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EL LIBERAL . Santiago

La relación entre los presidentes y los gobernadores 

Por Eduard Lazzari, historiador.

17/03/2024 06:00 Santiago
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La relación entre los presidentes y los gobernadores  La relación entre los presidentes y los gobernadores 

La historia argentina es apasionante, y uno de los momentos culminantes de esa historia fue la decisión de poner en marcha una teoría política que tenía pocos antecedentes en el mundo al tiempo en que se sancionó la Constitución Federal de 1853 en la ciudad de Santa Fe de la Veracruz, impulsada por la decisión del gobernador entrerriano Justo José de Urquiza y la inspiración intelectual de Juan Bautista Alberdi. La convicción de los catorce gobernadores fue necesaria para adoptar el sistema institucional que los Estados Unidos de América estaban llevando adelante desde hacía unos sesenta y cinco años, con una estabilidad llamativa para una democracia moderna que no había existido hasta entonces.

 Una característica muy particular de la historia argentina fue el largo tiempo en el que no existió gobierno nacional.

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Desde 1810, cuando la Junta Gubernativa del Río de la Plata se atribuyó el principio de "hermana mayor" para conducir la revolución independentista, su evolución a través de los triunviratos, los directorios supremos, la fugaz experiencia presidencial de Rivadavia y López y Planes, y su sucedáneo en la delegación de las provincias en el gobernador de Buenos Aires del manejo de las relaciones exteriores y de la defensa nacional; hasta la sanción de la Constitución en 1853, una notable fuerza centrípeta logró mantener unido todo el cuerpo del país, que posteriormente iba a incrementarse hasta llegar a ser el país de habla hispana más grande del orbe. 

De la guerra civil a la Organización Nacional

Luego de la batalla de Caseros, en la que triunfó el proyecto federal constitucionalista del gobernador entrerriano Justo José de Urquiza frente al sistema caudillista sustentado por el gobernador porteño Juan Manuel de Rosas, significó la convocatoria a una reunión que se realizó en San Nicolás de los Arroyos a fines de mayo de 1852, convención que marcó un hito en la historia nacional al reunir la totalidad de los mandatarios de las provincias históricas argentinas por primera vez, y sobre todo terminó en la firma del Acuerdo del 31 de mayo que llamó a un Congreso Constituyente con todas las provincias que asistirían en pie de igualdad nombrando cada una dos convencionales. Es destacable la visión política de Urquiza, quien llamó a sus pares a una provincia que no era la suya y citó a la asamblea constituyente también fuera de Entre Ríos, dos hechos que cimentaron la confianza entre las jurisdicciones que llevaban un cuarto de siglo en guerra civil.

 Buenos Aires no aceptó ser una más, y el 11 de septiembre de 1852 decidió escindirse de la Confederación Argentina para fracasar en la consolidación de un estado independiente durante ocho años. La voluntad de Urquiza de seguir adelante con el proyecto constitucional es el episodio central que cambió la dinámica de las relaciones entre las provincias y que logró la organización nacional, a pesar de la ausencia de la provincia más potente en términos económicos y hasta entonces virtual capital del país. De esa gesta fueron protagonistas dos santiagueños ilustres: el abogado José Benjamín Gorostiaga, el gran redactor de la Carta Magna, y el cura Benjamín Lavaisse.

Las grandes características de nuestro orden jurídico: el ser republicano, representativo y federal, fue el camino elegido para equilibrar el poder de un Estado central con la autonomía de las provincias que, a pesar de las tensiones y de los conflictos ocurridos durante los 170 años de vigencia de la Constitución, sigue funcionando aceptablemente. Vale aclarar que se debate públicamente un error, que es confundir unitarismo con centralismo. En el entendimiento de quien estas palabras escribe, la Argentina tiene un buen funcionamiento del federalismo en el país, ya que desde hace casi veinte años no se producen intervenciones federales, remedio que en los cuarenta años desde la restauración de la democracia en 1983 fue utilizado en sólo seis ocasiones, repitiéndose en dos ocasiones en Corrientes y Santiago del Estero, además de una vez en Catamarca y Tucumán. Anteriormente, entre 1853 y 1976 se aplicó el recurso de la intervención en 168 ocasiones, lo que habla de un uso cada vez más esporádico de este mecanismo previsto por la Constitución.

Es destacable que la Argentina fue el primer país latinoamericano que adoptó el sistema federal, reconociendo la preexistencia jurídica de las provincias respecto del estado central, aclarando que esto puede afirmarse al pie de la letra en el caso de las provincias históricas (las que firmaron la Constitución), y que luego se ha extendido a los antiguos territorios nacionales surgidos del incremento territorial entre 1879 y 1899,queen la década de 1950 se convirtieron en provincias, salvo Tierra del Fuego que lo fue en 1991. 

