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RAMÓN GÓMEZ: EL ILUSTRE SANTIAGUEÑO

16/01/2022 03:34 Santiago
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RAMÓN GÓMEZ: EL ILUSTRE SANTIAGUEÑO RAMÓN GÓMEZ: EL ILUSTRE SANTIAGUEÑO

Los partidos populares argentinos tienen la impronta de destacar a los personajes que ocuparon sus liderazgos y eso constituye una gran injusticia con muchos dirigentes y militantes de importancia en la construcción de esos movimientos y sobre todo llevaron adelante algunas tareas sin las cuales hubiera sido muy difícil la subsistencia en el tiempo de esas agrupaciones. Los radicales, los peronistas y en alguna medida los socialistas adolecen de este defecto en el relato de su historia partidaria.

Los peronistas han relegado a figuras importantes como Cipriano Reyes, Domingo Mercante e incluso el santiagueño Ramón Carrillo, a quien la historia aún no le otorga el lugar que merece. Los socialistas demoraron a ángel Giménez, Adolfo Dickman o Nicolás Repetto. Y los radicales no han exaltado como corresponde a personajes como Francisco Beiró, Elpidio González y al cordobés que se hizo santiagueño por decisión personal Ramón Gómez Ferreyra, que será el protagonista del artículo de este domingo en “EL LIBERAL”.

Nacimiento, formación y familia

Si bien hay disputas sobre el origen de este ilustre argentino, se puede afirmar que Ramón nació en un pueblo de Córdoba el 28 de octubre de 1865, en los tiempos de la guerra de la Triple Alianza. Criado en el seno de una familia de hacendados, el joven Ramón comienza a trazar su destino cuando se incorpora al Colegio Nacional de Montserrat, donde llega a bachiller. Sigue sus estudios de derecho en la Universidad Nacional de “La Docta” y recibe la medalla de oro cuando obtiene el título de abogado.

Se radica en Santiago del Estero, donde al poco tiempo de llegar se casa con Rosario, la hija de dos ilustres santiagueños, don Manuel Cornet Díaz y de doña Rosario Palacio, conformando una familia que será bendecida con seis hijos. El primogénito será homónimo del padre y se convertirá en el pintor santiagueño más notable del siglo XX, con exposiciones en todo el mundo, obras en los grandes museos y sobre todo recordado como el fundador del Museo Provincial de Bellas Artes que hoy lleva su nombre “Ramón Gómez Cornet” y tiene su sede en el Centro Cultural del Bicentenario, en la “Madre de ciudades”.

Se acercaba el fin del siglo XIX y al tiempo del casamiento de Gómez, la provincia había superado los conflictos políticos que provocaron tres intervenciones federales durante las presidencias de Luis Sáenz Peña y José Evaristo Uriburu. En 1903 el gobernador Pedro Barraza convocó a una Asamblea Constituyente que repuso en grandes líneas la Carta Magna de los tiempos de Taboada. Es el tiempo en que Ramón comienza a interesarse en la política local que lo llevaría en poco tiempo al escenario nacional.

Dirigente nacional de la Unión Cívica Radical

Ramón Gómez nunca desatendió los negocios familiares, dedicando mucho tiempo a sus propiedades rurales adquiridas y heredadas en Santiago del Estero, Córdoba y Santa Fe. Su militancia en el partido fundado por Leandro Alem lo convirtió en delegado santiagueño al comité nacional convocado por Hipólito Yrigoyen y es uno de los firmantes de la “abstención revolucionaria” para lograr el respeto de la voluntad popular.

Gómez es uno de los cabecillas de la revolución de 1905. Furtivamente llega a la provincia de Córdoba y es uno de quienes toman prisionero al vicepresidente José Figueroa Alcorta. La Junta Revolucionaria encabezada por el teniente coronel Daniel Fernández lo nombra a Gómez jefe de policía y como tal tiene a su cargo el operativo para apresar al general Julio A. Roca, quien descansaba en su estancia “La Paz”, en Ascochinga. Cuando Gómez y sus hombres llegan a “La Paz” descubren que el expresidente había huido hacia el sur de Santiago del Estero donde se refugia con sus partidarios. Este episodio fue satirizado por la revista “Caras y Caretas” que publicó un poema que decía: “Pero no pensemos mal. El hombre huyó velozmente, mas no como expresidente, sino como General...”.

Gómez negocia con Figueroa Alcorta las condiciones para la rendición cuando la situación se volvió insostenible para los sublevados. En estos eventos nacen amistades que marcarán la política nacional durante un cuarto de siglo, entre ellas la de Gómez con José Camilo Crotto, quien como gobernador de Buenos Aires habilitará el viaje de cosecheros, zafreros y vagabundos en los techos de los trenes de carga y que originará el criollo “croto” para hablar de la gente desalineada y desprolija.

Superadas las consecuencias legales del levantamiento de 1905 gracias a la amnistía dictada por el ya presidente Figueroa Alcorta, la carrera de Gómez en la UCR no se detiene, llegando a la vicepresidencia del partido en 1910. También es proclamado presidente de la convención nacional que en 1916 proclama la fórmula del porteño Yrigoyen con el riojano Pelagio Baltasar Luna, triunfante en las elecciones del 2 de abril, las primeras celebradas bajo el imperio de la reforma propuesta por Roque Sáenz Peña.

