Por Amalia Domínguez y J.J. Jozami.
Jorge Serrano, el granadero loretano que encendió la lámpara votiva del monumento de Aguirre, en 1969 Jorge Serrano, el granadero loretano que encendió la lámpara votiva del monumento de Aguirre, en 1969
A punto de cumplir 77 años, el loretano Jorge Atilio Serrano aún recuerda emocionado aquel 25 de julio de 1969, cuando junto a otros comprovincianos y vistiendo las galas de granadero, encendió la llama votiva que traían desde el Monumento a San Martín, en Buenos Aires, para inaugurar la estatua de Francisco de Aguirre, en el parque que lleva su nombre en nuestra ciudad.
En ese momento era gobernador de la provincia el general Carlos Uriondo. La figura del fundador de nuestra ciudad tiene 3,5 metros de altura y fue obra del escultor santiagueño Roberto Delgado. En el diseño de base, asesorados por el arquitecto Carlos David, participaron los arquitectos Alfredo Degano, Ricardo Martínez Castro y Néstor Cáceres. Las obras civiles fueron realizadas por la empresa Sade S.A., oriunda de Capital Federal.
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Don Jorge Serrano nació en Puesto de Juanes, a 10 km de Loreto. Está casado con Mirta Carreras, nacida en Buenos Aires, en Berisso. Hace 5 años que Serrano, luego de jubilarse, volvió a su Santiago querido, a vivir en Loreto junto a su hijo Lautaro Serrano, quien está pronto a recibirse de profesor de Historia.
Granaderos a Caballo
A los 16 años, Serrano se fue a Buenos Aires. En el año 1966 se enroló en Loreto, porque no hizo cambio de domicilio. En el año 1968 le mandaron la notificación para que se presentara en el Regimiento 18 de Infantería. "Me hacen la revisación médica y salgo apto para todo servicio, como decían entonces. Yo regreso a Buenos Aires. Pero en febrero del 69 me comunican de aquí mis padres que les había llegado la notificación para mi incorporación al Ejército. Cuando me presento, nos eligen éramos como 120 soldados- para cursar el servicio militar en el Regimiento de Granaderos a Caballo. Viajamos a Buenos Aires esa misma noche. Al otro día llegamos a Palermo, donde está el Regimiento y así comienza mi instrucción, frente al Colegio Militar de la Nación. Granaderos es muy especial, no es solo el desfile a pie sino también a caballo. Yo no tenía problema, como hombre de campo sabía andar a caballo. Al llegar el mes de julio, el día 21, nos convocan a todos los conscriptos santiagueños. Nosotros éramos siete en mi escuadrón y cuando nos juntamos en la plaza de Armas éramos como 80. El teniente coronel Reynoso, el segundo jefe del Regimiento de Granaderos, iba apartando gente. Al final quedamos dos loretanos. Nos hicieron algunas preguntas, lo mandaron a mi compañero a la cuadra y yo quedo solo. Y yo no sabía si había sido elegido para algo o para el fusilamiento (risas). Entonces el teniente coronel Reynoso me pregunta si yo sabía quién era don Francisco de Aguirre. Yo le respondo que sí, que era el fundador de la ciudad de Santiago del Estero. Entonces él me retruca "el fundador de Santiago del Estero", y yo le digo que no, que era el fundador de la ciudad. "Y en qué año", me pregunta. "En 1553", le respondo". "Y la provincia?", quería saber. "En 1820", le dije. "¿Y quién ha sido?" (el de la autonomía de Santiago del Estero). Y ahí le digo "don Juan Felipe Ibarra". Y el teniente coronel me felicitó: "Se ve que usted algo conoce de la historia de su provincia", me dijo.
Entonces me explicó que nos habían convocado y que me seleccionaron a mí para que tuviera el honor de representar al glorioso Regimiento de Granaderos a Caballo. "Usted mañana va a estar a las 7 de la mañana en la guardia porque lo van a venir a buscar de la Casa de Santiago del Estero", me comunicó. Y así fue".
"En ese entonces era presidente de la Casa el señor Díaz Yolde. Él me llevó en su auto hasta la Catedral. Ya estaba todo montado en la escalinata donde está la lámpara votiva. Un granadero rosarino encendió una antorcha y la llevó a un sistema que habían montado en una camioneta con tubos de gas. Y me entregaron esa antorcha. Allí comenzó el viaje hacia Santiago del Estero. El primer acto fue en Tigre, recuerdo, y en muchos pueblos hasta llegar a la tardecita a Rosario. Era una marcha lenta de aproximadamente 10 vehículos, entre camionetas y autos. Además, me acompañaban como representantes de los santiagueños en Buenos Aires un profesional abogado, una chica estudiante universitaria, un obrero y un soldado, todos comprovincianos. A la tardecita llegamos a Córdoba y nos alojamos en la gobernación. Nuestros vehículos iban custodiados por la policía local", recuerda don Jorge.
Una persona de la gobernación le preguntó a Serrano de dónde era. Y al comentarle que era oriundo de Loreto, de Puesto de Juanes, este señor le comentó que al día siguiente pernoctarían allí. Le preguntó si tenía familia y al saber que allí vivían sus padres, Amadeo Serrano y Cayetana Miranda y la hermana de Serrano, un policía fue a avisarles para que lo esperaran. Y fue así como se encontraron a la vera de la vieja ruta 9. "Fue una tremenda emoción", recuerda don Jorge.
La Marcha de la Gloria
Al otro día temprano, arrancaron para la ciudad. Ya la caravana no era de 10 autos. Eran como 100 los vehículos que se unieron en Loreto. Esa era la famosa "Marcha de la Gloria", así se llamaba . En el Arco de la Entrada a la ciudad la gente los saludaba emocionada. Desde ahí siguieron a paso más lento y llegaron al Parque Aguirre. Estacionaron como a cincuenta metros de donde está hoy el monumento. "Entonces viene uno de la gobernación y me dice si yo estaba dispuesto a encender la antorcha y prender la lámpara votiva en el monumento. Le dije que sí, con duda, con temor. Y me dice "mire que este es un pedido del señor gobernador, del general Uriondo, que sea el granadero el que la encienda. Usted ha sido el portador de esta antorcha desde Buenos Aires, así que tiene que ser usted". Y le dije que sí, que era un orgullo, pero que no sabía dónde estaba el monumento. Y me dice "no se haga problema que nosotros le vamos a abrir paso. Va a encontrar cuatro soldados santiagueños de frente. Usted parecé en el medio haciendo un giro y después a su derecha está el monumento (ahora está cubierto). Y cuando le den la orden luego de descubrir la estatua, usted encenderá la lámpara votiva". Y así fue.
Don Jorge Serrano guarda ese emocionante recuerdo en sus retinas al que vuelve cada vez que visita el Parque Aguirre.











