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Campeones para toda la vida

16/03/2014 04:30 Deportivo
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Campeones para toda la vida Campeones para toda la vida

Por Daniel Romero

Quién no ha escuchado anécdotas de aquella final que Santiago le ganó a Provincia de Buenos Aires en 1968. Si parece que estuvimos ahí cuando nos cuentan que el “Dupla” Carrera definió el partido con un medio gancho de zurda, que el “Negro” Flores fue una bestia para defender al “Beto” Cabrera o que “Quebracho” Torres se hizo gigante para recuperar la bola luego de salto entre dos a segundos del final.

Santiago le ganó esa noche a una potencia y los que tuvieron el privilegio de estar, disfrutaron de una noche memorable a orillas del río Dulce, donde estaba enclavado el estadio Francisco de Aguirre, construido especialmente para esa ocasión.

Pasaron 46 años de esa noche, pero sigue flotando esa sensación de que el partido estaba perdido y que Santiago terminó ganándolo, sencillamente, porque así estaba escrito.

A 22 segundos del final, ya en el período suplementario, las 15 mil almas presentes en el estadio permanecían en silencio: Santiago perdía por un simple (75 a 74) y Tomás le cometió falta a “Quebracho”, que jugaba en el puesto que hoy se conoce como pívot. Desde la línea de libres, su punto débil, erró el primero y el momento ya era angustiante. También erró el segundo, pero la pelota dio un rebote largo que sobró a los lungos bonaerense y cayó en las manos del jugador más joven del plantel: el “Dupla” Carrera. Sacó un medio gancho de zurda, la pelota dio en el tablero y entró. El estadio estalló de un solo grito. Santiago pasó al frente por un simple (76 a 75), pero el partido no estaba terminado.

Buenos Aires quedó con la última bola para ganarlo, pero “Quebracho” interceptó a Requi y los árbitros cobraron salto. El pívot de Juventud, ya en su salsa, ganó en las alturas a pura fibra y se la dio al “Inqui” Ríos, que cedió para el “Benja” Arce, a quien el final sorprendió con la pelota en sus manos.

Después, la invasión, el festejo enloquecido, el grito contenido durante los 7 días que duró el torneo. Los jugadores, en andas, semidesnudos.

En la provincia, sólo se habló de básquet durante marzo del 68, mientras el país soportaba la dictadura militar del general Juan Carlos Onganía y Estados Unidos atacaba Vietnam en plena Guerra Fría.

Un recuerdo imborrable

Pasaron 46 años de aquella noche memorable para el deporte santiagueño, pero el recuerdo sigue fresco en nuestros padres y abuelos. Y es saludable que así sea.

“Paco” Barrientos, que era el primer asistente de don Casimiro González Trilla, guarda un grato recuerdo del entrenador. “Yo era el segundo de él, pero los otros muchachos (Luis Cipolina y Ricardo Gerez) también colaboraban. Cuando estaba, él resolvía todo. Tenía mucha personalidad, era un tipo de pocas palabras. Yo lo escuchaba y también aprendí mucho, una barbaridad”, comentó.

“Paco” explicó que el equipo santiagueño estaba en excelentes condiciones físicas. “Cuando terminó el campeonato, los jugadores de Santiago estaban para jugar otro. Estaban enteritos todos. En la época que yo jugaba, había una sola pelota y el que metía, volvía a tirar. Ellos tenían una pelota para cada uno. No había nada de profesor de educación física, todo lo hacía él”, aseguró.

El “Negro” Flores, que jugaba en Juventud, fue crucial en ese torneo. “El 68 fue inolvidable, porque andaba muy bien, con 6 meses de entreno. Cada vez que jugábamos, se veía muchísima gente en las tribunas. Fue una de las satisfacciones más grandes de mi vida, no me voy a olvidar nunca”, indicó Flores, que al año siguiente fue convocado a la preselección nacional.

“Era el jugador más sacrificado, siempre me tocaba bailar con la más fea, pero andaba bien. El “Beto” Cabrera (Buenos Aires) era un jugador completo, el “Loco” Ibáñez (Capital Federal) y Crespi (Santa Fe) eran grandes jugadores. Al que se me ponía adelante lo cuidaba”, agregó el “Negro”.

Roberto Carrera también recuerda con gran emoción ese torneo, en el que quedó marcado de por vida al haber convertido el último doble de la final.

“El gol del campeonato ha quedado grabado en toda la gente que ha escuchado y ha ido a la cancha. Hasta el día de hoy me preguntan cómo fue. La gente que estuvo en la cancha me dijo que metí sin ver, otros aseguran que tiré de gancho. Don Casimiro me dijo que me quede al costado de Tomás y de Villalba, pero yo no le hice caso y me fui detrás de ellos. Los sobró la pelota a los dos y que hasta que ellos se dieron vuelta, yo ya había lanzado. Me guié del cuadradito blanco y entró sin tocar”, comentó el “Dupla”, que se había convertido en el jugador de la gente.

“Otro momento que no olvido fue cuando terminó el partido y vinieron como mil para sacarme la ropa. Me dejaron en clipper (el sleep de aquella época). Decí que el utilero me dio una toalla y así andaba festejando”, agregó con una sonrisa de oreja a oreja.

El “Dupla” soltó además una anécdota que había mantenido en secreto. “Cuando terminó el partido, Fruet se me acercó para agredirme verbalmente, me dijo de todo. Ellos estaban locos, les habíamos cortado la chance del tricampeonato. Nunca lo conté, 48 años después lo hago”, reveló.

Esteban Demasi permaneció en el banco en la final, pero sí ingresó en anteriores encuentros que su equipo había resuelto con anticipación. Sin embargo, no se olvida de lo ocurrido. “Siempre digo que eran mis ídolos, que eran la Generación Dorada de Santiago. Nuestro potencial se medía por el hecho de que 7 de los 12 del plantel habían integrado la selección argentina en alguna oportunidad. Sentíamos el orgullo de compartir con ellos, con semejantes monstruos consagrados. Para nosotros era una experiencia maravillosa el estar junto a ellos”, aseguró.

“Siempre que ocurren estas recordaciones, agradezco a la raza de dirigentes, a las instituciones públicas, al gobierno de entonces (a cargo del general Carlos Uriondo) y sobre todo a EL LIBERAL, que seguramente atesora un material inapreciable para las demás generaciones. Mi carrera en la selección fue modesta y terminó en el 73, jugando con Miguel Cortijo”, agregó Demasi, que era jugador del Inti Club.

El Campeonato Argentino del 68 representa una de las páginas gloriosas del deporte santiagueño, en tiempos en que la provincia se había convertido en una potencia basquetbolística. Ese es nuestro legado. l

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