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HISTORIAS DE IGLESIAS EN LA ARGENTINA Y EL MUNDO

12/04/2020 01:58 Santiago
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HISTORIAS DE IGLESIAS EN LA ARGENTINA Y EL MUNDO HISTORIAS DE IGLESIAS EN LA ARGENTINA Y EL MUNDO

Por Eduardo Lazzari

H I S T O R I A D O R

La Semana Santa de 2020 será recordada, sin lugar a duda, como una de las más extrañas de la historia de la humanidad.

La impresionante imagen que los medios de comunicación nos alcanzan de inmensos templos, construidos para recibir a miles de personas, totalmente vacíos, y con los celebrantes solitarios en los distintos ritos de este tiempo especial para las liturgias cristianas, muestran la dimensión del hombre y describen la soledad de estos días de cuarentena de una manera impecable. La transmisión de cada una de las ceremonias religiosas de la Semana Santa desde el Vaticano, mostró la pequeñez de la figura humana del papa Francisco en contraste con el tamaño de la Basílica de San Pedro, representativa de la inmensidad de Dios; a la vez que multiplica la significación del cumplimiento de rito en estos tiempos sin par que estamos viviendo.

Desde hace siglos, el templo es el lugar predilecto para el encuentro entre el hombre y la divinidad. Los hubo en las antiguas civilizaciones de Oriente cercano, en las lejanas tierras del budismo y del hinduismo, en las cercanas culturas americanas de los aztecas, los mayas y los incas, y existen hoy en las grandes urbes y en los pequeños pueblos de cada rincón de nuestro planeta. Los grandes templos fueron uno de los símbolos más grandiosos de los imperios que dominaron al mundo y sin duda, de las tres religiones monoteístas. Todas las religiones hicieron de los templos el centro de la vida cultual, pero también el eje de la vida social y cultural en muchas de las comunidades a lo largo de la historia.

Por estas razones, quiero invitarlos a un recorrido, a través de la historia, por las anécdotas que acompañaron la existencia de algunos templos, alguno fundamental para su religión y otros menos conocidos, pero importantes por su trascendencia. La gran historia siempre tiene por condimento a las pequeñas crónicas, que son las que le dan sentido a la Historia con mayúsculas.

El templo de Salomón

El Gran Templo de Jerusalén ha sido el centro de la vida del pueblo israelita a lo largo de siglos, que se comienzan a contar unos mil años antes de Cristo. Fue construido por el rey Salomón hacia el año 960 AC., y de ahí que sea conocido como su templo.

Esta enorme construcción contuvo el Arca de la Alianza, el candelabro de siete brazos o “Menorá” y fue el lugar de celebración de los cultos que reemplazó al Tabernáculo, primer santuario donde el pueblo judío, en el desierto de Sinaí, hacía sus ceremonia religiosas, según las enseñanza del libro del éxodo.

El primer edificio, cuyas dimensiones se suponen, según las instruccione de la Biblia, de 60 codos de largo (27 m), 20 codos de ancho (9 md )de altura (13,5 m), fue destruido en el año 586 AC., luego de varias profanaciones y saqueos, por los babilonios al mando del rey Nabucodonoso II, quien además desterró a los israelitas a la Mesopotamia, tierra ubicada entre los ríos éufrates  Tigris. Sólo sobrevivió de ese templo una pieza de marfil con forma de granada, pero su autenticidad aún genera debates entre los arqueólogos.

El segundo edificio era un mandat desde el regreso de los judíos a Jerusalén, bajo el mando de Zorobabel, quien impulsó las obras que comenzaron por la reconstrucción del altar en el lugar del anterior, y luego la limpieza de las ruinas. La colocación de los cimientos del segundo templo fue en 535 AC. La construcción llevó 20 años, y los israelitas no aceptaron ayuda de otros pueblos, ya que creían que debían llevar a cabo las obras en soledad. Fue terminado en 516 AC. Mucho más adelante, en 19 AC., Herodes reconstruyó gra parte del edificio, y cuando el pueblo judío se rebeló contra el imperio romano, en el año 66, las legiones romanas arrasaron el templo, hecho representado en el Arco de Tito, en Roma.

Hoy, el Muro de los Lamentos o “Kotel” es el gran vestigio arquitectónico del Templo de Jerusalén, y la importancia simbólica de ese templo del pueblo israelita es absoluta. Incluso la Masonería, para la construcción de sus templos rituales, utiliza las proporciones del Templo de Salomón.

Catedral Anglicana de San Juan Bautista

La gran diversidad religiosa de la Argentina es uno de los grandes méritos de nuestra sociedad. La convivenci ha sido notable desde los albore del país y tuvo consecuencias inmediatas. La primera iglesia “protestante” en Sudamérica fue construida en Buenos Aires, bajo la advocación de San Juan Bautista. El gobernador Juan Manuel de Rosas, e aras de una buena relación con el imperi británico, permitió que se levantara en 1830 un templo anglicano en tierras que pertenecían al convento de los mercedarios, expulsados de la ciudad en 1822, por Bernardino Rivadavia. Así fue como de la mano del arquitecto inglés Richard Adams  se levantó esta iglesia que mantiene, en forma extraordinaria, su construcción original neoclásica, contemporánea a la fachada de la catedral católica.

