contador Andrés Pereda, su movimiento de caja era de m$n 35 millones anuales, unos 10 millones de dólares actuales. Otorgaba créditos de 5 a 25 años de plazo, fundamentalmente para la construcción privada de viviendas, que figuraban en el Registro de Propiedad, desde el primer día, a nombre del dueño del terreno.

El Banco significó un muy importante fortalecimiento de los derechos de la propiedad urbana. En el caso de la muerte del titular del crédito antes de cancelar el pago del préstamo, en un precursor antecedente de los actuales seguros de vida, se anulaba automáticamente la deuda contraída y se entregaba a los herederos la casa. Incluso, se podía en cualquier momento cancelar anticipadamente la deuda, total o parcialmente, demostrando la versatilidad operativa del Banco.

Crisis de posguerra

Si bien el Banco Edificador pudo atravesar la crisis de la primera posguerra desde el año 1918, la grave crisis económica de los años 1929 y 1930 obligó a los accionistas privados a acordar una capitalización pública en el año 1932, bajo la gobernación de Juan Castro, que lo transformó de banco privado en un banco de propiedad mixta que, mediante la ley provincial 1.144 del 17 de abril pasó a llamarse “Banco de la Provincia de Santiago del Estero”, con un capital inicial de m$n 3 millones, sólo poco más de 600.000 dólares actuales.

Ese mismo año 1932 el Banco viabilizo la emisión de m$n 12 millones de bonos de deuda pública provincial. En el año 1936, al cumplir sus 25 años, su capital ya había ascendido a m$n 185 millones anuales, unos 47 millones de dólares actuales, en concepto de movimientos de caja, cuentas corriente, descuentos y giros bancarios.

Su directorio estaba presidido por Alfredo Ricci y lo acompañaban Edverto de la Vega, José Casanova, Manuel Barthe, Héctor Bonacina, Federico Salaverry, Octavio Latapié y Ramón de la Rúa, entre otros. En el año 1935 se había creado el Banco Central de la Republica Argentina (BCRA), que reformuló y reconstruyó el sistema bancario, muy debilitado por la referida crisis de los años 1929 y 1930.

Cabe agregar que la Segunda Guerra Mundial le creó a nuestro país muy graves problemas de abastecimiento y dificultades para exportar cereales, generando la necesidad de mantener niveles de consumo interno, comenzando así, por primera vez en el siglo XX en la Argentina, un proceso inflacionario, primero moderado y luego, con una política monetaria muy expansiva, ubicándose la tasa de inflación a partir de 1948 en más del 25% anual promedio.

En manos del Estado

En el año 1953, un año emblemático en el que nuestra ciudad capital cumplía los 400 años y fue sede por un día del Poder Ejecutivo Nacional presidido por Juan Domingo Perón, durante la gobernación de Francisco Javier González, mediante la sanción de la ley provincial 2.939 el Banco se transformo nuevamente, en términos organizacionales y de su propiedad.

Ahora pasó a ser un ente autárquico del Gobierno local, denominándose “Banco de la Provincia”. En esa condición de banca enteramente pública festejó en el año 1961 sus Bodas de Oro, de 50 años de vida operativa continua, alcanzando un capital cercano a los m$n 200 millones, casi 47 millones de dólares, con un aporte del 50% facilitado por el BCRA.

Obsérvese el efecto del impuesto inflacionario que, bajo gestión mixta y pública, sólo pudo mantener constante el capital del Banco durante los 25 años del período 1936-1961.

A las primeras sucursales en el interior de la provincia, que seguían las principales líneas ferroviarias, tales como La Banda, Añatuya, Suncho Corral, Frías, Sumampa y Quimilí, se le añadieron, como agencias móviles del Banco, Selva, Bandera, Tintina, Las Termas de Río Hondo, Pinto, Loreto, Ojo de Agua, Monte Quemado y Nueva Esperanza.

Incluso en ese año 1961, ya durante la gobernación de Eduardo Miguel, se habilitó una sucursal de primera categoría especial del Banco de la Provincia en la céntrica calle Florida de la Capital Federal.

En el año 1971 el Banco Provincia, con 340 empleados, ya disponía de 20 filiales en el interior. Se habían habilitado Fernández, Clodomira, Colonia Dora y Los Juríes, en ese orden cronológico. A lo largo de sus primeros 60 años de vida, el Banco había acordado préstamos por un monto total acumulado de más de m$n 9.100 millones o $ 91 millones de pesos ley nacional 18.188 (vigentes entre los años 1970 y 1983, $1 ley 18.188=m$n 100).

Durante los años 70 se aceleraron las tasas de inflación y la emisión monetaria dependió cada vez mas del arbitraje entre la tasa de interés y la expectativa de devaluación de la moneda local frente a un dólar con tipo de cambio cuasifijo. Surgieron entonces los planes de estabilización llamados “heterodoxos”, con control total de cambio, luego los planes llamados “Austral” en 1985 y de “Convertibilidad” en 1991, positivos en el corto plazo, pero la falta de correcciones de las variables macroeconómicas por la inflación incurrida, los hicieron a ambos insostenibles al poco tiempo.

Santiago del Estero atravesaba sus peores momentos económicos e institucionales con gobiernos que llegaron a no pagar los sueldos, acumular una deuda impagable y la utilización política del Banco que otorgaba créditos que de antemano se sabía que no podrían ser cobrados.

Como vemos, el Banco santiagueño, a lo largo de sus 100 años continuos de vida institucional, ha enfrentado diversas y difíciles circunstancias, tanto internacionales como nacionales y locales, adoptando las formas organizacionales que se estimaron más adecuadas en cada caso, para cumplir con su rol de financiador de viviendas e infraestructura en general primero y de agente financiero de la provincia luego.

Así, su propiedad transitó desde una primera etapa enteramente de iniciativa privada durante sus primeros poco más de 20 años de vida (1911-1932), para adoptar luego una forma de capitales mixtos, públicos y privados, durante sus siguientes 21 años (1932-1953).

Después, se transformó a un fondeo y una propiedad íntegramente pública en su siguiente etapa. Para transitar hoy nuevamente una cuarta etapa de gerenciamiento privado (1996-2011).

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