Los submarinos del golfo San Matías Los submarinos del golfo San Matías
¿Es cierto que en la Caleta de los Loros, en cercanías de Viedma, existen dos submarinos hundidos del Tercer Reich? La pregunta dispara mil conjeturas y mantiene la tensión de un misterio que el buzo Tony Brochado, oriundo de Salto, Uruguay, pero radicado desde hace muchos años en San Antonio Oeste, intentó develar. En noviembre de 1996, un equipo liderado por él se sumergió en las aguas de la Caleta. La investigación la llevó a cabo junto a un equipo de buzos de San Antonio Oeste, a pedido de los diarios “La Mañana del Sur” y “ámbito Financiero” que dispusieron los medios técnicos para ejecutar la búsqueda. Por su parte, la Prefectura comisionó el barco GC-77 “Golfo San Matías” para realizar tareas de apoyo. Fueron dos días de intensa actividad. Brochado logró varias lecturas de concentraciones de hierro que podrían significar la presencia de buques hundidos. Sin embargo la materialidad de los submarinos no pudo comprobarse, aunque para algunos los U-Bootes podrían estar hundidos completamente en la arena. Pero esta hipótesis se deshizo también luego de las investigaciones del Instituto de Arqueología Marina de la Universidad Nacional de Ciencia y Técnica de Noruega (NTNU) producidas en 1998. Esta institución, que asignó instrumental y personal altamente capacitado para la exploración, utilizó sonares de barrido lateral que devolvieron imágenes casi fotográficas del lecho de la Caleta y la zona de búsqueda. Algunas de estas imágenes presentaban formas que podrían atribuirse a un submarino semihundido en la arena. Sin embargo, cuando los buzos exploraron el lugar, los resultados fueron negativos.
Periscopio en San Antonio Oeste
Se sabe que al finalizar la Segunda Guerra Mundial los comandantes de los submarinos alemanes recibieron la orden de que sus naves debían ser hundidas. Varios tomaron rumbo a Noruega, donde se concentraron muchas unidades, aunque más de una veintena fueron hundidas por la aviación aliada antes de alcanzar ese punto de reunión. Días después, el almirante Dönitz -para obtener un acuerdo de rendición con los aliados- debió emitir una contraorden a sus comandantes para que se entreguen, aunque muchos de ellos no creyeron en la autenticidad de la misma y resolvieron hundir sus naves, 218 submarinos en total. Por otra parte, el almirantazgo británico comenzó a exigir que para rendirse los submarinos debían navegar en superficie enarbolando una bandera negra, insignia inconfundible de la piratería. Muchos oficiales alemanes se negaron a cumplir este requisito y por esta razón, sumada a la razón misma de entregarse al enemigo, algunos eligieron poner proa hacia otro destino.
El 10 de julio de 1945 el U-530 llegó a la base de submarinos de Mar del Plata para rendirse, bajo el mando del teniente de fragata Otto Wermuth de apenas 25 años de edad. Un mes después, el 17 de agosto, también se rendía en Mar del Plata el U-977 comandado por el capitán de fragata Heinz Schaeffer. Sin embargo, entre la rendición de estas dos naves, y sobre todo entre los días 19 y 25 de julio de 1945, se sucedieron varios avistamientos de submarinos en el mar argentino y la Armada registró estas presencias en diversos documentos secretos.
El diario “La Nación” publicó por primera vez, en el informe especial que produjo sobre los submarinos de la Caleta (1996), que en documentos secretos de la Armada consta que el 19 de julio de 1945 se le enviaba al Estado Mayor General un mensaje que continúa abonando más de una hipótesis: “Periscopio-San Antonio Este. He dispuesto reforzar exploraciones allí”. El 25 de julio, en otro informe secreto, se daba cuenta del avistamiento de un submarino en el área de Claromecó y se disponía el patrullaje aéreo y naval de la zona, manteniendo un torpedero listo para la acción. Necochea, Copetonas y San Clemente del Tuyú son los otros nombres que se consignan en los documentos secretos y en las informaciones periodísticas de esos días.
¿Los restos de algunos de esos sumergibles podrían estar hoy a la espera de ser hallados en el lecho de la Caleta de los Loros? ¿Las investigaciones que se llevaron a cabo hasta la fecha habrán sido las correctas? ¿Cómo se explican las imágenes captadas desde el aire por un prestigio profesional de Viedma que muestra dos figuras con la inconfundible forma de un submarino? ¿Pertenecerán a formaciones del propio lecho marino o serán la prueba de que están allí, en un enorme pajar, para ser descubiertos?
La duda, el misterio, la sospecha quedan abiertas. Una mañana de 1957, mientras sobrevolaba las aguas del golfo San Matías, un joven piloto observó, sobre el lecho marino, una extraña presencia. Hasta que no se compruebe o desapruebe para siempre, el misterio continuará alimentando una leyenda. Así lo atestigua la mirada de cuanto visitante llega al a la Caleta e imagina, en sus arenas, un desembarco alemán en las postrimerías de la guerra.
Fuente: laopinionaustral








