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Los caminos entrelazados de Mama Antula y Manuel Belgrano

Los dos tenían orígenes santiagueños, es por eso que los Belgrano apoyaron, ayudaron y hospedaron a María Antonia en sus inicios cuando llegó a Buenos Aires.

07/03/2024 06:00 Santiago
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Los caminos entrelazados de Mama Antula y Manuel Belgrano Los caminos entrelazados de Mama Antula y Manuel Belgrano

Por José Olivieri Miembro del Instituto Belgraniano de La Banda | Especial para EL LIBERAL

Mama Antula

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María Antonia de la Paz y Figueroa había nacido en 1730 en la zona de Villa Silípica, provincia de Santiago del Estero. 

Cuando los Jesuitas fueron expulsados de los territorios de lo que hoy es nuestro país, contaba con quince años de edad. Fue entonces que hizo promesa de castidad y pobreza y dedicó su vida a la peregrinación y la difusión de los ejercicios espirituales escritos por San Ignacio de Loyola, fundador de esa Orden. 

Vestida con hábito jesuita, comenzó a recorrer distintas provincias -entre ellas, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Córdoba- predicando y organizando grupos a los que les inculcaba la palabra de Dios y los valores de la solidaridad.

En cada lugar, dejaba su frase preferida: "Andar hasta donde Dios no es conocido, para hacerlo conocer".

Las calles de Buenos Aires

Llegó a la ciudad de Buenos Aires por el camino Real del Oeste (hoy, avenida Rivadavia). Allí, con mucho sacrificio y con la ayuda de un grupo de mujeres (llamado "beaterio") que se le habían unido, y con lo que pudo conseguir gracias a la solidaridad y las donaciones, en la Av. Independencia al 1100 de la capital, hizo construir una casa de retiros espirituales, inaugurada el 7 de abril de 1795, que ha perdurado hasta nuestros días. 

Caminaban por las calles porteñas descalzas y con vestimenta negra, provocando sorpresa y espanto en los niños y muchachitos que le dirigían insultos y les gritaban "¡brujas!". En una oportunidad, fue tan grave la agresión verbal y física que fueron incluso apedreadas con violencia y tuvieron que protegerse dentro de las instalaciones de la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad (ubicada en la actual calle Bartolomé Mitre al 1500), donde, curiosamente, Mama Antula había rezado por primera vez cuando llegó a Buenos Aires. En agradecimiento por esa acción, dejó escrito en su testamento la voluntad de ser enterrada allí, pedido que fue cumplido. 

La Casa de Ejercicios Espirituales

Muchos de los próceres de Mayo pasaron por su casa de retiros espirituales -entre ellos, Manuel Belgrano, Cornelio Saavedra, Santiago de Liniers, Mariano Moreno, Juan José Castelli, Bernardino Rivadavia- y recibían la bendición de Mama Antula. Varios años más tarde, cuando ella ya no existía físicamente, concurrían Juan Manuel de Rosas y su hija Manuelita, Juan Bautista Alberdi y Bartolomé Mitre, entre otros.

Entre 1780 y 1799 más de setenta mil personas visitaron el lugar sagrado. 

Mama Antula y Manuel Belgrano

Cuando el 3 de junio de 1770, nació Manuel Belgrano, María Antonia ya contaba con cuarenta años de edad. El creador de la bandera frecuentó aproximadamente nueve veces la casa de retiros para realizar los ejercicios espirituales. 

Los dos tenían orígenes santiagueños, es por eso que los Belgrano apoyaron, ayudaron y hospedaron a María Antonia en sus inicios cuando llegó a Buenos Aires. Fueron ellos, junto a los padres de Manuel Alberti (sacerdote y miembro de la Primera Junta), Pedro Pavón, Benedicta Ortega, Alfonso Rodríguez y Francisca Girado quienes donaron los terrenos donde se levantó la casa y también ayudaron para la construcción. 

Manuel Belgrano compartió los ejercicios espirituales jesuitas con sus pares de la Revolución de Mayo. Aunque él era Terciario Dominico, pues había nacido a metros de la basílica de Santo Domingo (donde fue enterrado y se encuentran sus restos), había estrechado un vínculo especial con la beata. Muchas veces ella acarició su cabeza como prediciendo el mandato celestial que guiaba al joven que sería fundamental para el nacimiento y ordenamiento de nuestra Nación. 

Curiosamente, el sol que la bandera creada por Belgrano lleva en el centro tiene la misma forma y los treinta y dos rayos rectos y ondulados del escudo de la Compañía de Jesús y de las primeras piezas acuñadas de la Moneda Nacional.

Otros seguidores de su causa

Mama Antula estaba convencida de que los ejercicios espirituales ignacianos eran la mejor manera de atraer a las personas hacia Dios y un excelente medio para formar en valores morales y cristianos a quienes se le acercaban. 

En ese tiempo, hubo un santiagueño que obraba de capellán de los revolucionarios de Mayo y años después fue uno de los firmantes de la autonomía de Santiago del Estero, Pedro Francisco de Uriarte. 

Cornelio Saavedra fue apoderado y un gran colaborador en los proyectos de María Antonia.

Sus restos

En 1867 se trabajaba para reconstruir y agrandar la Basílica de La Piedad y, por pedido de monseñor Mariano José de Encalada, comenzaron a buscar los restos de la beata pues sabían que habían sido depositados allí hacía muchos años. 

Cuando ya se estaba por abandonar la búsqueda, una niña indicó el lugar donde su madre le había contado que los habían depositado. Una vez hallados, fueron colocados en la cripta donde aún descansan. 

Sus cartas

Se conservan cincuenta y cinco cartas escritas por ella; la mayoría, dirigidas a los jesuitas de Roma. 

Mama Antula fue la epistológrafa más importante de nuestra literatura hasta entrado el siglo XIX (en que tomó la posta Mariquita Sánchez de Thompson). Las cartas fueron traducidas al francés, inglés, alemán, italiano y latín, y fueron distribuidas en distintos países, principalmente en Rusia, único país que no había acatado la orden de destierro de los jesuitas. En Francia, varios conventos se reformaron al leer las cartas. 

Dos almas que se ganaron el Cielo

El 7 de marzo de 1799, fallecía Mama Antula en los brazos de su amiga Margarita Melgarejo, luego de una vida dedicada a los demás, como lo demostró a lo largo de su existencia. 

Igual que ella, Manuel Belgrano, el joven que tantas veces la frecuentó necesitando la palabra, oración y contención espiritual que solo María Antonia le ofrecía, también dedicó la vida a sus semejantes.

Los dos partieron a la inmortalidad en distintos tiempos y en la soledad de la pobreza, pero con el alma y el espíritu en paz por haber sido, cada uno en su época, forjadores de los valores y las bases para nuestra amada Patria.

En el año 2015, la Academia Belgraniana la declaró Dama Belgraniana.

Mama Antula y Manuel Belgrano, ¡imitémoslos!

Fuentes: Silvina Primat y familia Mama Antula

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