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EL CONFLICTO ENTRE RUSIA Y UCRANIA, UN AÑO DESPUÉS

21/02/2023 10:55 Opinión
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EL CONFLICTO ENTRE RUSIA Y UCRANIA, UN AÑO DESPUÉS EL CONFLICTO ENTRE RUSIA Y UCRANIA, UN AÑO DESPUÉS

Por el Mg. Pedro José Basbus. Docente de la UCSE, Magistrado.

El próximo 24 de febrero del año en curso se cumplirá el primer aniversario de este conflicto que ha puesto en vilo al mundo y ha obligado a repensar las estrategias geopolíticas entre las principales potencias mundiales.

Mientras tanto, la crisis humanitaria se ha incrementado, la desolación, la hambruna, los refugiados y desplazados continúan incrementando un triste número que obliga a la sociedad mundial organizada a ser más creativos al momento de bucear soluciones posibles al conflicto.

A modo de resumen, bien podría decirse que las tensiones entre ambos países comenzaron en el año 1991 fecha de la disolución de la entonces Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Sin embargo, entiendo que el germen de la discordia se extiende a muchos años antes.

En efecto, la República Socialista de Ucrania, que fuera uno de los países fundadores de la URSS (Tratado de Creación de la URSS, 29/12/22) sufrió intensas limpiezas étnicas por parte de la Unión Soviética. La rusificación de Ucrania trajo consigo la muerte de entre 4 y 12 millones de ucranianos, la supresión del idioma ucraniano y el pase a la clandestinidad del movimiento nacionalista ucraniano.

Este movimiento en 1942 da lugar a la UPA (Ejército Insurgente Ucraniano) que intentó combatir (aunque sin éxito) a los nazis y a los comunistas. Ucrania, a su vez, es miembro fundador de la ONU en 1945.

El 24/8/91 Ucrania se independiza de la entonces URSS, luego de un golpe de estado fallido en la URSS (que condujo finalmente a su disolución en diciembre del mismo año).


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Desde entonces, Ucrania ingresó en un proceso de transición hacia una economía de mercado, intentando constituirse en un estado democrático. Este proceso llevó a una inmediata depresión económica en la década de los años noventa, mas con el comienzo del siglo, Ucrania comenzó a recuperarse económicamente y empezó a moverse hacia una democracia libre con manifestaciones como Ucrania sin Kuchma (líder político prorruso) en 2001 y la Revolución Naranja en 2004 (por la cual se inviste como Presidente a Víktor Yuschenko, luego del escándalo del fraude electoral).

Hasta 2007, la economía de Ucrania creció sosteniblemente, siendo uno de los países más prometedores en cuanto a crecimiento económico, sin embargo, a partir de la crisis de las hipotecas sub prime y gran recesión del año 2008, padeció una segunda depresión económica.

En 2013 el presidente ucraniano Yanukowich rechazó el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea e intenta estrechar vínculos con la Federación Rusa para, intentando ingresa en la Unión Aduanera Euroasiática. A partir de esto, que fuera mirado como un claro avance ruso sobre Ucrania, se suceden protestas en Kiev, enfrentamientos que dejaron centenares de muertos.

El éxito de los manifestantes implicó la huida del gobierno de Yanukovich a Rusia. El gobierno de Ucrania, debilitado, no pudo resistir a la anexión Rusa de la Península de Crimea, operación rusa que se completó con la intención de anexar el este y sur de Ucrania y que diera lugar a protestas pro rusas en distintas ciudades (Lugansk, Donestk, Járkov, Odesa) entre otras. Con el auge de las protesta, los separatistas declararon la independencia de la región lo que diera comienzo a la guerra en el Donbás (6/4/14).

Luego de una inicial fragilidad miliar, las tropas ucranianas consiguieron recuperar la mayor parte del territorio ocupado por separatistas.

Con la firma del Protocolo de Minsk a finales de 2014, el conflicto se ha congelado hasta el día de hoy, no obstante, la génesis de la discordia no ha sido enterrada. Lo que siguió fue bastante conocido. La Otan hizo pública (en diciembre del año 2021 y primeros días del año 2022) su intención de incorporar a Ucrania (y Georgia) entre sus miembros. Aquel acuerdo colectivo de defensa, nacido en plena guerra fría (1949 Tratado de Washington) y con laintención de constituir un dique de contención a la avanzada soviética sobre Europa y aliados luego de la segunda gran contienda bélica, significaría (para Rusia) el avance de occidente sobre un territorio que este último país considera como parte de su historia.

