Por Eduardo Lazzari / Historiador.
Juana Manso: "El único hombre que entendió la tarea educativa de Sarmiento" Juana Manso: "El único hombre que entendió la tarea educativa de Sarmiento"
Pocas veces en la historia argentina del siglo XIX una mujer pudo participar de igual a igual con los hombres dedicados a la literatura, las artes y la pedagogía. Sin duda el caso de Juana Manso es el más notable de todos.
A tal punto que Domingo Faustino Sarmiento, en medio de los debates para la fundación de la educación pública argentina, le dedicó esta frase, para ridiculizar a sus oponentes varones: todos sus bienes porteños. En Montevideo conoce a Juan Lavalle y a Bartolomé Mitre, quien le dedica un poema. Allí funda en 1841 un ateneo de señoritas en su casa de San Pedro 246, lugar donde también se reúne con "Juana Manso es el único hombre que entiende mi tarea educativa". Estas palabras lo ubican a Sarmiento casi como un feminista de su tiempo, porque decirle hombre a una mujer era un elogio al que pocos se atrevían por entonces. Hoy, cuando esta frase es inaceptable, descubriremos a esta mujer apasionante, poco conocida y de una vida llena de azar y zozobra.
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Sus orígenes y su formación
Juana nace en el barrio de Montserrat en Buenos Aires el 26 de junio de 1819, en el hogar formado por el malagueño José María Manso, que había llegado al Río de la Plata al finalizar el siglo XIX, en 1799, y Teodora Martínez Cuenca, mujer que no era porteña ya que se deduce porque en esos años de la independencia estaba prohibido todo matrimonio entre españoles y criollos. Sin duda la familia tenía un buen pasar gracias a las profesiones del padre que era ingeniero y agrimensor, con gran prestigio por su adhesión a la Revolución de Mayo y al director supremo Pueyrredón quien, para el tiempo de la llegada de Juana, estaba terminando su mandato. Don José María iba luego a adherir al ideario liberal de Rivadavia y se convertiría en un notorio unitario.

Al cumplir dos años Juana nace su hermana Isabel. Desde pequeña Juana se destaca por su inteligencia, su inquietud y cierto desparpajo para presentarse ante los adultos, lo que lleva a su padre a presentarla en público para recitar odas patrióticas, muy de moda en la década de 1820. A los seis años Juana lee y escribe. Es una de las primeras mujeres que asiste a una escuela bajo el sistema de Lancaster creada por Rivadavia, y al poco tiempo muestra fastidio y aburrimiento en las clases, que eran dictadas según el método de preceptores, que consistía en dar trabajos a los alumnos para que los resolvieran particularmente y luego compartieran sus resultados. Juana lee a la perfección, pero sin embargo la aplazan porque no pudo aprender de memoria el abecedario y recitarlo.
Abandona los estudios formales, pero se convierte en una autodidacta apasionada por la literatura, leyendo todo libro que cayera en sus manos y a los diez años manifiesta un gran interés por las formas de la enseñanza elemental, lo que la convierte en la primera pedagoga argentina. Habla varios idiomas, y dedica mucho tiempo a estudios musicales, bajo la dirección del maestro Juan Pedro Esnaola, quien en la década de 1860 haría las variaciones del himno nacional, haciendo arreglos sobre las partituras de Blas Parera. En 1832 traduce del francés la novela "Mavrogenia o la heroína de Grecia", de Ginouvier, obra que su padre hace publicar en Montevideo, con dedicatoria a la Sociedad de Beneficencia. Lo hace bajo el seudónimo "una joven argentina".
Sus exilios, sus obras literarias y su matrimonio
Llega a participar con obras poéticas propias del Salón Literatio de Marcos Sastre en 1837, y ante la política opresiva del gobernador Juan Manuel de Rosas, los Manso se exilian en el Uruguay perdiendo todos sus bienes porteños. En Montevideo conoce a Juan Lavalle y a Bartolomé Mitre, quien le dedica un poema. Allí funda en 1841 un ateneo de señoritas en su casa de San Pedro 246, lugar donde también se reúne con Juan María Gutiérrez, Esteban Echevarría, José Rivera Indarte y quien iba a convertirse en su amigo y crítico literario, José Mármol. Realiza las primeras publicaciones con su nombre.
