Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Santiago

Santiagueños legendarios: Amancio Alcorta, un hombre del Renacimiento en el siglo XIX

Cenotafio en el Cementerio de la Recoleta

Cenotafio en el Cementerio de la Recoleta.

15/08/2020 20:42 Santiago
Escuchar:

Santiagueños legendarios: Amancio Alcorta, un hombre del Renacimiento en el siglo XIX Santiagueños legendarios: Amancio Alcorta, un hombre del Renacimiento en el siglo XIX

La historia de la música en

Santiago del Estero ha hecho hincapié

fundamentalmente en el desarrollo

del folklore argentino, que

tiene en la “Madre de Ciudades”

su cuna como composición formal

de la mano de don Andrés Chazarreta.

Esa enorme producción artística

ha opacado de alguna manera,

en el relato historiográfico,

otras geniales expresiones que vale

la pena rescatar, porque ponen

de manifiesto la gran cultura santiagueña,

sobre todo a partir de los

tiempos independientes.

La tradición musical de Santiago

proviene de los orígenes de la

cultura en estas tierras y está impresa

incluso en el acento que el

castellano ha adquirido en la provincia,

y que se ha convertido en

un gracejo de identidad indiscutible.

Ya en años modernos, la construcción

del Teatro “25 de Mayo”,

inaugurado para el Centenario de

la Revolución de Mayo en 1910,

significó la llegada del movimiento

orquestal y operístico universal,

incorporándose Santiago a la expansión

del arte en todas sus formas,

que tuvo lugar en la Argentina

desde fines del siglo XIX.

Sin embargo, sigue pendiente

el reconocimiento a aquellos autores

y compositores que abrevaron

en las corrientes culturales dominantes

entre la Independencia de

1816 y la Constitución Nacional de

1853, marcando el inicio de la tradición

nacional en la música argentina,

que sirvió (además) para

establecer un lenguaje artístico común

que hermanó a todas las provincias

del país, por su habitual expresión

en las tertulias de los grandes

caserones, desde Salta hasta

Mendoza, desde Santa Fe hasta La

Rioja y desde Santiago del Estero

hasta Buenos Aires.

Por eso, rescatar la figura del

santiagueño Amancio Alcorta, músico,

político, economista y empresario,

hijo del fundador del apellido

Alcorta en nuestras tierras argentinas,

que ha dado a la Patria

un presidente y el más excelso músico

académico, es un acto de justicia

histórica. Esperanzados en que

el descubrimiento de los grandes

argentinos como Alcorta, hoy sumergidos

en cierta indiferencia,

permita recuperar la memoria de

los mejores de la historia, y en el

deseo de que sean inspiración para

el futuro de las generaciones que

vendrán, presentamos a este santiagueño

ejemplar.

Abolengo, Infancia

y Formación

Amancio Jacinto de Alcorta

Zuasnábar nace en Santiago del

Estero el 17 de febrero de 1804, en

los tiempos del virrey del Río de la

Plata Joaquín del Pino. Su padre,

el vasco de Guetaria don José Pelayo

de Alcorta Larrañaga, llega a

América, se radica en la “madre de

ciudades” hacia 1775, y se convierte

en un próspero comerciante, alcanzando

honorables cargos públicos

como síndico del Convento

de San Francisco, Administrador

de la Real Casa de Correos y Alcalde

de Primer Voto. Se casa hacia

1780 con María Jacinta Zilveti

Paz y Figueroa, con quien tendrá

cuatro hijos, y al enviudar quince

años después, reincide en matrimonio

con Gabriela de Zuasnábar

Paz y Figueroa. Su prole será

de seis varones y dos mujeres. De

esta segunda familia, el cuarto hijo

es Amancio.

Doña Gabriela es descendiente

de fundadores de ciudades, como

Francisco de Aguirre, Jerónimo

Luis de Cabrera y Diego de

Villaroel. La posición acomodada

de la familia permite que el joven

Amancio sea enviado, a los trece

años, a formarse en el convento

franciscano de San Fernando

del Valle de Catamarca. Allí conoce

el pensamiento de los clásicos

y logra una formación humanista

en los tres años que permanece.

En 1820 viaja a Córdoba y es inscripto

en el Colegio de Montserrat,

donde se dedica a desplegar su vocación

musical. Aprende flauta y se

convierte en un buen compositor,

al tiempo que inicia sus estudios de

derecho en la Universidad. Entre

sus maestros se cuenta a fray Ramón

de la Quintana, filósofo y latinista,

y el músico José María Cambeses.

El Político

En 1826, su elección como diputado

de Santiago del Estero ante

el Congreso General Constituyente

reunido en Buenos Aires desde

1824, impedirá que continúe sus

estudios de derecho en “La Docta”.

Fiel al partido unitario, en 1829 será

ministro de Antonio Deheza en

Santiago del Estero durante el interregno

liberal entre los dos gobiernos

de Juan Felipe Ibarra. Es el

tiempo en que se casa con su coterránea

Coleta Palacio Izpizúa el 30

de mayo de 1830. Este matrimonio

será bendecido con ocho hijos:

cuatro varones y cuatro mujeres.

