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Coleoni: “Tomaba hormonas de mono y tenían miedo de que me salieran pelos”

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Gustavo Coleoni revolucionó el mundo del fútbol argentino al llegar a la final de la Copa Argentina, nada más y nada menos que ante River. Fotos gentileza: Gustavo Autalán.

15/11/2019 13:35 Deportivo
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Coleoni: “Tomaba hormonas de mono y tenían miedo de que me salieran pelos” Coleoni: “Tomaba hormonas de mono y tenían miedo de que me salieran pelos”

Central Córdoba sigue en boca de todos luego de haber logrado la histórica clasificación a la final de la Copa Argentina, tras vencer por 1 a 0 a Lanús en La Rioja este jueves.

Sin lugar a dudas uno de los pilares de este logro es su entrenador, Gustavo "Sapito" Coleoni, quien con su característica humildad marcó al Ferroviario con un estilo de juego propio: un equipo que conoce sus limitaciones y a partir de allí desarrolla un juego vertical preciso capaz de hacerle frente a cualquiera.

Con el parate por fecha Fifa, el entrenador brindó una extensa entrevista con el diario Clarín en el que recordó la dura infancia y adolescencia que le tocó atravesar por no poder cumplir con las expectativas que depositaban en él los que lo consideraban el "nuevo Maradona".

¿Qué te hicieron para intentar que crecieras?

—Uh, de todo, hermano. Es que con eso que decían que yo iba a ser Maradona intentaron varias cosas. Primero me colgaban con sogas de unos ganchos de esos para hacer abdominales y me ponían una pesa abajo. Me dejaban horas ahí. Debía tener 12 años. También me acostaban en una mesa de masajes, me ataban los pies y me estiraban el cogote... Ellos decían que tanto estirar en algún momento iba a hacer taca, un tope y no iba a volver más, qué se yo. Después vamos al doctor para que me diera hormonas. El tipo, no me olvido más, no quería poner en juego su licencia, imaginate en ese tiempo... Las terminó pagando mi viejo, valía 25 dólares cada inyección. Las traían de Italia y las compraban en Estados Unidos. Eran hormonas de mono. Si hasta tenían miedo de que me salieran pelos... Fue como el tratamiento que le hicieron a Messi, pero nada que ver, flaco; lo de él es la excelencia. Imaginate 40 años atrás, era otra época. Yo digo que nací para ser seco, porque más chico hubiera sido enano y laburaba en el circo y más alto jugaba en Europa.

Coleoni vive su mejor momento en el Ferro y los hinchas lo adoran.

¿Te llegaste a frustrar por no poder concretar todo lo que se decía de vos?

— Mucho, hermano. Fue muy duro. Por eso anduve por todos lados buscando la posibilidad de jugar. Me fui a Perú, hice cada cosa. Viajé desde Catamarca con unos viejos en una camioneta que llevaba repuestos de contrabando y nos dimos vuelta, volcamos en la frontera... Quedamos empantanados en la nieve, en Copiapó, tres viejos y yo. ¿Sabés lo que pasaba, hermano? Yo no quería estar en Córdoba. Yo no quería volver porque todo el mundo me preguntaba “¿qué pasó con vos, Sapito?”.

El entrenador que bajó al Federal A con el Ferroviario, pero que supo salir adelante y lograr los ascensos consecutivos al Nacional B y luego a Primera, recordó su etapa como taxista y cómo le costó reponerse a la frustración de no haber llegado a lo más alto como prometía.

¿Qué estilo de taxista eras?

—Naaa, no conocía nada. Decir que era taxista es una falta de respeto. Me juntaba las 2 de la tarde en la plaza con los demás que iban tirando: “hice 500 pesos”, “hice 700” y yo ni quería hablar, debía tener 150 pesos. Iba en un Dacia, siempre por Barrio Jardín, daba vuelta por un par de manzanas. Todos decían "ahí va el Sapo, ahí va el Sapo". Y otra vez la misma historia: "¿Qué pasó con vos?", "¿Por qué no llegaste a Primera?". Me costó mucho salir de esa de esa frustración.

Interminable abrazo entre el DT y el "Kily" Vega, autor del golazo que le dio el pase a la final.

