Las familias del parque cerrado por la cuarentena recibieron donaciones

La solidaridad de los santiagueños con la familias que trabajan en el parque de diversiones Gigantesco Diverland, en el contexto de la pandemia de coronavirus, comenzó a aflorar esta semana a partir de las donaciones de mercadería que realizaron vecinos y desde una parroquia.

El parque se quedó sin la posibilidad de trabajar, desde el inicio de la cuarentena.

‘Hoy se acercaron vecinos del parque y trajeron mercadería, la verdad que no sabemos cómo agradecerles, tienen un gran corazón así como también la gente de una iglesia que nos trajeron mercadería’, señaló Javier Rojas, hijo del propietario del centro de diversiones.

A través de una nota publicada por EL LIBERAL, los santiagueños conocieron la difícil situación en que se encuentran las familias que trabajan en el parque, que recaló en el barrio Los Inmigrantes.

En total, son 7 familias que llegaron a instalar el parque, a mediados de marzo, días antes de que se declarara la cuarentena por el coronavirus.

‘Así como estamos, no sé hasta cuándo vamos a aguantar. Quizás un mes más, con la ayuda de nuestras familias, no más’, fue el crítico panorama que trazó a EL LIBERAL Javier Rojas, hijo de Enrique Rojas, dueño del parque y heredero de una empresa que fundó su abuelo Jorge Antonio Friguglietti, inmigrante italiano, hace 52 años.

El parate de actividades que no son consideradas esenciales, producto de la cuarentena que decidió el Gobierno nacional para reducir los riesgos de contagios, impactó a pleno en la economía de las familias que viven de este lugar de diversión para los pequeños.

‘Hoy en el parque somos siete familias y el gran tema es cómo vamos a seguir, porque el único ingreso que tenemos es el parque. A los chicos (trabajadores) les damos la comida y la mitad del sueldo, pero no sé hasta cuándo vamos a aguantar porque en algún momento se va a acabar el dinero y ya no sabemos de dónde sacar’, confesó en la nota que realizó con EL LIBERAL.

La situación del parque mecánico de diversiones no es la única. En Córdoba, el circo Servián también quedó varado por la cuarentena; ya vendió un auto y puso en venta los camiones para poder pagar solamente comida y mantener la estructura.

Esa salida también la analizó la familia Rojas, dueña del Gigantesco Diverland. ‘Me dirán que se puede vender algún vehículo, un camión, pero hoy nadie va a gastar el dinero en comprar un camión’, dudó Javier, mientras que por enésima vez se pregunta ‘no sé cuánto durará esto’.

El problema se agravó para quienes viven del parque, porque llegaron a Santiago del Estero desde Catamarca, con una inversión millonaria y sólo trabajaron dos días. Se instalaron en un predio de Aguirre casi Japón en el barrio Inmigrantes, con todas las expectativas que se truncaron cuando se desató la pandemia del Covid-19 y las medidas de prevención que prohibían la aglomeración de las personas. ‘Las fuerzas de seguridad vinieron el 15 de marzo a notificarnos que ya no se podía abrir más y desde ese día que estamos aislados’, recordó Javier. ‘Venimos de un movimiento grande y costoso, teníamos toda la expectativa del debut a Santiago y surgió esto de la pandemia’, lamentó.

En parte, las donaciones que recibieron, ayudará a paliar la situación cuya gravedad económica se agudiza cada día que pasa para las familias que viven del parque.