El último adiós a Thiago fue un féretro con juguetes, ropa y cenizas del horno infernal

Un féretro con juguetes, ropita y un poco de cenizas representó ayer el amargo simbolismo con que fue despedido Thiago Orellana, el nene de seis años que pereció cerca de Las Delicias, Pellegrini, tras precipitarse del techo de un horno de carbón vegetal encendido.

La triste historia sacudió a toda la provincia y en aquel lado del mapa, en Pellegrini, todos están conmocionados.

Desde el miércoles a las diez de la mañana que su padre Daniel Orellana recibe contención, hecha extensiva a su pareja y tres hermanitas pequeñas del niño.

Desolación familiar

Hace pocos años que la desdicha aparece con intermitencias en la familia.

Años atrás, una hija gemela de apenas seis meses falleció asfixiada con una frazada y Daniel no se repuso completamente, trascendió.

Thiago era el único varoncito y compinche de Daniel, su aliado para salir a caminar y jugar a la pelota.

Este año, el chiquito ingresaba al primer grado en la escuela de Las Delicias, pero la pandemia del coronavirus venía posponiendo su debut en las aulas.

Un infierno

El miércoles Thiago trepó al techo del horno de carbón encendido. Si en el interior la temperatura oscilaba entre 500° y 700°, el fallecimiento sobrevino por añadidura en segundos.

El día después, en su casa, su familia le tributó el último adiós entre palabras y llantos desgarradores.

A sabiendas de su condición humilde, la Comisión Municipal de Las Delicias le donó el féretro y el servicio fúnebre, al igual que en la antevíspera ayudó con un camión cisterna, ambulancia y todos los empleados municipales para el rescate.

Largo final

Toda la noche y madrugada, hermanitas y padres recordaron la sonrisa pícara de Thiago, su gusto por las milanesas, sus corridas por el patio y contemplarlo retornar a casa con el ocaso del sol.

A las nueve de la mañana llegó el instante más desgarrador.

Al instalar la tapa del féretro, sus seres queridos asumieron que Thiago ya no estaría más.

Sus lágrimas reflejaron que su breve paso por este mundo fue tan intenso y, por ende, su ausencia se notaría mucho más.

Los papás pusieron en el interior del cajoncito sus juguetes preferidos, un poco de ropa y las cenizas que suplieron la ausencia de un cuerpo reducido a casi nada, por obra del fuego.

La última estación fue el cementerio de Taco Punco, distante 25 kilómetro de Las Delicias, “cuna” de sus padres y desde donde emigraron en busca de una mejor suerte.

Paradojas de la vida, ayer volvieron con uno de sus hijos sin vida, resignados a que su tierra lo cobije en su paso a la eternidad.

La impronta histórica perpetuará a Thiago

El último descanso del niño será junto a una cruz que perteneció a Telésfora Verón, la mujer que supo descubrir a la Virgen del Churqui, hoy conocida y venerada como la Virgen de Huachana.

Ese aspecto trascendente movilizó a la familia del chiquito muerto y a unos contados vecinos que sugirieron el lugar para atesorar el féretro del niño.

Doble pérdida

Allí los papás rezaron por última vez al hijo muerto y sin un cuerpo por abrazar. Aquel instante de profunda soledad tal vez fue la indeseada “alegoría” de dos padres que ahora se verán forzados a reinventarse con sus corazones mutilados por la pérdida de dos pequeños hijos.