El Sapito se crió pateando la pelota contra las tribunas de la T, escuchando a Angel Labruna y Adolfo Pedernera y haciendo jueguito en los entretiempos de los partidos. Decían que estaba destinado a ser el sucesor del Rana Valencia, su ídolo. “Yo digo que a pesar de medir lo que mido, a pesar de no haber hecho una carrera importante como futbolista, pienso que todo lo que viví en mi crianza, en esos vestuarios por los que pasaron genios del fútbol, me sirvió para ahora ser técnico y tener casi 500 partidos dirigidos. Mirá que no es fácil ser un enano y dirigir todo lo que dirigí, lo tengo claro. Pero a lo mejor no pude jugar en Primera por esto. Dios me sacó y me dio".

Siguiendo con su relato a Clarín, rememoró la peor travesura de su infancia que fue la de robarse todas las camisetas del plantel profesional de Talleres, días antes a tomar la comunión.

En ese entonces, el "Sapito" tomó una copia de la llave de utilería, entró junto a un amigo y robó todas las camisetas para luego esconderlas en un tarro de helado grande que enterraron en un baldío.

“El utilero se dio cuenta cuando vio a uno de mis amigos con una media Adidas -recuerda Coleoni-. Y ahí con toda la cosa esa de la comunión, que te hacen creer que tenés que ser un santo, fui a buscar a mi papá y le dije, ''''papi, he pecado''''. Imaginate, mi viejo trabajaba ahí en el club, me quería matar. Fuimos con los utileros hasta el baldío y tuvimos que empezar a cavar y cavar hasta que rescatamos las camisetas”, recuerda entre risas.

¿Hay mucho chamuyo en el fútbol?

—Uff, olvidate. Está muy bien prepararse, acá por ejemplo tenemos todo: les pasamos las imágenes, les pasamos los videos nuestros, el de los rivales, pero yo escucho hablar algunos... Te dicen, de este tarro de miel, te dicen “este es un recipiente que contiene un líquido y ese líquido tiene un color así y se llama miel, y la miel la hace la abeja”. Y todos los periodistas dicen “ahh qué bien, mirá cómo sabe que la hace la abeja”. No los quiero nombrar pero hay varios de estos, eh. Es más simple todo. Te tenés que preparar, está claro. Pero paremos un poco. Yo no inventé la pólvora. Todo empieza y termina en un gesto técnico, acá y en la China. Por más que tengas 4 drones, si un vago le pega de cara interna la clava en el ángulo y si le pega mal se va afuera.

Coleoni junto a su cuerpo técnico, celebran un nuevo hito histórico para el club.

¿Y tu receta cuál es?

—¿Sabés quién me gusta? El Turco. Mohamed, me gusta. Es una mezcla de sabiduría y bohemia. Y ojo que bohemio no es rascarte los huevos. Aparte hoy no podés. Porque el dirigente también creció y quiere saber los recursos que usás, cómo te llevás con los jugadores. Y lo que a mí más me vende es el jugador.

¿Qué diferencias encontraste en Primera?

— A nosotros nos costó. Fijate que Arsenal ascendió un mes antes y pudo armarse. A nosotros nos quedó un tiempo muy corto para definir el plantel. Yo traje 20 jugadores, al que corría rápido lo traía. En Primera es ésa la diferencia. Porque vos decís "traé a ese jugador que la hace bosta, que juega bárbaro". Pero si vos jugás bien y no tenés intensidad, cagaste. Entonces empatame la intensidad que yo después me encargo tácticamente. No puedo perder de arranque 1-0 porque tengo un jugador que es más lento. No se gana 2 vueltas a la cancha a 0, pero en Primera la velocidad es determinante. En el fútbol de hoy está lleno de buenos jugadores pero se prioriza la intensidad. Algunos equipos intentan jugar más, como Vélez o Defensa... Racing es una buena mezcla, me gusta. Y el único distinto es River que son Mini Cooper con técnica.

Esta será la octava final para Gustavo Coleoni que tratará de destronar nada más y nada menos que al River de Gallardo que ayer venció por 2 a 0 a la otra sorpresa de las semifinales, Estudiantes de Buenos Aires, para definir nuevamente el título de la Copa Argentina.

"Lo haremos con nuestras humildes pero nobles armas ante un gran equipo como River y un gran técnico como Gallardo. Jugar una final contra ellos es un sueño. No sé si vamos a perder, estamos de colados en esta fiesta pero nos vamos a ir con el mejor premio"?, concluyó el que seguramente será uno de los entrenadores más recordados en la historia de Central Córdoba.


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