Desde entonces, fue la sede de los cultos anglicanos en Buenos Aires, y se cedía el templo a las otras religiones reformadas: bautistas, metodista y presbiterianos. Es curioso saber que cuando la Iglesia de Inglaterr formó la diócesis de Sudamérica,

en 1869, puso la catedral en las islas Malvinas, y esta iglesia porteña dependía de allí. En 1910 pasó a ser una diócesis independiente y San Juan Bautista fue elevada a catedral. En 1969 la Iglesia Anglicana de Argentina dividió su territorio en dos diócesis, una con sede en Buenos Aires y la otra en Salta.

El templo de San Juan Bautista en Buenos Aires es una joya patrimonial con detalles muy interesantes. Su órgano inglés es uno de los más importantes del país, y se recuerda la virtud musical del maestro Carlos Morelli durante las últimas décadas. Hay vitrales donados por la familia de Guillermo Brown, cuya esposa Elizabeth era anglicana. Hasta hoy se celebran cultos en inglés. Me permito recomendar el excelente trabajo recopilado por Marcos Vanzini llamado “Historias curiosas de templos de Buenos Aires”, donde se encuentran centenares de anécdotas de la ciudad con más lugares de culto de Sudamérica.

Iglesia de Nuestra Señora de Sumampa

Muchas veces la popularidad de las manifestaciones religiosas no alcanza los grandes títulos en los periódicos y se disminuye su importancia en los relatos históricos académicos.

Cierto anticlericalismo es visto como adecuado para el análisis de los hechos políticos y sociales, pero sin duda constituye una parcialización de la realidad que excluye manifestaciones de gran raigambre cultural.

Sin duda, el primer milagro de nuestra tierra está vinculado a las imágenes hermanas de la Virgen de Luján y Sumampa.

Un hacendado afincado en el sur de Santiago del Estero,

don Antonio Farías de Saá, había encargado a un amigo suyo en Pernambuco, en el Brasil portugués, una imagen de la Inmaculada Concepción para su oratorio en Sumampa. Le enviaron dos imágenes, para que Farías eligiera, y en 1630, la carreta que las transportaba hacia el norte desde Buenos Aires, quedó encajada en el Camino Real, a la altura de la estancia de Trigueros, en las cercanías del Pilar, a doce leguas del puerto. Allí quedó una de las cerámicas, que se constituyó en la devoción de Nuestra Señora de Luján, hoy Patrona de la Argentina y con una iglesia monumental en la ciudad que se la considera fundada por la Virgen María.

La otra imagen, Nuestra Señora de la Consolación, siguió

viaje y luego de una corta estadía en la estancia de Farías, fue trasladada a una capilla y desde hace 390 años se ha convertido en una de las devociones populares más importantes del Noroeste Argentino. Para 1670, hace tres siglos y medio, se habilita un nuevo templo que es descripto años después por el cura Diego de Corbalán: “En el sitio de la Capilla hay paredes de barro y cal el techo de tejería y tejas con dos puertas de tablas,

con sus herraduras; dentro de ellas tres altares, el altar mayor un dosel de colchas y cielo raso verde y sobre el altar un tabernáculo de madera, todo pintado al óleo, y dentro la imagen de Nuestra Señora de la Consolación, un sagrario y un sagrario de plata, dos campanas buenas y una quebrada. Todo el ornato de

esta iglesia es dado de limosna de los que van a la romería de dicho Santuario”.

Este templo colonial, uno de los más antiguos del país,

sufrió modificaciones a lo largo del tiempo, siendo testimonio notable de la evolución de la arquitectura religiosa colonial, a la vez que muestra la fortaleza de la fe del pueblo santiagueño y norteño en la imagen milagrosa de Sumampa. Si no hubieran sido dos las imágenes que vinieron del norte del Brasil, no hubiera

elegido una de ellas quedarse en la pampa y la otra seguir su camino a Santiago. La llegada de miles de fieles a lo largo de todo el año, hoy imposible por las circunstancias sanitarias que nos tocan vivir, volverá sin duda porque constituye una pieza fundamental de la cultura popular y de la fe. Es el testimonio de la construcción de la identidad de un pueblo, en su territorio, on valores compartidos y con herencias ancestrales.

Sin duda, cada uno de los templos de las religiones del mundo tiene algo para contarnos. Esos relatos, conocidos por “mentas”, constituyen gran parte de los mitos y leyendas de una comunidad, y sin duda de cada religió, que además de creencias y dogmas, poseen crónicas que forman parte de la historia de la humanidad. Las religiones constituyen, quizá, el hecho cultural más importante de la vida humana. Sus hechos, sus edificios y sus anécdotas permiten adentrarnos en el espíritu de los hombres. Esta historia, no muy transitada, no deja de ser importante e interesante. En estos tiempos extraños que nos tocan vivir, quiero acercar mi saludo a todos los lectores y los trabajadores de EL LIBERAL, deseándoles muy Felices Pascuas.

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