Ministro del Interior

El prestigio de Gómez hizo que el electo presidente Yrigoyen lo nombre ministro del Interior. La gestión de ese primer gobierno radical estuvo marcada por una gran concentración de las decisiones en el presidente Yrigoyen. Esta característica condicionó sobre todo el accionar del ministro Gómez, que oficiaba de traductor de algunas posiciones que no eran suficientemente claras. La frase presidencial “Vaya y cumpla con su deber” se convirtió en algunos casos en un galimatías que tuvo consecuencias complejas en la historia de esos años.

Apenas asumido e l mando, Gómez implementó la intervención federal a varias provincias en manos de los conservadores con el fin de imponer el voto secreto, obligatorio y universal. Así fueron intervenidas en 1917 Buenos Aires el 24 de abril, Corrientes el 23 de noviembre y Jujuy el 23 de diciembre; en 1918 La Rioja el 17 de abril y Catamarca el 27 de abril; y en 1919 Santiago del Estero el 17 de octubre y San Juan el 24 de noviembre. Es curioso que también fueron intervenidas provincias donde gobernaban sectores disidentes del radicalismo como Mendoza, Salta, San Luis y Tucumán. Vale destacar que siempre se recurrió a decretos presidenciales aprovechando los recesos legislativos establecidos por la Constitución.

Pero sin duda, la represión de las huelgas obreras de origen anarquista en la segunda mitad del período presidencial constituyó el desafío más importante para Gómez. La huelga metalúrgica de 1919 en los Talleres Vasena de Buenos Aires, las huelgas rurales en Santa Cruz en 1921 y 1922 y los conflictos en el Chaco santafesino y santiagueño entre los peones y la compañía de taninos “La Forestal”, pusieron de manifiesto las limitaciones del poder del Estado en el arbitraje de las relaciones entre empresarios y trabajadores, discutiéndose hasta hoy las herramientas que utilizó el gobierno para controlar la situación.

Como curiosidad se presentó a una interpelación en el Senado, con mayoría opositora y su destreza fue destacada por propios y extraños. Su desempeño en el ministerio le permitió aspirar a la candidatura como vicepresidente de Marcelo T. de Alvear, por lo que renunció el 10 de abril de 1922, cumpliendo con la máxima radical “del gobierno a casa”, es decir que ningún funcionario que aspirara a un cargo podría mantenerse en el gobierno al momento de su elección. Luego el radicalismo optaría por el rosarino Elpidio González, por lo que Gómez retornó a Santiago del Estero durante un año.

Senador nacional por Santiago del Estero

En 1923, durante la gobernación de Manuel Cáceres, la Legislatura provincial lo propone como senador nacional y debió discutir la validez de su diploma frente a los ataques que sufrió por su condición de antipersonalista por parte de los seguidores de Yrigoyen. Fue el inicio de la fractura de la UCR. Ocupó su banca hasta el golpe del 6 de septiembre de 1930, destacándose en la Comisión de Guerra y Marina, desde donde acompañó la gestión del presidente Alvear, que fortaleció a las fuerzas armadas con los ministros Agustín P. Justo en Guerra y Manuel Domecq García en Marina.

Vale destacar que durante los años ‘20 Santiago del Estero fue intervenida por el gobierno federal en tres ocasiones: 1919, 1924 y 1928. La adhesión de Gómez al antipersonalismo lo enfrentó a Yrigoyen en su segunda presidencia, convirtiéndose en una figura indiscutible en Santiago, donde iba a fundarse el Partido Radical Unificado, que gobernaría durante la década de 1930. Sin embargo, Gómez restauró su amistad con Yrigoyen hasta la muerte de don Hipólito en julio de 1933.

Muerte y homenajes

Radicado en Buenos Aires, acompañó a Alvear durante los tiempos del “fraude patriótico” (ningún fraude puede ser patriótico, valga la aclaración) y avaló la participación en las elecciones de 1936. El 14 de abril de 1940 Ramón Gómez murió a los 74 años. Eran tiempos políticos convulsos por las intenciones reparadoras del presidente Roberto M. Ortiz, que había intervenido Santiago del Estero para limpiar el régimen electoral.

El Poder Ejecutivo Nacional decretó duelo el día del funeral de Gómez, ordenando que la bandera permaneciera a media asta en todo el país. El multitudinario cortejo fúnebre se dirigió al porteño cementerio de la Recoleta, donde sus restos fueron despedidos por Alvear y toda la dirigencia radical, aunque la palabra estuvo a cargo de Julio Borda, su viejo amigo cordobés desde la revolución de 1905.

Es llamativo el olvido sobre Ramón Gómez, este santiagueño por opción personal que quizá esté aún pagando el precio por las decisiones que tomara en su cargo de ministro del Interior. Pero sin duda es una figura que merece el reconocimiento por sus servicios a la provincia de Santiago del Estero y al país todo, falencia que desde estas austeras palabras intentamos reparar.


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