Ramón Carrillo, el gran sanitarista sudamericano Ramón Carrillo, el gran sanitarista sudamericano
La historia de las
ciencias en
la Argentina
debe en
la mayoría
de los casos
su origen
al estudio
de la medicina. Fueron médicos
quienes dieron impulso, desde
los inicios del país independiente,
a la paleontología, la física, la química,
pero también fueron médicos
las grandes luchadoras por los derechos
de la mujer, muchos grandes
gobernadores de provincias que
impulsaron la educación y el progreso
social de sus tierras, e incluso
un presidente de la República, Arturo
Humberto Illia, recordado cada
vez más con respeto y consideración
por sus virtudes como gobernante.
Santiago del Estero es la cuna
de uno de los científicos aplicados
más notables de la historia del siglo
XX, que en su corta vida, impulsó
la idea de una salud pública generalista
e impuso una modernización
y una organización que ha sobrevivido
en el tiempo y es motivo de
respeto y admiración por su obra.
Nuestro encuentro de hoy será con
Ramón Carrillo.
FAMILIA, INFANCIA Y
FORMACIóN
Ramón Carrillo nace en la ciudad
de Santiago del Estero el 7 de
marzo de 1906, siendo el primero
de los once hijos de don Ramón
Carrillo Saavedra y de doña Salomé
Gómez Carrillo. Es un motivo
de curiosidad que el primer matrimonio
de don Ramón haya sido
con la hermana mayor, Antonia,
de su segunda esposa Salomé.
El niño Ramón curso sus estudios
primarios en la Escuela Normal
“Manuel Belgrano”, donde
rindió libres quinto y sexto grado,
lo que le permitió ingresar al Colegio
Nacional de Santiago del Estero
sin cumplir doce años. Se destacó
siempre en sus estudios formales
y una vez terminada la secundaria,
decide partir hacia Buenos
Aires para ser médico.
Con 17 años es alumno de la Facultad
de Medicina de la Universidad
Nacional y se destaca por sus
notas brillantes y su dedicación obsesiva
al estudio. En tercer año es
practicante por concurso en el Hospital
de Clínicas, participa del Centro
de Estudiantes y comienza a escribir
en revistas especializadas, llegando
a convertirse en director del
periódico del Círculo Médico. Por su
destacada actuación como alumno,
le otorgan la beca universitaria, que
le permite viajar a especializarse a
Holanda, Alemania y Francia durante
tres años. En Europa se dedica
al estudio de la neurocirugía y de
la neuropatología. Estudió allí con
los eminentes médicos Brower, Oljenick
y Ariens Kappers, con quienes
no sólo estudió sino llevó adelante
importantes investigaciones.
SU VIDA COMO MéDICO,
CIENTíFICO Y CIUDADANO
Ramón Carrillo regresa a la
Argentina a principios de la década
de 1930, y en esos tiempos convulsionados
de la política nacional,
se acerca a los pensadores del radicalismo
disidente que conforman
Forja (Fuerza de Orientación Radical
de la Joven Argentina), como Arturo
Jauretche y Darío Alessandro.
Su encuentro con estos hombres se
produce a través de su compañero
de la escuela primaria, el añatuyense
Homero Manzi. En 1937 sufre
una enfermedad febril que le deja
secuelas. Le salva la vida su amigo y
colega Salomón Chichilnisky, quien
estudió medicina mientras era cargador
de bolsas en el puerto de Buenos
Aires.
En 1939 accede por concurso
a la jefatura del Servicio de Neurología
y Neurocirugía del Hospital
Militar Central. El acceso a las historias
clínicas de los militares, que
provenían de todos los rincones del
país, permitió a Carrillo realizar estadísticas
sobre las enfermedades
que sufrían y las condiciones generales
de vida, a la vez que investigó
sobre el sistema sanitario. El principal
descubrimiento fue que la cantidad
de camas para internación apenas
alcanzaba a la mitad de las necesarias,
con mala distribución geográfica,
y que muchas enfermedades
persistentes estaban vinculadas
a la pobreza.
En 1942 obtiene la cátedra de
Neurocirugía en la Facultad de Buenos
Aires. Era un científico relevante,
y su capacidad para formar equipos
de profesionales era muy apreciada.
Sin embargo, los eventos políticos
van a cambiar su destino. Carrillo
conoce al coronel Juan Domingo
Perón durante la internación
de éste en el Hospital Militar,
durante de octubre de 1945, tiempo
en el que ejercía provisionalmente
el decanato de su Facultad. A partir
de ese encuentro, Carrillo manifiesta
su voluntad de colaborar con Perón,
lo que lo llevará a la secretaría
de Salud Pública, desde el 4 de junio
de 1946, cuando el coronel asume la
presidencia, luego de ganar las elecciones
de febrero.
