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¿Cómo se hace para llenarle los bolsillos a la gente?

02/11/2019 21:03 Opinión
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¿Cómo se hace para llenarle los bolsillos a la gente? ¿Cómo se hace para llenarle los bolsillos a la gente?

ANáLISIS

Por ALDO ABRAM (*)

Hace décadas que la Argentina va de crisis en crisis; junto a las que se licúan los resultados desastrosos de no encarar las reformas estructurales pendientes. Por ejemplo, es lo que sucedió en 2002, luego de una nueva oportunidad perdida de encarar dichas reformas, y que implicó pagar un costo social fenomenal, con más de 55% de los argentinos en la pobreza. Luego de la debacle, la economía siempre vuelve a recuperarse y, como en el pasado, en la etapa de crecimiento posterior no sólo no se aprovechó para encarar las soluciones necesarias, sino que se agravaron los problemas de fondo. Así, llegamos al borde del precipicio en 2015 y seguimos bamboleándonos allí; porque la actual gestión no se animó a hacer todos los cambios que demandaba la delicada situación del país.

Por lo tanto, en 2018, ante el menor temblor internacional, argentinos y extranjeros perdieron la confianza y empezaron a sacar sus ahorros de Argentina. Eso implicó huir del peso y pasarse a dólares masivamente, gestando una crisis cambiaria. La pérdida de credibilidad fue tal que nos dejó sin crédito para enfrentar nuestra deuda pública y no entramos en cesación de pagos gracias al acuerdo con el FMI; sin el cual hubiéramos tenidouna de las tradicionales crisis. Sin embargo, mientras no se resuelvan los problemas pendientes, continuará la recesión y la caída del bienestar.

Durante la campaña electoral hemos escuchado infinidad de propuestas de reactivar la economía “poniéndole plata en el bolsillo a la gente”. Dado que el país no tiene crédito y el Estado ya gasta más de lo que le ingresa: ¿de dónde va a salir la plata? Fácil, a alguien le sacarán lo que se repartirá; pero ningún candidato va a decir a quiénes porque perdería esos potenciales votos. Seguramente, les pondrán más impuestos a trabajadores y empresarios del sector productivo, para darle a quienes ellos consideran lo necesitan (jubilados, empleados públicos o planes asistenciales). Obviamente, quitarles a unos para darles a otros no modifica el total de la demanda y, por ende, no genera crecimiento. Al contrario, dado que se le saca a los que producen bienes y servicios, es probable que tengan menos incentivos para hacerlo; por lo que habrá menos empleo y bienestar para todos.

¿Cuál es la salida? Veamos un ejemplo sencillo. Supongamos que soy el carnicero de mi barrio. Un tipo responsable que me levanto temprano a controlar la buena calidad de la carne que me traen. Abro mi negocio en horario y atiendo muy bien a mi clientela; por lo que me gano su confianza y buena plata. Pero un día empiezo a levantarme más tarde y, muchas veces, mi ayudante recibe la carne; por lo que nadie controla su calidad. No abro siempre en hora y, a veces, cierro para irme a tomar un café con mis amigos. Seguramente, terminaré perdiendo mi clientela porque dejará de confiar en mi carnicería; por lo que ganaré menos y seré más pobre.

Un ejemplo

Imaginemos que viene un amigo a proponerme que, para salir adelante, ponga más dinero en el bolsillo de mi familia. Sin clientes, no tengo plata ni crédito. La solución es preguntarme por qué llegué a esa situación y empezar a recuperar la confianza de mis clientes. Levantándome temprano para controlar la carne que me dejan, abriendo cuando corresponde y cumpliendo con el horario de atención. Seguramente, los clientes empezarán a volver y recomendarán nuevamente mi negocio, por lo que podré mejorar mi nivel de vida.

Si dejamos de lado las soluciones mágicas, nos deberíamos preguntar por qué estamos como estamos: ¿cómo se resuelve? Como lo hizo el carnicero, hay que recuperar la confianza de los “clientes” para que vuelvan a traer sus ahorros e invertir en la Argentina. Para ello, el 11 de diciembre, el Presidente electo, Alberto Fernández y su equipo deberán resolver los problemas profundos del país. El Estado debe encarar una gran reforma del Estado,para que les sirva a los argentinos y no a la política (como sucede hoy); pero, además, para que lo podamos pagar. En la actualidad, no lo logra ni con el actual nivel exorbitante de tributación. Un empleado en blanco cuyo sueldo no le alcanza para llegar a pagar impuestos a las Ganancias, trabaja alrededor de la mitad del mes para el Estado. ¿Y nos extraña que no le alcance para llegar a fin de mes? Alguien propondrá aumentarles los gravámenes a las empresas; pero, entre 190 países, la Argentina está en el puesto 21 de los que más exprimen con impuestos a su sector productivo. ¿Y soñamos que argentinos y extranjeros van a invertir acá para producir y generar empleo?Si queremos una economía que brinde a todos más oportunidades de progreso, es necesario bajar la presión impositiva.

Además, hay que cambiar la actual legislación laboral que es incapaz de generar empleo productivo en el siglo XXI. Si tomamos cualquier año de los últimos 20, más de 40% de la gente estaba desocupada, en la informalidad o con un seguro de desempleo disfrazado en un puesto del sector público o un plan asistencial. Por último, desarmar rápidamente una red de regulaciones que ahoga, sobre todo, a los emprendedores y a las Pymes, que deberían ser uno de los motores para generar puestos de trabajo y bienestar para todos los argentinos.

Es cierto, el facilismo de las soluciones mágicas es atractivo; pero sólo lleva a nuevos fracasos y a otra crisis, quizás peor que la de 2002. Como ciudadanos maduros, debemos exigirle al nuevo gobierno encarar el camino esforzado de resolver los problemas de fondo. La experiencia de otros países que lo hicieron demuestra que el premio es enorme, poder triplicar el poder adquisitivo de los argentinos por tres o más en los próximos 20 años. l

(*) Economista y director de la Fundación “Libertad y Progreso”


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