Los gobernadores presidentes del siglo XIX

   Entre los cincuenta ciudadanos argentinos que llegaron a la presidencia hasta hoy, varios fueron gobernadores de sus provincias antes o después de ejercer la primera magistratura. Los casos de Vicente López y Urquiza son curiosos, ya que el primero luego de ejercer la presidencia en 1827 llegó a la gobernación de Buenos Aires 25 años después en 1852; y el segundo fue gobernador 12 años antes de llegar a la primera magistratura y luego otros seis años más luego de su presidencia, y curiosamente Urquiza fungió como presidente-gobernador al federalizarse Entre Ríos entre 1854 y 1860, completando entonces un cuarto de siglo como mandatario entrerriano.

   Bartolomé Mitre, que puede ser considerado como primer presidente constitucional de la república unificada, fue gobernador porteño durante los dos años previos a su mandato presidencial en 1862. Domingo Faustino Sarmiento fue gobernador sanjuanino también dos años, habiendo llegado como interventor y luego votado por la Legislatura. Pasarían varios años hasta la llegada del gobernador cordobés Miguel Juárez Celman al sillón de Rivadavia en 1886, quien lo hace promovido por una liga de mandatarios provinciales que él lideraba, también influyente en la elección anterior de su concuñado Julio Argentino Roca en 1880.

   La pelea más ostensible entre un presidente y un gobernador en este tiempo fundacional fue la que enfrentó a Roca con el gobernador Dardo Rocha. Luego del gigantesco logro de brindar una capital a la provincia con la creación de La Plata, luego de la pérdida de la ciudad de Buenos Aires declarada capital federal de la República, Rocha se sintió con el espacio para proponerse como candidato presidencial del Partido Autonomista Nacional, el antiguo nombre de los conservadores. En un reportaje Rocha dijo que sería un honor llegar a la Casa Rosada. Roca, que no asistió a la colocación de la piedra fundamental de la nueva ciudad hizo trascender su enojo diciendo: "Es de mal gusto que se prueben la ropa de uno, pero mucho más cuando goza de buena salud". Le quedaban cuatro años de gobierno y el desafío a su poder era demasiado. Rocha nunca llegó a la presidencia y es uno más de los mandatarios bonaerenses que quedaron en el camino, dando lugar a la "maldición de los gobernadores", que dejó en el camino a Bernardo de Irigoyen, Marcelino Ugarte, Oscar Alende, Antonio Cafiero, Daniel Scioli y varios más.   

   

Los gobernadores que llegaron a la Casa Rosada en el siglo XX

   En el caso de los presidentes argentinos surgidos de la Unión Cívica Radical, sólo Arturo Umberto Illia y Fernando de la Rúa fueron gobernadores. El caso de Illia tiene la peculiaridad de haber sido electo gobernador de Córdoba en 1962, pero el golpe de estado que terminó con el gobierno de Arturo Frondizi y la posterior anulación de las elecciones frustró su asunción como mandatario mediterráneo, de donde no era oriundo pero llevada décadas viviendo allí. El caso de De la Rúa es original porque fue el primer jefe de gobierno electo por el pueblo en la ciudad de Buenos Aires, aunque hasta hoy se discute si el cargo es equiparable al de un gobernador de provincia. Ni Hipólito Yrigoyen, ni Marcelo T. de Alvear, ni Raúl Alfonsín fueron gobernadores, y en el caso de Frondizi, que asumió la presidencia siendo presidente de la UCR, tampoco ejerció cargos ejecutivos antes de gobernar el país.

   Los presidentes electos por el Partido Justicialista que fueron gobernadores son tres: Adolfo Rodríguez Saá, puntano con dieciocho años de mandato provincial y cuya presidencia es la más fugaz de la historia constitucional al durar sólo siete días; Eduardo Duhalde, el primer gobernador bonaerense en llegar a la presidencia desde Bartolomé Mitre, no votado por el pueblo sino por Asamblea Legislativa, que había mandado en su provincia durante ocho años luego de ejercer la vicepresidencia dos años junto a Carlos Saúl Menem; y Néstor Kirchner, gobernador de Santa Cruz entre 1991 y 2003. Sin embargo, en este relato no puede omitirse que el fundador del movimiento peronista, el propio Juan Domingo Perón no fue gobernador pero sí vicepresidente de un gobierno de facto entre 1944 y 1945 antes de asumir la primera magistratura. 

   En la medianía del siglo XX puede considerarse notable la relación entre el presidente Perón y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el coronel Domingo Mercante, quienes compartieron el poder durante los años de 1946 a 1952. Desde los tiempos en que el bonaerense era llamado el "Corazón de Perón" y como tal llegó a la presidencia de la Asamblea Constituyente de 1949 hasta el momento en que fue propuesta su candidatura a la presidencia para suceder al lobense, Mercante era considerado el hombre más leal al presidente. Esa candidatura presidencial lo convirtió en enemigo de Perón, quien fulminó la posibilidad de su reelección en la provincia, y tras una larga serie de desencuentros, Mercante fue aniquilado políticamente, siendo expulsado del partido peronista en 1953 y emprendio el camino del exilio en el Uruguay al año siguiente.

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