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EL LIBERAL . Santiago

Arturo Illia: un presidente que se extraña

Por Eduardo Lazzari. Historiador.

03/08/2025 06:00 Santiago
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Este 4 de agosto se recuerdan los 125 años del nacimiento de don Arturo, tal como lo siguen recordando en sus pagos de Pergamino, en la provincia de Buenos Aires. Si bien para la mayoría de los argentinos el origen del presidente Illia está vinculado a Córdoba, es bueno destacar que en la provincia mediterránea se desarrollaron sus años más fecundos en la actividad política, hasta su llegada a la presidencia de la Nación, cuando ya había cumplido 63 años. Los invito a un recorrido por la vida de un hombre que hizo de la coherencia y de la ética no sólo una forma de vida sino sobre todo el cimiento de una vida dedicada a la sociedad y a la Patria.

Pergamino: infancia y estudios

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Arturo Umberto Illia nace en las afueras de la ciudad bonaerense de Pergamino, en los albores del siglo XX, el 4 de agosto de 1900. Fue bautizado por sus padres, don Martín y doña Emma Francesconi, ambos lombardos, en la parroquia Nuestra Señora de la Merced, al año y medio de edad. Familia numerosa como era común entre los inmigrantes, Arturo tuvo trece hermanos, sumados los tres del matrimonio anterior de su padre. Estudió la primaria en dos escuelas públicas de Pergamino y el secundario en el colegio salesiano Pio IX de Buenos Aires, donde habían estudiado Carlos Gardel y Ceferino Namuncurá.

Se recibió de médico en la Universidad Nacional de Buenos Aires, siendo el único presidente argentino de esta profesión, muy habitual entre los gobernadores de provincia, como fue el caso de los santiagueños Antenor Álvarez y Juan Bautista Castro. Como conscripto fue granadero, y en ese carácter, conoció al presidente Hipólito Yrigoyen, encuentro que marcaría para siempre la vida política de Illia. Fue convocado para la atención médica de alguno de los hospitales dependientes de los Ferrocarriles del Estado, y el joven galeno eligió el que estaba ubicado en la zona más pobre entre las que le propusieron: Cruz del Eje en el norte cordobés.

Cruz del Eje: trabajo, matrimonio y política

En 1929 se muda a Cruz del Eje y comienza su larga tarea como médico de los ferroviarios, tarea que desempeñará hasta su llegada a la presidencia en 1963. Vive varios años en una pensión. Sólo interrumpió su trabajo cuando fue vicegobernador de Córdoba. Su primer cargo público fue como senador provincial en 1936, votando entonces la ley de reforma agraria. En 1939 se casó con la cordobesa Silvia Martorell, con quien tendrá tres hijos: Emma, Martín y Leandro. Adherente al radicalismo encabezado por Amadeo Sabattini, se convierte en el vicegobernador de Santiago del Castillo, que es elegido primer mandatario cordobés en 1940. Fueron derrocados por el golpe de estado de 1943.

En 1948 fue elegido diputado nacional por Córdoba, integrando el bloque radical conocido como de "Los 44", que se opuso tenazmente al gobierno de Juan Perón. Luego de la fractura de la UCR en intransigentes y del pueblo, Illia se mantuvo entre estos últimos. Y su camino a la presidencia se allanó en las elecciones de 1963, luego de la caída de Frondizi y el extraño gobierno de Guido. Su compañero de fórmula era el entrerriano Carlos Perette. Ante la proscripción vigente del peronismo, la UCRP triunfó con el 25 % de los votos. El voto en blanco superó el 20%. Esto marcó una debilidad de origen que complicó mucho al gobierno recién electo. Vale destacar que sus tempranas canas le valieron parecer mayor a la edad que realmente tenía.

Buenos Aires: presidencia y ostracismo

Arturo Umberto Illia asumió la presidencia el 12 de octubre de 1963. El radicalismo acompañó su gobierno, pero Balbín, presidente del partido, retaceó su apoyo en algunos momentos críticos. Su obra de gobierno puede resumirse en la creación del salario mínimo, vital y móvil, la resolución 2065 de las Naciones Unidas que reconoció la existencia de la disputa territorial por las islas Malvinas e intimó a Gran Bretaña a iniciar negociaciones; la ley de medicamentos redactaba por su ministro de Salud Pública, el salteño Arturo Oñativia; la mejora de todas las variables de la economía nacional y sobre todo el lanzamiento del plan nacional de alfabetización. La medida más discutida de su gobierno fue la anulación de los contratos petroleros firmados en la presidencia de Frondizi, que produjo grandes polémicas y detuvo el avance de la producción de hidrocarburos, que se estancaría desde entonces y por décadas. 

