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Rusia - Ucrania, un resabio de la Guerra Fría

26/01/2022 09:52 Opinión
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Rusia - Ucrania, un resabio de la Guerra Fría Rusia - Ucrania, un resabio de la Guerra Fría

Por Mg. Pedro José Basbús. Magistrado. Docente Universidad Católica de Santiago del Estero

 

El mundo observa, azorado, la escalada de tensión en esta zona del Mar Negro. Distintos actores internacionales han expresado su profunda preocupación por el incremento inusitado en la militarización de la frontera entre Ucrania y Rusia a punto tal de constituirse en una amenaza a la paz y seguridad internacional.

El Presidente Ruso, Vladimir Putin, invocando el derecho de legítima defensa preventiva (locución enarbolada por primera vez por los EEUU allende 2001 luego del atentado del once de septiembre de dicho año por Al Qaeda) desplegó más de ciento veinte mil soldados en la frontera, miles de tanques, vehículos de transporte, cientos de baterías de misiles y, al menos, dos grandes hospitales de campaña, lenguaje corporal e institucional que mereciera la réplica de su par Ucraniano , Volodimir Zelenzki, quién ante aquella amenaza, dispuso el envío de tropas convirtiendo a la frontera rusa/ucraniana en una zona que nos recuerda al enfrentamiento ideológico, político, económico y social acaecido luego de la finalización de la Segunda Gran Guerra Mundial, conocido como “La Guerra Fría”.

¿Cómo comenzó el conflicto? ¿Cuáles son las intenciones de Occidente/Rusia?, ¿Qué papel desarrolla La OTAN?, ¿Que requiere Putin para acabar con la tensión en la zona? Son algunos de los interrogantes que se intentaran devela en este artículo.

Según distintos autores, las tensiones entre ambos países comenzaron en el año 1991 fecha de la disolución de la entonces Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (en adelante URSS). Sin embargo, entiendo que el germen de la discordia se extiende a muchos años antes.

En efecto, La República Socialista de Ucrania, que fuera uno de los países fundadores de la URSS (Tratado de Creación de la URSS, 29 de diciembre de 1922) sufrió intensas limpiezas étnicas por parte de la Unión Soviética. La rusificación de Ucrania trajo consigo la muerte de entre 4 y 12 millones de ucranianos, la supresión del idioma ucraniano y el pase a la clandestinidad del movimiento nacionalista ucraniano. Este movimiento en 1942 da lugar a la UPA (Ejército Insurgente Ucraniano) que intentó combatir (aunque sin éxito) a los nazis y   a los comunistas. Ucrania, a su vez, es miembro fundador de la ONU en 1945.

El 24 de agosto del año 1991 Ucrania se independiza de la entonces URSS, luego de un golpe de estado fallido en la URSS (que condujo finalmente a su disolución en diciembre del mismo año).

Desde entonces, Ucrania ingresa en un proceso de transición hacia una economía de mercado, intentando constituirse en un estado democrático. Este proceso llevó a una inmediata depresión económica en la década de los años noventa, mas con el comienzo del siglo, Ucrania comenzó a recuperarse económicamente y empezó a moverse hacia una democracia libre con manifestaciones como Ucrania sin Kuchma (líder político por ruso) en 2001 y la Revolución Naranja en 2004 (por la cual se inviste como Presidente a Víktor Yuschenko, luego del escándalo del fraude electoral). Hasta 2007, la economía de Ucrania creció sosteniblemente, siendo uno de los países más prometedores en cuanto a crecimiento económico, sin embargo, a partir de la crisis de las hipotecas sub prime y gran recesión del año 2008, padeció una segunda depresión económica.

En 2013 el Presidente Ucraniano Yanokóvhc rechaza el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea e intenta estrechar vínculos con la Federación Rusa para, intentando ingresa en la Unión Aduanera Euroasiática. A partir de esto, que fuera mirado como un claro avance ruso sobre Ucrania, se suceden protestas en Kiev (Euromadian) enfrentamientos que dejaron centenares de muertos.    

El éxito de los manifestantes implicó la huida del gobierno de Yanukovich a Rusia. El gobierno de Ucrania, debilitado, no pudo resistir a la anexión Rusa de la Península de Crimea, operación rusa que se completó con la intención de anexar el este y sur de Ucrania y que diera lugar a protestas pro rusas en distintas ciudades (Lugansk, Donestk, Járkov, Odesa) entre otras. Con el auge de las protestas en Lugansk, Donetsk y Járkov, los separatistas declararon la independencia de la región lo que diera comienzo a la guerra en el Donbás (6 de abril de 2014)

Luego de una inicial fragilidad miliar, las tropas ucranianas consiguieron recuperar la mayor parte del territorio ocupado por separatistas. Con la firma del Protocolo de Minsk a finales de 2014, el conflicto se ha congelado hasta el día de hoy, aunque los disparos no han cesado, cobrándose la vida de más de 13 000 ucranianos. Desde entonces las Fuerzas Armadas de Ucrania (consientes de la amenaza rusa) están siguiendo un proceso de modernización a los patrones de la OTAN, siendo el tercer ejército más grande de Europa con un personal total de 1 246 445 soldados. ? El 1 de junio de 2016 Ucrania firmó un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.