Al año siguiente, se traslada con su

familia a Salta y acompaña la corta

gestión de José de Güemes, hermano

del gran prócer, para luego

viajar a Buenos Aires, donde nacerán

seis de sus ocho hijos.

En la Reina del Plata comienza

a destacarse en la teoría económica,

lo que le granjea el respeto de la

comunidad, y le permite a su familia

integrarse a la sociedad porteña

con facilidad. Rápidamente consolidó

una buena situación económica

que le permite explotar tierras

al oeste de la ciudad de Buenos Aires

desde 1836, que le son otorgadas

en propiedad recién en 1858

gracias a una ley refrendada por

el gobierno provincial. Esos campos

terminan siendo una gran parte

del territorio del partido de Mariano

Moreno, creado el 25 de octubre

de 1864, un par de años después

de la llegada del ferrocarril.

El Músico

Su estadía en Córdoba lo convierte

en uno de los músicos del

grupo de los Precursores, junto a

Juan Pedro Esnaola y a Juan Bautista

Alberdi, considerados los primeros

compositores nacionales.

La gran cultura humanista de Alcorta

lo hace sobresalir entre los

hombres de su tiempo, por la universalidad

de sus conocimientos y

la amplitud de sus intereses. Vale

destacar que eran tiempos en

los que se tomaba a la música como

un pasatiempo, a pesar de poseer

formación académica sistemática.

Desde 1835, en los caserones

porteños y en el propio Salón

Literario fundado por Marcos Sastre,

las interpretaciones de Alcorta

al piano, la guitarra, el violín, el arpa

y la flauta traversa comienzan a

destacarse, haciendo conocer sus

composiciones. También comienza

a enseñar interpretación, sobre

todo de guitarra, algo muy requerido

por la vieja costumbre hispánica

de brindar serenatas en busca

del amor femenino.

La casa de los Alcorta, ubicada

en las inmediaciones de la porteña

calle Florida en su cruce con Córdoba,

se convirtió en el lugar donde

varios músicos se reunían para

ejecutar composiciones orquestales,

muy buscadas luego de la llegada

del repertorio operístico italiano,

que comenzó a ejecutarse en

forma fragmentaria, pero permanente.

Desde 1822, había dedicado

Alcorta gran parte de su tiempo

a la música, convirtiéndose en

un exquisito intérprete, llegando a

dirigir pequeñas formacione de cámara

en conciertos a los que solía

asistir María Sánchez de Thompson

y Mendeville, con quien fundara

la Asociación Filarmónica de

Buenos Aires, la primera institución

de fomento del arte en la Argentina.

Sus obras más significativas

como compositor, entre las que llegaron

al presente, son “Canciones

para piano” (valses, minués, cuadrillas,

polkas, y contradanzas);

“Colección de composiciones originales”;

“El remolino”, vals para

piano; “Colección vocal”, con textos

propios y de Ramón Carnicer

y Batlle, un catalán autor del Himno

Nacional de Chile; un “Nocturno”;

y la “Gran fantasía para piano

y flauta”, además de varios tríos y

cuartetos. Como autor de música

sacra se destacan las “Lamentaciones”,

el “Gradual para el día de San

Martín de Tours” y “La Agonía”, un

canto para el Viernes Santo.

Muerte, homenajes

y legado

Este hombre notable de la cultura

argentina murió en Buenos

Aires el 3 de mayo de 1862, y fue

enterrado en el cementerio de la

Recoleta, donde además del mausoleo

familiar se encuentra esculpido

un cenotafio en su honor. Su

casona “Paso del Rey”, en Moreno,

se convirtió en un museo desde

1964, oficiando también como Archivo

Histórico Municipal que lleva

su nombre.

Han llegado a la actualidad sus

composiciones que fueron recopiladas

por su nieto Alberto Williams,

el más grande músico argentino

de principios del siglo XX,

quien editó las partituras que habían

llegado a su poder. Su obra

fue organizada en colecciones, que

abarcan desde obras académicas

para piano hasta polkas y valses

simples, y desde canciones para todas

las voces hasta música litúrgica.

Esta recopilación fue publicada

en París hacia 1900 y el hecho

de que se considere este trabajo como

una pequeña parte de su obra

marca lo prolífico de su producción

musical.

La obra de Alcorta fue descripta

por Williams con estas palabras:

“Tienen un sutil perfume nacional,

a pesar de la avasalladora influencia

rossiniana; en ellas ha pasado

algo del alma de nuestros viejos

payadores y se encuentran ritmos

y giros de los cantos y bailes

de los gauchos del interior; se advierten

cambios de tono análogos

a los de las canciones populares, y

están impregnados de suave melancolía

como si fueran un reflejo

de la pampa, un recuerdo de infinita

tristeza”. Queda clara la herencia

ancestral que don Amancio

llevó de su Santiago natal. La Camerata

Bariloche ha editado varios

discos con su música.

Amancio Alcorta, un santiagueño

de ley que vivió un tercio de

su vida en la “Madre de Ciudades”,

y que en todos los aspectos de su

vida pública y privada se comportó

de acuerdo a las tradiciones recibidas,

y que siempre despuntó su

condición natal con orgullo y que

merece ser recuperado como un

creador destacado y un notable representante

de la cultura argentina

del siglo XIX.

Lo que debes saber
Lo más leído hoy