Lola Mora, la escultora de la patria Lola Mora, la escultora de la patria
L a historia de la pintura, de la escultura y de
la arquitectura registra desde la antigüedad
hasta los tiempos modernos, una escasísima
cantidad de mujeres que se dedicaron a
las artes plásticas.
El arribo de la edad contemporánea,
luego de la Revolución Francesa de 1789,
fue la apertura de los espacios artísticos a la mujer, pero
no sin dificultades. Y en nuestra historia nacional hay
una mujer que marca un antes y un después. Se trata de
Dolores Mora de la Vega, una joven pintora a la que un
maestro descubrió escultora y se convirtió en una de la
más grandes artistas de América y cuyas obras embellecen
ciudades a ambos lados del Atlántico.Por eso hoy recorreremos
la vida de Lola Mora
Su familia, su nacimiento y la polémica
sobre su sitio natal
Dolores Candelaria Mora de la Vega nace el 17 de
noviembre de 1866, en el hogar formado por el tucumano
Romualdo Alejandro Mora y la salteña Regina
Vega, en tiempos de la guerra contra el Paraguay, durante
la presidencia de Bartolomé Mitre. Lola fue la
tercera entre siete hermanos y sus padres, que se casaron
en la iglesia San Joaquín de las Trancas, vivieron
once años en el pueblo salteño de El Tala, aunque
sus hijos fueron bautizados en el paraje tucumano.
Durante años las provincias norteñas se disputaron
la filiación de Lola Mora.
Finalmente investigaciones históricas pudieron
determinar el lugar exacto del nacimiento, que quedó
ubicado en la provincia de Salta, en un pueblo al
que se accede con facilidad desde el Tucumán. Sin
embargo, se debe considerar que la escultora siempre
se sintió y vivió como tucumana, por lo que es adecuado
respetar su decisión. Lo mismo nos ocurre con
aquellos patriotas como Guillermo Brown (irlandés) o
Domingo Matheu (catalán), entre muchos otras, que
a pesar de su lugar de nacimiento, vivieron y se sintieron
argentinos para siempre
VIDA Y ESTUDIOS EN ARGENTINA
A los siete años comienza a asistir regularmente
a la escuela, donde manifiesta su interés por las artes
plásticas. En 1885 mueren sus padres, con dos días
de diferencia. Dos años más tarde se produce el encuentro
que cambiará la vida de Lola y la proyección
del arte argentino. Llega a San Miguel del Tucumán el
pintor italiano Santiago Falcucci, con quien Lola comienza
a tomar clases de pintura y dibujo.
Con Falcucci
se introduce en el neoclasicismo y el romanticismo
italiano, dos características que acompañarán toda
su obra a lo largo de su vida.
Su condición de excelente retratista la vincula con
la aristocracia tucumana, que le encarga pinturas para
la posteridad. De esta manera nace su relación con
los círculos de poder político y económico de su provincia,
que luego prolongará en Buenos Aires y en Europa.
El gobernador de Tucumán le encarga una serie
de retratos de todos los gobernadores provinciales
desde la sanción de la Constitución Nacional de 1853,
trabajo que realiza durante 1894, recibiendo honorarios
por cinco mil pesos y extraordinarias críticas por
las veinte carbonillas, que hoy se encuentran expuestas
en el Museo Histórico Provincial.
Era una celebridad en la provincia y en 1895 viaja
a Buenos Aires para gestionar una beca para perfeccionarse
en Europa, cosa que logra del gobierno de
José Evaristo Uriburu, el primer presidente salteño
de la historia.
LOLA MORA EN TODA SU BELLEZA
MONUMENTO A NICOLáS AVELLANEDA
BELGRANO Y LA JURA DE LA BANDERA.