Por el Lic. Esteban Brizuela
¿Para qué "sirve" una Feria del Libro en Santiago del Estero? ¿Para qué "sirve" una Feria del Libro en Santiago del Estero?
Estamos a punto de asistir al evento cultural-literario más importante que tiene la provincia. Hablamos de la 15º Feria Provincial del Libro, que se realiza en el FORUM y el Centro Cultural del Bicentenario (CCB) durante cinco días llenos de actividades como conferencias, talleres, charlas, encuentros poéticos, recitales, etc. Quisiera llamar la atención acerca de lo que hasta hace poco tiempo nos parecía obvio para la saludable vida educativa de una comunidad, y hoy no lo es tanto.
En tiempos en que "déficit cero" se ha vuelto una frase de sentido común, plantear que es pertinente que el dinero del estado sea destinado a actividades culturales se muestra como una idea arrojada. O al menos discutida.
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En este clima de ideas, Santiago del Estero apuesta a una feria del libro. Mejor dicho, lo vuelve a hacer. Y digo "apuesta" en un sentido fuerte, con todo el espesor de la palabra, porque se trata de una feria grande, con invitados de otras provincias, con variopinta oferta de stands y de actividades para realizar. Una fiesta de la cultura imponente, abierta y gratuita.
Considero que, para valorar y analizar una iniciativa estatal, resulta urgente salir de la lógica del fundamentalismo de mercado como único criterio de eficiencia y utilidad. Dejar de pensar que la vía más acertada para dar valor a una política de estado se vincule con formular preguntas al estilo: "¿Cuánto cuesta el evento? ¿Cuánto se gana?". Y si el resultado es negativo en los números, entonces no sirve.
Políticas estatales relacionadas con la cultura, la educación y la salud, por poner tres áreas relevantes, no pueden ser medidas solamente por la vara del debe y el haber. En 2018, la primera ministra británica Theresa May resolvió crear el "Ministerio de la Soledad" en el Reino Unido, porque así decidió enfrentar una problemática que afectaba a casi un 14 por ciento de su población. En los considerandos de la medida estaba el dato de que la soledad es tan perjudicial como fumar 15 cigarrillos por día. ¿Dónde estaría la "ganancia" del estado británico en esta medida? Damos este ejemplo solo para enfatizar por qué a las funciones del estado no conviene pensarlas solo en términos utilitarios y monetarios.
Entonces, volviendo a nuestra pregunta: ¿para qué "gastar" dinero en una exposición en la que durante "cinco días" los santiagueños podemos acceder a un abanico de ofertas culturales para todas las edades y gustos más variados? ¿Acaso eso no podría hacerse con "privados" que inviertan en este "hobby"? ¿Por qué las arcas del estado deberían sustentar la visita o la conferencia de escritores e intelectuales que vienen a participar?
Enumeremos razones:
Se hace porque la inversión de financiar un evento cultural de esta magnitud pone en foco el fomento de la lectura, en tiempos en los que sabemos hace falta trabajar cada vez más en la alfabetización de los estudiantes de niveles educativos obligatorios. Se hace porque resulta una ocasión especial para que los santiagueños podamos apreciar y disfrutar del talento y la producción de nuestros artistas, científicos y escritores. Se hace porque existe una conciencia de valor del conocimiento y de la ciencia, en tiempos en que circulan discursos políticos que bastardean las iniciativas de apoyo al polo científico y cultural argentino. Se hace porque así se contribuye a la industria editorial local, puesto que hay numerosos stands de librerías locales y emprendimientos editoriales que encuentran una oportunidad interesante de hacer conocer sus catálogos y comercializarlos. Se hace porque la producción escrita (ya sean novelas, cuentos, ensayos, investigaciones científicas) de una provincia forma parte del patrimonio cultual de los santiagueños que debe ser difundido y enseñado en las instituciones educativas. Se hace porque sabemos, hoy más que nunca, que la lectura detenida de un libro entrena y desarrolla la atención, una capacidad totalmente necesaria para el aprendizaje y hoy en peligro de extinción. Se hace porque resulta una oportunidad inmejorable de acercar a lectores con sus autores admirados. Y también porque hay una creencia por detrás con respecto al poder transformador de un libro.
Por supuesto que es muy difícil cuantificar en una tabla de Excel los resultados de la experiencia de visita a una feria del libro. Imaginemos, en términos de vivencias, lo que puede significar para un niño, adolescente o joven el recorrido por la feria. Puede ser la ocasión en que un estudiante de secundaria se encuentre con un libro que le va a despertar el amor por el conocimiento. Puede ser el motivo del encuentro de un lector cualquiera con un autor que no olvidará jamás. Puede ser la asistencia de un niño a una charla o una conferencia que le despertará una vocación. Puede ser la oportunidad para que alguien que escribe en el anonimato descubra los emprendimientos editoriales locales en donde puede dar a conocer su obra.
"La lectura de un libro puede provocar en nosotros una cierta revolución individual, interna. Esos cambios personales tienen, creo, un efecto en la sociedad. Yo no le pediría a la literatura que transforme a una sociedad, no le pediría tanto, pero sí creo en el poder transformador de la lectura cuando la construcción de lectores se convierte en una cuestión de estado, en una cuestión política, a través de la escuela, las bibliotecas públicas, los programas sociales", dice María Teresa Andruetto en su libro Una lectora de provincia. Aplicado al caso local, esta autora nos ayuda a pensar en los beneficios y aciertos de sostener una feria por 15 años.
Quisiera cerrar con la historia del escritor y cineasta César González, quien creció en el contexto de una villa miseria de Buenos Aires. En su adolescencia cometió delitos por los que estuvo en reformatorios y en prisión, hasta que en la cárcel conoció la lectura, y con esta práctica, conoció otro mundo. Hoy se dedica a escribir, a hacer películas, a dar charlas contando su historia. Y todo porque un día se encontró con un libro. Abandonó la actividad de robar por otra que lo cambió por completo: la lectura y escritura.
¿Cuántas historias similares a las de González existirán y que por diferentes razones no las conocemos? ¿Acaso la Feria de Santiago del Estero no puede ser el lugar de experiencias transformadoras? Me inclino a pensar que sí.
Hoy estamos ante los desafíos de la Inteligencia Artificial (IA) que nos puede ayudar (y ya lo hace) en tantas cuestiones cotidianas y al mismo tiempo, como contracara, puede implicar una posible entrega al chat GPT de nuestras capacidades de imaginar, narrar y pensar. En ese sentido, y como una respuesta a ese horizonte incierto, una feria del libro puede ser muchas cosas, entre otras, un festival de la imaginación, de la narración y el pensamiento. Tal vez vale la pena entregarse por unos días a esas cualidades que nos hacen humanos.









