En 2013, Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en legalizar la producción, distribución y consumo de marihuana bajo control estatal.
Pepe, el del "paisito" que le plantó raíces al narcotráfico con flores Pepe, el del "paisito" que le plantó raíces al narcotráfico con flores
Este martes, a los 89 años, se apagó una voz inconfundible de América Latina. Se fue Pepe. Así, sin títulos ni ornamentos, como él vivió. En su "paisito", Uruguay como le gustaba decir lo recordarán por muchas cosas: su austeridad, su verborragia sabia, su vida de campo junto a Lucía y, también, por haberse atrevido a algo que muchos consideraban impensado: legalizar la marihuana para enfrentar al narcotráfico.
José Mujica, el expresidente que donó casi el 90 % de su sueldo mientras gobernaba y que siguió viviendo en su modesta chacra en Rincón del Cerro, deja un legado que va más allá de la política. Su historia es la de un hombre que hizo de la coherencia una trinchera. No tuvo hijos, pero sí convicciones que germinaron como las flores que cultivaba en su jardín.
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Los brotes nacen del dolor
El 11 de mayo de 2012, el crimen de Gastón Hernández, un trabajador de una pizzería, sacudió a Montevideo. Dos adolescentes lo asesinaron a sangre fría para llevarse la recaudación. La escena, captada por cámaras, fue repetida hasta el hartazgo en la televisión. Un hombre de 34 años, padre de cinco hijos, caía víctima de un delito que ya no era solo un hecho aislado: era el síntoma de algo más profundo.
La reacción de Mujica no fue inmediata ni ruidosa. Fue silenciosa. Convocó a sus ministros más cercanos a reuniones discretas, a veces en la casa de gobierno, otras en su chacra. No buscaba venganza, buscaba soluciones. Y una de ellas, radical, audaz, empezó a tomar forma: quitarle el negocio al narcotráfico regulando la marihuana.
Inspirado por su ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro viejo compañero de lucha tupamara, Mujica abrazó la idea de enfrentar la economía del crimen con inteligencia. "Si la vida es el valor primero, nada más importante que la paz", dijo en una cadena nacional ese mismo año. No nombró aún al cannabis, pero ya lo había decidido.
En 2013, Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en legalizar la producción, distribución y consumo de marihuana bajo control estatal. Fue un sacudón global. "La Holanda de Sudamérica", titularon los diarios europeos. Mujica, que nunca fumó un porro prefería el whisky y el tabaco, se convirtió sin proponérselo en un ícono de la contracultura global.
(Cannabis legal en envase (EFE))
"Esto no es para promover el consumo. Es para arrebatarle un mercado al narco", explicó una y otra vez. La medida, cuestionada al principio, fue sostenida por gobiernos posteriores, incluso de orientación opuesta. Hoy más de 75 mil uruguayos compran marihuana en farmacias habilitadas, otros cultivan en casa o participan en clubes cannábicos.
El documental El Pepe, una vida suprema, dirigido por Emir Kusturica, muestra al Mujica más íntimo: el del mate en mano, el de las bromas suaves con Lucía, el que se emociona con un tango. Un hombre que nunca dejó de ser campesino, ni cuando firmaba leyes históricas.
Pepe Mujica murió este martes. Pero queda su ejemplo: el del dirigente que prefirió la acción silenciosa al estruendo político; el que entendió que los problemas sociales requieren respuestas humanas, no solo policiales. El que eligió sembrar para cosechar paz.
Y queda también esa ley, germinada en dolor, regada con debate, y convertida en una bandera que ondea por el mundo, desde un pequeño país del sur que se animó a cambiar las reglas.
Fuentes consultadas: Infobae y BBC News.