En el ámbito político, el mantenimiento de la prohibición del regreso al país de Juan Domingo Perón, evitando que el vuelo desde Madrid del líder proscripto arribara al país en 1964. Las tensiones producidas por el enfrentamiento entre sus enemigos implacables: por un lado, los sindicatos peronistas y por el otro los militares antiperonistas, que extrañamente coincidían en sus críticas a Illia, y algunos sectores económicos afectados por las medidas tomadas por el gobierno, fueron creando un ambiente espeso, alimentado también por la tarea de alguna prensa, que finalmente crearon a crear las condiciones para su derrocamiento, el más injustificado de la historia.

Entre 1963 y 1966 la provincia de Santiago del Estero fue gobernada por Benjamín Zavalía, abogado perteneciente al partido del presidente. Son los años de la inauguración del dique del Río Hondo, la creación de la obra social de los empleados públicos y el primer plan de electrificación rural. En el Senado Argentino se destacó la figura de José Castiglione.

Finalmente, el 28 de junio de 1966, un golpe de estado encabezado por Julio Alsogaray y Juan Carlos Onganía lo echó del poder. Uno de los complotados, el coronel Perlinger, muchos años después pidió perdón a través de una carta pública. Illia fue el único presidente derrocado que no fue preso ni exiliado. Salió por sus propios medios de la Casa Rosada y en el auto de su hermano se fueron hacia la casa de éste. Nadie se atrevió a detenerlo. Pero también fueron demasiado pocos quienes lo defendieron. A dos meses de su derrocamiento moriría su esposa, luego de una larga agonía. Vale recordar que Illia renunció a su pensión como presidente y presentó un inventario de sus bienes: casa, consultorio, tres trajes, dos sacos y diez corbatas. Su auto lo había vendido.

Un recuerdo de mi niñez

Permítaseme el relato de un episodio personal. Muchos años mi familia vacacionó en Miramar, en la costa atlántica. Eran los primeros años de la década del '70. Por la vieja rambla de piedra, podía verse la flaca figura de un anciano, de impecable pantalón negro y camisa blanca, que era saludado con respeto por todos los transeúntes, entre ellos yo. Mi abuelo materno, que no simpatizaba con las ideas de Illia me llevó a saludarlo diciendo: "Este hombre fue presidente y puede seguir caminando sólo por las calles, es un hombre honesto". Illia pasaba los veranos en la casa del escribano Honores, intendente durante largos años de General Alvarado. Al presidente, Honores le prestaba una pieza en su casa para vacacionar.

En Buenos Aires, nunca tuvo una propiedad. Habitaba en un hotel ubicado en la esquina de Sarmiento y Cerrito, esquina que hoy lo homenajea con una placa de bronce recordando esta austera costumbre. "No es honesto tener varias casas para un hombre de trabajo" solía decir don Arturo.

Muerte y homenajes

Retirado de la política, ocasionalmente "despuntaba el vicio", dando charlas. Volvió a su consultorio cordobés. También atendió una panadería. El 18 de enero de 1983 murió en Córdoba, y a pesar de su voluntad de ser sepultado en Cruz del Eje, sus restos reposan, junto a Alem, Yrigoyen, Beiró y Elpidio González en el panteón de los Revolucionarios del 90, en el cementerio de la Recoleta. Decenas de calles, plazas, avenidas y escuelas llevan su nombre, incluso una autopista porteña.

En Pergamino su casa natal, construida con los ladrillos que fabricaba su padre Martín, sigue siendo una propiedad familiar y hoy es la sede del Museo "Casa Natal Illia" donde se puede disfrutar del espíritu y la sobriedad de los Illia. Su casa en Cruz del Eje es también un museo en su homenaje, donde se conserva una bandeja de chapa enlozada en la que los pacientes depositaban lo que podían para ser atendidos, y también quienes no podían adquirir los remedios recetados por don Arturo tomaban lo que necesitaban. Nunca cobraba las consultas.

Una ambulancia sobre rieles que Illia construyó sobre un Ford A para su trabajo está abandonada esperando su restauración. La creciente valoración de su persona y de sus gestiones de gobierno es un testimonio de justicia histórica. El "apóstol de los pobres", como lo llamaban en su pueblo, es reivindicado por aquellos que, a más de medio siglo, recuerdan la abnegación y el esfuerzo por la salud de don Arturo, entre ellos el gran cantante Jairo, a quien Illia iba a curar de noche, en piyama y llevando los medicamentos.

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