El bloqueo de Montevideo obliga a los Manso a partir, esta vez rumbo a Río de Janeiro, donde Juana se dedica a enseñar idiomas y a realizar traducciones por encargo. Escribe en las tierras cariocas unos textos filosóficos a los que titula "Fragmento sobre una momia egipcia que se halla en Río de Janeiro". Regresa a Montevideo y el asfixiante ambiente la lleva nuevamente al Brasil, donde conoce a Francisco de Saá Norohna, un violinista al que llamaban el "Paganini portugués", de quien se enamora y se casa a los tres meses, en 1844. Juana lo acompaña a sus giras artísticas por Pernambuco, Filadelfia, Nueva York y Washington.
En Estados Unidos Juana Manso descubre la libertad de la que gozaban las mujeres, aunque deplora el materialismo de esa sociedad. También accede al conocimiento de nuevas técnicas de enseñanza y le llama la atención la ausencia de influencia religiosa en las escuelas estatales. Se sorprende por el debate sobre la esclavitud, tema que la había impresionado en el Brasil. Es el tiempo en que comienza a escribir la novela "Misterios del Plata" y nace su hija Eulalia. En 1847 la familia viaja a Cuba, donde el ambiente es más amable y el músico alcanza cierta repercusión. Nace su segunda hija, Herminia, y al poco tiempo regresan a Río de Janeiro. Juana funda una revista destinada a la mujer llamado "O Jornal das Senhoras", y compone algunas zarzuelas. 1852 será un año trágico para Juana Manso: muere su padre, apoyo moral y material, y su marido la abandona, quedando sola a cargo de sus dos hijas. Decide regresar a Buenos Aires, ya derrocado Rosas, y funda una revista: "Álbum de Señoritas", de la que publica ocho números. En varios periódicos porteños publica artículos de crónicas de viajes y ensayo político. No logra sostenerse y parte nuevamente hacia Brasil en 1858.
Su relación con Sarmiento: la pasión por la educación pública
Vuelve para siempre a Buenos Aires en 1859 y su amigo Jose Mármol le presenta a Sarmiento, un encuentro que será fundamental para ambos. El sanjuanino era director de escuelas de la provincia de Buenos Aires. Inmediatamente Juana Manso es nombrada directora de la escuela normal mixta de Montserrat, cargo que ocupa por seis años. Allí moderniza los planes de estudio y las técnicas de enseñanza, lo que le vale la oposición de la Sociedad de Beneficencia, por entonces a cargo de las escuelas elementales. Colabora con Sarmiento en la publicación "Anales de la Educación".

Escribe un poema en homenaje a su mentor llamado "Al propagador de escuelas". En 1862 redacta el Compendio de la Historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, obra didáctica, basada en la "Historia de Belgrano" de Mitre y en el "Ensayo Histórico" del deán Gregorio Funes. La obra es mejorada por Juana hasta 1874 y en 1881 es completada por sus hijas. En 1864 funda junto a Eduarda Mansilla, "La Flor del Aire", periódico literario ilustrado donde escribe con el seudónimo Dolores "Mujeres ilustres de América del Sud". En 1864 también publica el drama teatral "La Revolución de mayo de 1810". En 1865 renuncia a su cargo de directora de la escuela normal mixta, porque se transformó en una escuela solo para mujeres. Entonces deja la fe católica y se hace metodista, practicando su conversión en el templo anglicano, acompañada por su amigo, el pastor W. D. Junor.
Es nombrada directora de los "Anales de la Educación", cargo que ejercerá hasta su muerte. Al viajar a Chivilcoy en ocasión de la inauguración del ferrocarril, pide la creación inmediata de una biblioteca, que fundaría dos meses después bajo el nombre de "Sarmiento", donando parte de sus libros. Dicta una conferencia sobre la reforma religiosa en Europa siendo insultada y agraviada. Juana publica el texto y recibe una carta desde Estados Unidos. Dice Mary Mann en una carta a Sarmiento: "El discurso de Juana Manso es de hacer llorar a un norteamericano lágrimas de sangre. Es un milagro que una mujer criada en la América del Sud pueda escribir tales cosas".
En 1868, la llegada de Sarmiento a la presidencia, le permite continuar la fundación de bibliotecas y la distribución de los Anales. En 1869 es nombrada en el Departamento de Escuelas. Publica artículos en defensa del proyecto de matrimonio civil. En 1870 asiste a la primera Conferencia de Maestros. En 1871, es nombrada en la Comisión Nacional de Escuelas, cargo que ocupa por primera vez una mujer. Y finalmente es cofundadora de la "Sociedad Pestalozzi". Sus escritos son innumerables y sus temas inacabables.