Rusia demandó que la Otan regrese a las fronteras que tenía antes de 1997 y que esta alianza no tenga más expansión hacia el este. También quiso (y quiere) el fin de la actividad militar de la OTAN en Europa del Este, lo que significaría que las unidades de combate se retirarían de Polonia y de las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania, y no se desplegarían misiles en países como Polonia y Rumania.


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Finalmente, Rusia propuso un tratado con Estados Unidos que prohíba el despliegue de armas nucleares más allá de sus territorios nacionales. Desde el punto de vista jurídico, el Presidente ruso intentó justificar las acciones llevadas a cabo sobre el territorio ucraniano, específicamente la región del Donbás, sobre el argumento de evitar actos de genocidio que el gobierno ucraniano habría perpetrado sobre nacionales rusos en dicha zona.

A raíz de ello, el 26/2/22, a las 9,30, el Gobierno de Ucrania, estado que soportaba la invasión sobre su territorio de las tropas rusas, depositó en la Secretaría de la Corte Internacional de Justicia, una solicitud de procedimiento en contra de la Federación Rusa relativa a la interpretación, aplicación y cumplimiento de la Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio (1948), requiriendo (a la Corte) la disposición de distintas medidas, entre ellas: Que juzgue y declare que no se había cometido actos de genocidio, tal como se tipifica a este delito en el artículo III de la Convención mencionada, en las regiones de Luganks y Donetsk, tal como lo solicitaba la Federación Rusa.

Que juzgue y declare que la Federación Rusa no puede legalmente tomar ninguna acción bajo la Convención de Genocidio en o contra Ucrania dirigida a prevenir o castigar un presunto genocidio.

Que juzgue y declare que el reconocimiento por parte de la Federación Rusa de la independencia de la llamada “República Popular de Donetsk” y la “República Popular de Lugansk” el 22/2/22 se basa en una afirmación falsa de genocidio y, por lo tanto, no tiene fundamento en la Convención sobre Genocidio.

Que juzgue y declare que la “operación militar especial” declarada y llevada a cabo por la Federación de Rusia a partir del 24/2/22 se basa en una acusación falsa de genocidio y, por lo tanto, no tiene fundamento en la Convención sobre Genocidio.

Exigir que la Federación de Rusia proporcione seguridades y garantías de no repetición de que no tomará ninguna medida ilegal en y contra Ucrania.

Ordene la reparación total de todos los daños causados por la Federación Rusa como consecuencia de cualquier acción tomada sobre la base de la falsa acusación de genocidio de Rusia.

La Corte entendió la disputa, señalando que ambos estados forman parte de este Organismo y que ambos estados habían suscrito, asimismo, la Convención sobre la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio.

Si bien Rusia no asistió a la audiencia inicial del caso, llevada a cabo el día 4/3/22, el Tribunal Internacional concluyó manteniendo competencia sobre la base del artículo 9 de la Convención sobre la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio al señalar que “Ucrania tiene un derecho plausible a no ser objeto de operaciones militares” por parte de Rusia y que la “no comparecencia de uno de los Estados interesados no puede constituir en sí misma un obstáculo para llegar a un fallo provisional” (ver “Allegations of Genocide Under The Convention On The Prevention And Punishment of The rime of Genocide Ukraine vs. Russian Federation” y artículo del autor en el diario EL LIBERAL , marzo de 2022).

El Tribunal Internacional, luego de sopesar los argumentos sostenidos por Ucrania decidió, por trece votos a favor y dos en contra: Que, de acuerdo a su Estatuto se encontraban cumplidas las condiciones necesarias para dictar medidas provisionales y que el derecho que esgrimía Ucrania era plausible.

Que, en uso de las facultades previstas en el artículo 75 inciso 2 del Estatuto y según pronunciamientos anteriores (vgr. Gambia vs. Myanmar, 23/1/20) dictaba las medidas previsionales en este caso.


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Que la Corte podría dictar medidas provisionales que no se identifiquen con aquellas solicitadas por Ucrania. Que no habían pruebas que respalden las imputaciones que hacía Rusia de que Ucrania llevaba a cabo un genocidio en Donetsk y Luhansk y que, en cualquier caso, era dudoso que la

Convención sobre Genocidio otorgue autoridad para el “uso unilateral de la fuerza en el territorio de otro Estado”.

Que Rusia debía suspender, de manera inmediata las acciones militares que dieron comienzo el 24/2/22. Que Rusia debía garantizar que ninguna de sus unidades armadas militares o grupo irregular, organización o individuo que pudiera estar apoyando, promueva acciones militares relacionadas con la incursión rusa en cuestión.

