Por Diego M. Jiménez
Parecido no es lo mismo Parecido no es lo mismo
El gobierno actual parece no poder escapar a las reglas no escritas de la política argentina de las últimas décadas. Aunque no hay nada probado, las sospechas de tráfico de influencias, dinero mal habido, canales paralelos de financiación, compra de cargos, cohecho e irregularidades varias, parecen asediar los frágiles límites de su construcción política.
La particular dinámica del presidente y su espacio, no son suficientes para consolidar transformaciones estructurales, en un sistema institucional que requiere más cosas que la sola voluntad de liderazgo presidencial. Una República, vale recordar que la Argentina lo es, cobra sentido, especialmente en tiempos de grandes cambios: puede ser la arquitectura adecuada para consolidar, estabilizar y darle forma duradera a modificaciones sustantivas.
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La mesiánica actitud de todo o nada frente a la oposición, la falta de liderazgo consistente en sus bloques parlamentarios, el manejo cerrado y piramidal del poder, sumado a su estilo desprolijo, son trampas autoimpuestas que pueden horadar algunas victorias que la sociedad ve positivas. La baja de la inflación es una de ellas.
Pero, amén de relevante, dada la historia económica del país, el control inflacionario es un mojón de un conjunto de demandas más profundas: trabajo, educación, salud, infraestructura y producción. Temas que comparten un hilo conductor: crisis, fragilidad, ausencia de renovación, resultados pésimos y su condimento fatal: la brújula del gobierno no los tiene bien focalizados en su horizonte. Por desconocimiento, por falta de estrategia integral o desinterés. Tres razones alarmantes por donde se las mire.
La "frescura" que tenía la actual administración en su dominio de los temas de la agenda pública, está perdiendo originalidad. No alcanza la vociferación constante cuando una realidad compleja penetra por los entresijos de un discurso que supo ser efectivo pero que, en esta coyuntura, está perdiendo eficacia.
En los últimos meses, el gobierno parece solo mantener la baja de inflación como activo. La proximidad de las elecciones, es otro frente de cuidado, aunque a la Libertad Avanza le favorece la dispersión opositora y el fracaso del anterior gobierno. Pero la política argentina es dinámica y todo puede cambiar rápidamente. Esto vale para uno y otro lado, aunque el Mileismo tiene ventaja frente al marasmo opositor que no puede encontrar la fórmula para elaborar un discurso efectivo, claro y atractivo para ofrecer a un electorado que prefiere quedarse en su casa y no ir a votar. Este último, es un nuevo problema que comienza a sufrir la democracia argentina, que no escapa a lo que ocurre en el resto del mundo, pero que localmente se agrava dada las particulares carencias que vive y transita la ciudadanía local.
La corrupción, en este contexto, aparece y vuelve a mostrar sus reflejos intactos. Este aspecto, dañino y oscuro, bien de casta, está acercando su oleaje a Balcarce 50 y las defensas gubernamentales frente a él aparecen muy débiles.
En esta situación, el gobierno debería" pisar la pelota", concentrarse en la gestión y tender puentes a sectores afines. Las victorias pírricas generan heridos con marcas que no se olvidan. Por otra parte, ocuparse en clarificar temas que pueden tener impacto electoral: Laboratorios, caso Spagnuolo y Libra, por ejemplo, sería deseable para dejar de parecerse cada día más a aquellos frente a quienes se mostraba diferente y quería desterrar de la política vernácula.
Parecido no es lo mismo, decían Les Luthiers en un sketch inolvidable. Pero los límites, entre unos y otros sectores que se disputan el poder en Argentina, borrosos, por momentos inexistentes, parecen desmentir la irónica frase de los famosos humoristas.








