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EL LIBERAL . Opinión

Pascuas, por ejemplo

16/04/2022 21:47 Opinión
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Pascuas, por ejemplo Pascuas, por ejemplo

Toda religión tiene fechas que sintetizan su creencia, su fe. Así, por ejemplo, las Pascuas para los católicos, Pesaj para los judíos y otras para cada una de las creencias que la humanidad tiene. Para los que no son creyentes esas fiestas no le dicen mucho o les resultan indiferentes o raras. Sin embargo, podemos aceptar algo con más facilidad. Cuando los creyentes viven realmente esas fechas siempre incluyen por lo menos tres cosas: tiempo de reflexión compartida y de auto-reflexión, convicción que esa creencia implica la esperanza de algo mejor para toda la humanidad, sin distinción de ningún tipo y la intención seria y comprometida de compartir con el otro. Esto, en sí mismo, es algo hermoso. Puesto que si hay alguna posibilidad que la humanidad supere su desazón, su autodestrucción, su incapacidad de vivir en paz permanentemente –tan demostrada en estos tiempos- es haciendo esas cosas de manera más constante. Así que, por ello, solamente, todo momento que una religión convoca a sus fieles, sean estos muchos o pocos, deberíamos verlo como una llama de esperanza que se enciende. Aún sin creer en esa fe, insisto. Es como una invitación para que hagamos voto de creer que la humanidad tiene la posibilidad cierta de salvarse o, por lo menos, de no destruirse y violentarse tan rápido.

Así, quizás, consigamos eso que vemos como esencial. ¿Qué? Lo más elemental: vengamos de quien vengamos, el ser humano está llamado a algo mejor que lo que demostró en general: está llamado a la paz, a la alegría, al amor.

¿Por qué lo digo? Me podrán refutar con la pregunta obvia: ¿No hay pruebas suficientes que el ser humano es terrible para la humanidad? Así las pruebas son contundentes: el ser humano, no otro, ha utilizado las religiones para cometer crímenes infames, como también ha sido artífice de genocidios que nos lastiman. Como también vemos que nuestra especie, aun sabiendo que no es bueno, sigue destruyendo parte del planeta por imbecilidad total y egoísmo. Es el ser humano quien sigue haciendo tanto mal a tantas personas. Frente a todo esto, ¿por qué creer que estamos llamados a otra cosa? Porque frente a todo eso, el ser humano aún persigue la utopía de ser un ser superior y de poder aspirar a ser mejores. Al fin y al cabo, todas las personas hemos conocido, sin dudas, personas justas que, como bien dijo Borges, “salvan al mundo”.

Así que, en cualquier fiesta religiosa, respiremos un poco de la humanidad que queremos. Aceptemos que podremos crear y recrear el trípode virtuoso que se celebra: el de reconocer al otro, de buscar puentes para el encuentro y de buscar espacios para crear la paz. En esa lógica, tal vez, haya un futuro como lo imaginamos como seres humanos, independiente de la fe que podamos tener.


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