Video | Los viejos cines de Santiago, el ritual que encendía la imaginación Video | Los viejos cines de Santiago, el ritual que encendía la imaginación
Hace más de un siglo, lo
que en sus comienzos
parecía una simple actividad
de pasatiempo,
fue el deslumbramiento que distintas
generaciones de santiagueños
tuvieron con el séptimo arte.
A comienzos del siglo XX,
Santiago del Estero contó con
verdaderas catedrales cinematográficas,
el Petit Palais y el Renzi
son sólo ejemplos de ese tiempo
de esplendor, que luego le siguieron
otros monumentales espacios
del entretenimiento, como
ser el Cine Teatro Splendid, Select,
Rex, Santiago, Luxor, Centro,
entre otros sitios que adoptaron
la modalidad del autocine o
de cine al aire libre, como ocurría
en Estados Unidos, pero que perduraron
pocos años antes de los
cincuenta.
Leonardo Gigli, más conocido
como “Nano”, es el último vástago
de la familia de Vicente Gigli
y Josefina Frediani, y uno de los
pocos santiagueños que desde
joven siguió de cerca las modernas
expresiones de la fotografía
y la cinematografía de su tiempo.
Hablamos de la década del 30
hasta cerca de los años 90, cuando
empezaron a desaparecer los
monumentales cinematográficos
que otrora tuvo el centro santiagueño
y causaron furor en la sociedad.
Aquella gran pantalla que deslumbraba
como su reflejo en los
ojos de grandes y niños por igual,
se convirtió en la eterna y amada
aventura para este nostálgico
del cine.
Además de haber sido fiel
testigo de los primeros establecimientos
cinematográficos que estuvieron
distribuidos principalmente
en el centro de la ciudad capital,
Gigli atesora un gran archivo
fotográfico y cinematográfico que
escapa al alcance de cualquier santiagueño
amante de este arte.
Los viejos cines de Santiago, el ritual que encendía la imaginación from El Liberal on Vimeo.
Desde mediados de los años
treinta, la sociedad santiagueña
vivenció experiencias únicas, que
despertó sonrisas y momentos de
esplendor, cuando la gran pantalla
se encendía y la gente se dejaba
llevar por su magia, para descubrir
el amor, la épica, la risa o el drama.
Durante aquellos años, los
denominados cinematógrafos
se pusieron de moda con espectáculos
de gran intensidad, dejando
una historia y un recuerdo
imborrable en la ciudad de Santiago
del Estero.
Una ventana al mundo
A comienzo del siglo XX, en la
esquina de la calle Independencia
y Avellaneda, donde ahora se
erige el Hotel Carlos V, existía la
confitería Café “El águila”, de Pablo
Mazure, propietario del Petit
Palais en la capital santiagueña.
Al lado de la confitería, se encontraba
el espacio del Pasatiempo
del águila. Allí, se realizaron
por primera vez proyecciones de
cine mudo en nuestra provincia, y
fue justamente Mazure quien tuvo
estas primeras inquietudes de
difundir el séptimo arte en tierra
santiagueñal