Por Manuel A. Solanet.
Presupuestando el 2026 Presupuestando el 2026
El presidente Javier Milei presentó en cadena nacional los lineamientos que regirán la "ley de leyes"; el Presupuesto 2026. Desde Libertad y Progreso creemos que es prometedor. La presentación del presupuesto mostró por segunda vez en pocos días al Presidente asumiendo la responsabilidad y las formas que corresponden a su cargo; aseveró que "lo peor ya pasó". La primera fue inmediatamente luego de conocer los resultados de la elección en la provincia de Buenos Aires. En esa oportunidad reconoció la derrota y prometió una revisión y autocrítica de su gestión. Los hizo en términos respetuosos, sin insultos ni improvisaciones ofensivas, como era habitual en él cuando enfrentaba situaciones que le disgustaran.
El presupuesto es una pieza esencial de una gestión de gobierno. Su aprobación parlamentaria implica acuerdos sobre prioridades y límites al manejo discrecional del Poder Ejecutivo. Es una pieza necesaria para darle contenido y validez a una democracia representativa. De ahí que se lo denomine Ley de Leyes. Esta cualidad está esfumada actualmente al carecerse de una aprobación del presupuesto presentado como proyecto en septiembre de 2024. Esa carencia dio automática validez constitucional a la prórroga del presupuesto anterior, que ya era una prórroga.
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El nuevo Presupuesto mantiene la piedra angular del gobierno: el equilibrio fiscal
Con una inflación interanual como la acumulada en los dos últimos años y muchos cambios en precios relativos, es fácil deducir que no puede haber respeto alguno por las cifras nominales de ese presupuesto. Las formas de ajustes nominales, a veces con intervención del Congreso, solo alcanzaron a jubilaciones, salarios públicos, tarifas de servicios y otros rubros, pero la mayor parte del sinceramiento de las partidas del gasto han sido cubiertas sin aprobación formal previa. El aumento inflacionario de los ingresos fiscales por encima de la previsión presupuestaria es el elemento que guía las decisiones de gasto. Esta situación le permite al gobierno lograr recortes en el nivel real de las erogaciones con el sólo arbitrio de aumentos inferiores a la inflación. Esto ocurrió durante 2024 con alguna recuperación en 2025, sin embargo, de acuerdo con la presentación presidencial de anoche no es propósito del gobierno apelar a estas maniobras. La moderada inflación prevista debería hacer posible respetar y no exceder las cifras nominales de este nuevo presupuesto.
El nuevo Presupuesto mantiene la piedra angular del gobierno: el equilibrio fiscal. Este equilibrio como principio de solución de los problemas de Argentina a lo largo de los años, y que el propio gobierno hizo el llamado a la oposición a respetar como principio para guiar la administración financiera del Estado argentino. En este marco, el presupuesto sostiene la concepción de una administración financiera "a prueba de balas", declarando que se logrará superávit fiscal o, en el peor de los casos, equilibrio, ajustando partidas en caso de que la recaudación no sea como se la espera.
El Presupuesto es el soporte que busca el gobierno para sostener las reformas alcanzadas y las que aún faltan. Resalta que el nivel de gasto nacional propuesto es el menor en 30 años, y que está por debajo del gasto público provincial. Se imponen restricciones al financiamiento del Tesoro por parte del BCRA, lo que muestra un intento cabal de poner fin al flagelo de los más pobres; la emisión espuria que genera inflación. Como mayor atractivo electoral el gobierno, esta bandera representa sustancial para un oficialismo golpeado políticamente luego de varias sesiones en contra y unas elecciones que pocos esperaban en la provincia de Buenos Aires.
Se verá un aumento del presupuesto universitario, un aumento de las partidas relacionadas a jubilaciones y a discapacidad
Por el lado de las novedades, se resaltó la prioridad del gobierno; el capital humano. Se asignará, según lo dicho en el discurso, un 85% del Presupuesto a gastos de educación, salud y jubilaciones. Se verá un aumento del presupuesto universitario, un aumento de las partidas relacionadas a jubilaciones y a discapacidad. Se apunta a la ayuda de los más necesitados, sin intermediarios. La otra novedad es el fuerte llamado al consenso. Un consenso enmarcado en la búsqueda de infraestructura clave para el desarrollo con participación público privada y articulando con los gobernadores. El consenso, desde un marco federal parece ser la nueva carta.
Para cerrar con unas observaciones del plano discursivo, es interesante la retórica al esfuerzo sobrehumano al que apela en pos de un futuro prometedor. La expectativa y la esperanza son los otros dos atractivos electorales del gobierno por fuera del control de la inflación; retomar el sendero de horizonte es fundamental para sostener el apoyo al oficialismo, y a las reformas que busca encarnar. La visión de un pasado reciente negativo y como pozo del que se salió alimentan esta retórica y contrasta con un pasado lejano donde la Argentina era grande. Ha vuelta al discurso oficial la historia como legitimador, tanto por la positiva como por la negativa. Finalmente, el llamado a la reflexión del presidente, enmarcándose como uno de los ajustados, congelándose el sueldo desde su asunción muestran a las claras el compromiso con sus propias palabras; llama a la sociedad a "no aflojar", porque "esta vez es diferente".
El Presupuesto muestra ser un contenido holístico de las creencias del propio oficialismo, no solo un marco para su programa económico, sino también un marco para su programa político y cimiento para su proyección.
Crédito: Infobae