En forma unánime: Que ambas partes debía abstenerse de llevar a cabo acciones que agraven o extiendan la disputa mientras la Corte resuelve el fondo de la cuestión. El pronunciamiento de la Corte Internacional de Justicia constituyó un antecedente importante en el conflicto pues aquel Organismo de la Organización de Naciones Unidas pues marca la posición del principal sistema jurídico de la ONU en un asunto en donde se verifica el quebrantamiento de la paz y seguridad internacionales, la violación al principio de integridad territorial, a la soberanía de un país miembro de ONU.

Desafortunadamente y más allá de la sentencia cautelar dictada por la Corte, la crisis humanitaria no se ha detenido. Rusia soporta sanciones económicas dispuestas por los EE.UU. y la Unión Europea. Occidente, desde la génesis del conflicto, ha congelado más de USD 324.000 millones de las reservas del Banco Central ruso.

También privó a Moscú de conocimientos y productos occidentales, bloqueando casi todas las transferencias de tecnología y las ventas de bienes y servicios de alta calidad. Nunca antes se habían empleado sanciones tan complejas contra un actor tan importante como Rusia, una potencia nuclear con asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU.

También, necesario es decirlo, nunca antes un Miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU violó el principio de integridad territorial de otro miembro de ONU.

¿El interrogante que surge es si las sanciones fueron efectivas para reducir los ingresos de Moscú? O ¿Fueron estas sanciones hábiles para frenar la avanzada rusa sobre Ucrania y forzar una negociación?

Rusia es uno de los tres principales productores de petróleo y gas del mundo, junto con Arabia Saudita y Estados Unidos. En 2020, Rusia suministraba aproximadamente el 25% del petróleo y más del 40% de todo el gas consumido por la UE, según Eurostat, la agencia europea de estadísticas. En el momento en que Putin invadió Ucrania en febrero 2022, era imposible que la UE rompiera todos los lazos económicos con Rusia al instante.

El bloque continuó aportando ingresos a Moscú con la compra de combustibles, más allá de que las sanciones fueron graduales pues Occidente podía quedarse sin el suministro del gas en invierno.

Si bien el Kremlin ha venido acumulando divisas desde hace más de ocho años y que ha invertido en tecnología occidental, bienes e infraestructura crítica (oleoductos) expertos indican que le será difícil mantener una política a largo plazo.

Según el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA), Moscú está perdiendo alrededor de US$175 millones por día de las exportaciones de combustibles fósiles debido a las sanciones, empero, ha encontrado nuevos clientes para sus combustibles, en Turquía, China e India, quienes han adquirido el crudo del Ural a precios convenientes. Indudablemente las sanciones llevadas a cabo en contra de Moscú surgen insuficientes. Prueba de ello lo constituye la avanzada diaria de las tropas rusas en el territorio ucraniano.

Por su parte Ucrania resiste más de lo que, originalmente se esperaba. La pretensión rusa de emular a la guerra relámpago alemana en 1939 se ha visto frustrada por la ayuda de occidente hacia el primer país. Si bien la Otan se encuentra impedida de brindar ayuda directa (pues Ucrania no forma parte de esta organización) sus integrantes sí lo hacen sotto voce.

Intentar analizar las opciones de paz del conflicto proponiendo tomas y dacas en la relación rusa ucraniana, nos puede hacer perder la visión del principal problema que surge a raíz de la guerra; la crisis humanitaria.


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La Agencia de La ONU para los refugiados ha declarado que la emergencia en Ucrania es del nivel 3, la calificación más alta en crisis de refugiados que prevé la Agencia. Más de 7,2 millones de personas refugiadas procedentes de Ucrania se han registrado por toda Europa desde el comienzo de la guerra.

Cerca de 12,6 millones de movimientos transfronterizos han salido de Ucrania y existen casi 7 millones de desplazados dentro de este último país. Cifras que impresionan por su crudeza.

Frente a esto, la respuesta de los Organismos Internacionales surge lenta. Debe entenderse que Rusia es uno de los miembros con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, no obstante, esta circunstancia no debería constituir un impedimento para encontrar alguna solución rápida al conflicto.

Recuérdese el antecedente llevado a cabo por la ONU (Asamblea General) cuando dictada la Resolución Unión Pro Paz (A 377/50) allende el conflicto en Corea y que le permitían a la Asamblea General de la ONU cumplir la responsabilidad primara de mantener la paz y seguridad internacionales cuando el mecanismo del Consejo de Seguridad se encuentre trabado por ausencia recalcitrante de consensos entre sus miembros.

Debe la Comunidad organizada encontrar soluciones rápidas que viabilicen la paz en la zona de guerra. Ello es un imperativo que obliga a los actores internacionales a lograr una paz que sea posible y duradera y que garantice la integridad y soberanía territorial.

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