FUNCIONARIO PúBLICO
Carrillo demuestra una gran actividad
desde el momento que asume
su cargo. Establece los tres principios
éticos que deben ilustrar su
accionar: 1. Todos los hombres tienen
igual derecho a la vida y a la sanidad;
2. No puede haber política
sanitaria sin política social; 3. De
nada sirven las conquistas de la técnica
médica si ésta no puede llegar
al pueblo por medio de dispositivos
adecuados. La primera etapa de su
gestión estuvo dedicada a establecer
un cuadro de situación de las
condiciones sanitarias. Los resultados
no fueron alentadores pero significaron
una gran base objetiva y
científica para establecer políticas
estatales.
La redacción del Plan Político de
Salud Pública, que resultó un trabajo
de cuatro mil páginas, permitió
llevar adelante una ordenada centralización
administrativa y una
prolija descentralización ejecutiva.
Para la gestión de la secretaría recurrió
a notables médicos y sobre todo
contó con el respeto del mundo académico
para llevar adelante sus decisiones
en el campo de la salud pública.
No lo ayudaron las políticas
llevadas a cabo por el gobierno en
el terreno de la autonomía universitaria,
que fue prácticamente suprimida
y que provocaron el exilio de
eminentes científicos como Bernardo
Houssay.
En 1949 se reforma la Constitución
Nacional, y entre las normas
modificadas, se crea el Ministerio de
Salud Pública, del que Carrillo será
su primer titular. Las realizaciones
de su ministerio son impresionantes.
El combate contra el paludismo
acabó prácticamente con ese flagelo
en el país. Las campañas contra la
tuberculosis y la mortalidad infantil
fueron exitosas por la aplicación
de criterios científicos en lo médico
y lo social. Se construyeron decenas
de hospitales y centros de salud, y
se duplicaron las camas disponibles
para internación, según un plan de
distribución geográfica equilibrada.
Se promovió la carrera de enfermería
para organizar modernamente la
dotación de personal de los hospitales
públicos. Generó suspicacias la
marginación de las órdenes religiosas
caritativas que servían en los establecimientos
sanitarios.
Sin duda el éxito de la gestión
de Carrillo frente a la salud pública
argentina se debió a la organización
que estableció en el ministerio,
despojada de burocracia y vacía de
contenidos ideológicos partidarios,
y sobre todo a la visión estratégica
de Carrillo y su capacidad de congregar
bajo su mando a los mejores
científicos en las tareas específicas
sanitarias.
RENUNCIA, EXILIO Y MUERTE
El deterioro de su salud, producto de una hipertensión
arterial maligna, no impidió que siguiera al frente de
su ciclópea tarea. Pero el deterioro del gobierno de Perón,
que comenzó al morir Evita y que se acentuó con la
llegada de Alberto Teisaire a la vicepresidencia, se manifestara
en una campaña anticatólica, que incluyó la persecución
a los funcionarios católicos, entre los que se encontraba
Ramón Carrillo, llevada adelante por el ministro
del Interior, ángel Borlenghi y el subsecretario de Prensa
Raúl Apold. Luego de violentas discusiones, el ministro de
Salud Pública de Perón presentó su renuncia el 27 de julio
de 1954. El 15 de octubre se embarca hacia Nueva York
para seguir adelante con sus investigaciones y sus trabajos
intelectuales, que para entonces abarcaban también
la antropología.
Es conferencista en la Universidad de Harvard, pero
el golpe de Estado de 1955, lo obliga a permanecer en
el exilio, ya que es falsamente acusado de haber robado
nafta en su gestión. Decide radicarse con su esposa y
sus hijos en Brasil, donde es contratado por una empresa
estadounidense. Viven en Belem de Pará, donde rápidamente
es reconocido y es consultado, da conferencias y
clases en los hospitales de la región. A principios de 1956
le anuncia a su esposa que le quedan nueve meses de vida.
Había revisado unos estudios que se realizó a sí mismo.
El 28 de noviembre de ese año sufre un accidente cerebro-
vascular y muere el 20 de diciembre, a las siete de
la mañana. Tenía 50 años.
HOMENAJES
Recién dieciséis años después de su muerte, se pudo cumplir su voluntad
de ser sepultado en su tierra natal, Santiago del Estero, donde llegaron sus restos
el 20 de diciembre de 1972. Su obra fue reconocida con el tiempo, y hoy hay calles,
avenidas, hospitales, centros de salud, plazas y monumentos en todo el país
en homenaje a un argentino ilustre, que en solo medio siglo de vida trazó, con honestidad
y trabajo, un camino para la solución de los problemas que tuvo a su cargo
resolver. Es, sin duda, Ramón Carrillo uno de los santiagueños más ilustres de
la historia.