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EL LIBERAL . Santiago

Los suicidios post guerras de Malvinas. Las secuelas hasta nuestros días

Por Leonardo Innamorato, licenciado en sociología y profesor en historia.

28/12/2025 06:00 Santiago
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Cada 2 de Abril y 10 de junio, la ciudadanía recuerda el dia del "veterano de Malvinas" y la "Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur". Son postales del fervor cívico y ciudadano que nos convoca en esas fechas en las escuelas, los desfiles y el reconocimiento a los que participaron en dicho conflicto. 

       Lo cierto, es que la gesta de Malvinas dejó cientos de soldados desangrándose entre la desidia, la soledad, la falta de reconocimiento por parte de los gobiernos y la ciudadanía y las secuelas de sus heridas. Lo más penoso, cientos de suicidios que al dia de hoy esta problemática parece no tener solución. Este padecimiento no discrimina entre la oficialidad y los simples soldados. La sufren tantos ex combatientes argentinos como ingleses.

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        Según registros, a la actualidad se han suicidado más que los que perdieron la vida en el campo de batalla. Son alarmantes estas cifras y se torna patológico. Ya estudios surgidos desde la década de los 70, en Estados Unidos, las consecuencias de la guerra de Vietnam dejó cientos de soldados que se habían quitado la vida, internaciones psiquiátricas y problemas para su reinserción en el trabajo y en la sociedad.

         Esta lúgubre realidad de nuestros compatriotas que defendieron con tenacidad nuestras Islas en el Atlántico Sur datan de cifras –extraoficiales- que hablan de más de 500 veteranos argentinos que se quitaron la vida, superando las muertes en combate y afectando a miles de excombatientes por el trauma vivido en acciones bélicas, abandono y falta de tratamiento, principalmente debido al Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) no atendido por el Estado, a pesar de los esfuerzos de organizaciones de ayuda y la visibilización de la problemática por parte de asociaciones de veteranos. 

         Imaginemos por unos instantes, haciendo memoria y poniéndose en la piel del soldado conscripto en una táctica de "defensa estática"; esperar ansiosamente al enemigo en su avance hacia las posiciones enclavadas con nidos de ametralladoras, fusiles, granadas y refugios improvisados en un terreno hostil donde el frio y las posiciones de pozos de zorros en las trincheras era muy común. Recordemos, el cuerpo profesional -médicos y enfermeros-, haciendo malabares en improvisados hospitales de campaña en medio del tormento de bombardeos navales intensos y la sagaz misión de tener que operar y sanar heridas con el material que se contaba. Pues, este tipo de imágenes y vivencias, la reviven al dia de hoy, y en muchas ocasiones.

Un trauma que no cierra

          La tarea difícil de tratar de los traumas de posguerras ha sido un campo abordado por el psicoanálisis durante la Primera Guerra Mundial y por las cuales sus teorizaciones se volvieron "famosas". Ya el neurólogo padre del psicoanálisis, S. Freud sostuvo del "trauma de guerra como aquello inasimilable, aquello que no retorna al mismo lugar sino que nunca se fue, apareciendo como si continuáramos en aquel día, volviendo en pesadillas una y otra vez". 

         Son parte de estas secuelas psicológicas un sin fin de enfermedades y vicios ligados como consecuencia de lo vivido. Algunas de ellas, ansiedad, culpa o la vergüenza de algunas malas o inoportunas decisiones en el campo de combate; culpabilidad por algún camarada, dolor crónico, lesiones cerebrales y traumáticas, y en algunos casos el abuso de alcohol u otras sustancias nocivas. Entre los síntomas son recurrentes recuerdos invasivos, pesadillas, hipervigilancia, irritabilidad y dificultades de atención. Y como consecuencias sociales: las separaciones matrimoniales, el aislamiento y el rechazo en materia de reinserción laboral a la orden del día.

         Este estigma debería ser visibilizado y atendido por acciones genuinas de los gobiernos de ahora en más, tomándose como un reconocimiento, una política de Estado, y la deuda pendiente con nuestros héroes y el personal civil que tuvo que enfrentarse con un enemigo superior y más preparado. Las heridas de guerra no cierran. 

         Hoy, a 43 años de la guerra, mucho se hizo en los sucesivos gobiernos, ya sea en compensaciones económicas, pensiones, y descuentos en comercios - a pesar de la dificultad en conseguir los recursos económicos – en las arcas de los gobiernos. Terminada la guerra, lamentablemente comenzó la "desmalvinización", la cual comenzó con el mismísimo gobierno de facto de 1.982; se los hizo regresar al continente, pero por la puerta de atrás. 

        Concluyendo esta reseña, considero que no alcanza con dar compensaciones económicas o beneficios en materia de derechos sociales y habitacionales, sino dotar desde el Estado en acciones concretas de atención a todo momento, haciendo un seguimiento por casos, con tratamientos psiquiátricos eficaces, ya que sus secuelas físicas como psicológicas son complejas y requieren atención en todo momento. Darles sentido de identidad patriótica y de pertenencia a una sociedad que valora y no olvida la gesta Malvinas. Apoyarlos, no presionarlos al momento de revivir esa crisis traumática de post guerra, y lo más importante, la integración y el reconocimiento en todo momento ya que estas acciones de la ciudadanía se las valora más que una medalla y un desfile de un acto.

        El ex combatiente espera mucho de nosotros, porque ellos y los caídos son los "héroes" que conviven con nosotros en un país y sociedad donde valora ídolos de barro como futbolistas de moda y figuras –muchas de ellas - sin talentos que salen de canales de youtubers. El olvido y la indiferencia es una bofetada a la familia Malvinense. Será menester de todos, desde el lugar que ocupemos, exigir políticas sanitarias hacia ellos y enaltecerlos en merecidos reconocimiento

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