Recientemente la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) ha hecho pública su intención de incorporar a Ucrania (y Georgia) entre sus miembros. Aquel acuerdo colectivo de defensa, nacido en plena guerra fría (1949 Tratado de Washington) y con la intención de constituir un dique de contención a la avanzada soviética sobre Europa y aliados luego de la segunda gran contienda bélica, significaría (para Rusia) el avance de occidente sobre un territorio que este último país considera como parte de su historia.

Vladimir Putin niega cualquier intento de invasión a Ucrania, sin embargo, la militarización en la zona, el movimiento de soldados, equipos, misiles y pertrechos, demuestran lo contrario.

Rusia ha hablado de un "momento de la verdad" al reformular su relación con la OTAN.  “Para nosotros es absolutamente obligatorio garantizar que Ucrania nunca, nunca, se convierta en miembro de la OTAN”, indicó el viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Ryabkov. Moscú acusa a los países de la OTAN de proveer armas a Ucrania y a Estados Unidos de avivar las tensiones. El presidente Putin se ha quejado de que Rusia ya no tiene ningún otro lugar al que retirarse y de que no quedarían de brazos cruzados ante ello.

Rusia quiere que la OTAN regrese a las fronteras que tenía antes de 1997. Exige que esta alianza no tenga más expansión hacia el este y también quiere el fin de la actividad militar de la OTAN en Europa del Este, lo que significaría que las unidades de combate se retirarían de Polonia y de las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania, y no se desplegarían misiles en países como Polonia y Rumania.

Rusia también ha propuesto un tratado con Estados Unidos que prohíba el despliegue de armas nucleares más allá de sus territorios nacionales.

El Presidente de los E.E.U.U. ha señalado que una invasión a gran escala sería catastrófica para Rusia (¿El término “gran escala” hace presagiar que una invasión menor sería tolerable?). Particularmente entiendo que la algarada rusa pretende alejar a la OTAN de lo que aquella define como su patio trasero

Estados Unidos ha dejado en claro que está comprometido a ayudar a Ucrania a defender su territorio soberano. Las principales herramientas de Occidente parecen ser las sanciones y la ayuda militar en forma de asesores y armas.

Estados Unidos y Europa le impondrían duras sanciones a Rusia, a la familia presidencial y a sus amigos, los oligarcas que manejan la economía rusa. Timothy Ash, estratega de Bluebay Asset Management, una compañía analista de riesgo en Londres, escribió a sus asociados que “esta crisis y las presiones ejercidas sobre los mercados energéticos en Europa reforzarán la idea de que Rusia es un proveedor de energía poco fiable.

Es muy probable que se termine con los planes de habilitar el gasoducto Nord Stream 2, esto acelerará la diversificación de Europa lejos de la energía rusa y del comercio ruso en general, debilitando la economía de ese país y aumentaría su dependencia de China. Esto podría no ser particularmente atractivo para Putin, ya que Rusia se enfrenta a una enorme amenaza de seguridad a largo plazo por parte de China en su Extremo Oriente”. La ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, ha dejado en claro que, si hay una mayor escalada rusa, entonces dicho gasoducto no entraría en servicio y el costo del gas se incrementaría exponencialmente en pleno invierno. También podría haber medidas dirigidas al Fondo Ruso de Inversión Directa o restricciones a los bancos que convierten rublos en moneda extranjera, con el desplome del valor de esa moneda.

El mayor golpe económico sería desconectar el sistema bancario de Rusia del sistema internacional de pagos Swift. Eso siempre se ha visto como un último recurso, pero Letonia ha dicho que esto enviaría un fuerte mensaje a Moscú.

Sin embargo, no debemos dejar de considerar que hoy existe otro actor que se encuentra agazapado y a la espera de beneficiarse con esta escalada de tensiones: China. Este país se encuentra siempre listo para reemplazar a Moscú en el suministro de gas a Europa (gasoducto cuyo paso por Ucrania es sensible).

Ucrania no cedió ante la presión del Kremlin y se está rearmando a un ritmo acelerado. Esto no quiere decir que pueda hacer frente en forma exitosa al poderosísimo ejército ruso, pero está considerablemente mejor preparada para defenderse que al principio de la crisis, hace sólo unos meses. La ayuda militar de Estados Unidos aumentó, mientras que Gran Bretaña, los países bálticos, Polonia, Canadá, los checos y los holandeses incrementaron su apoyo bélico o se comprometieron a hacerlo. Como resultado, es probable que el costo de cualquier victoria militar rusa en Ucrania sea ahora significativamente mayor.

No obstante, la paz y seguridad internacional se encuentran severamente amenazadas. La zona es una rémora de la guerra fría y, en especial, para este autor, recuerda la denominada crisis de los misiles, que puso en vilo al mundo por la posibilidad (cierta) de derivar dicho conflicto en una tercera contienda bélica de proporciones destructivas, para ese entonces, imprevisibles.

Han pasado más de cincuenta años desde aquel octubre de 1962. Hoy la capacidad bélica ha crecido geométricamente. Las posibilidades de destrucción, en ambos bandos, son increíblemente mayores. 

Putin parece no encontrar la solución al problema que ha creado. Si no invade perdería credibilidad. Si lo hace, se enfrenta al mundo occidental y abre el juego a China, este gigante que espera el turno. En el medio, la población civil, víctima de cualquier algarada militar y una eventual crisis humanitaria de proporciones desconocidas.

Es de esperar que prime la cordura y que la comunidad mundial organizada evite que lo que hoy surge como amenaza a la paz y seguridad internacional, no se convierta en una realidad concreta.

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